miércoles, 22 de agosto de 2012

METAMORFOSIS

METAMORFOSIS

             A los que transforman la sociedad sin perder su libertad
      La vida de Proteo ha sido un continuo cambio, una inusitada transformación que lo ha llevado a representar los más variopintos papeles. Una existencia excitante con  continuas modificaciones y siempre con un objetivo muy claro: asegurar su futuro en la máxima libertad.
      Perteneció a múltiples asociaciones. Estuvo abonado en equipos de fútbol, en tribuna. Se relacionó con la flor y nata de la sociedad del puro y las pipas hasta que  un exaltado le propinó un cabezazo en la nariz  por discrepar por un penalti señalado. Cambió de estrategia  y…
      Se alistó en la legión extranjera de Francia. Era fuerte y pensó que soportaría sin ningún problema las exigentes pruebas a las que sería sometido. Cierto. Todo  fue superado menos la pérdida y sustitución de su nombre propio por una secuencia numérica
      Podríamos continuar con ONGs, partidos políticos de diferentes tendencias, sindicatos, asociaciones numerarias, etc. Ninguna satisfizo aquella necesidad perentoria de ser algo nuevo, algo superior, algo que lo colocara en ventaja sobre el resto de los mortales.  Y cansado de no alcanzar el objetivo…
      Se convirtió en pájaro. Comenzó por integrarse en una bandada de gorriones y pardales. Una experiencia nueva que le obligó a dormir en libertad, al sereno,  en la rama de una acacia japónica. Pasó frío, mucho frío. Era incapaz de esconder la cabeza debajo del ala. Y los resfriados hicieron mella en su salud. La gripe lo mantuvo en una tiritera continua y gracias a los cuidados de unos pocos gorriones que le proporcionaron el pan en  forma de granos, salvó su vida.
      Las palomas de la ciudad lo acogieron, primero con desconfianza, después, indiferencia absoluta. Se sumó a la manifestación de los loros escapados del zoo. Fue una relación más fluida al tener  la posibilidad de hablar con ellos en su idioma. Lo invitaron a su hogar colgado de las palmeras más frondosas y  acabó odiándolas. Sus pies, sin la destreza de sus congéneres, soportaron dolorosos pinchazos hasta que ya no pudo más y volvió a su libertad y …
      Emigró en busca de águilas reales, la libertad de las altas cumbres y, allí…
      Se alistó en las bandadas de grullas y cigüeñas que surcaban los cielos en busca de lugares más cálidos. Y el calor lo transformó…
      Regresó a las ciudades y quiso probar suerte con los jilgueros. Qué portento de garganta. Sus trinos lo transportaron a través de la música e hicieron que  poco a poco se convirtiera en  su protector. Conciertos  a las tardes,  recepciones  multitudinarias, y, cuando el sol, al atardecer, quemaba su intensidad, llenaban el campo de melodías que invitaban a la solitud y a la  despreocupación..
      Y así cayó en la trampa. Una liga pegajosa enganchó sus pies desnudos entre las copas de los cardos del camino y se convirtió en prisionero. Tanta libertad que había disfrutado y todo para quedar atrapado entre los  barrotes de una pequeña jaula expuesta en un balcón. Intentó comunicar con el humano, explicarle que él no era como los pájaros, que era también un humano libre. Inútil toda tentativa. La única esperanza, un descuido, una portezuela abierta a libertad, pero no llegó.
      Pasó el tiempo y la prisión se convirtió en casa. Su adaptación fue cada vez más perfecta. Sus patas se estilizaron  y podía asirse perfectamente a los palos transversales. Su cuerpo se había cubierto de plumas de colores llamativos  y el pico, al igual que una flauta mágica, elaboraba los primeros trinos de la primavera.
      Y las palabras se olvidaron y la libertad se convirtió en su sueñ

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