lunes, 20 de agosto de 2012

Compay grillo

    Compay grillo
    Texto: Anisia Miranda
    Ilustración: Virgilio Martínez

    Compay grillo

    Compay Grillo vivía en un palmar y tenía su casita en el tronco de una palma. Aquella madrugada cuando sus alumnos llegaron allí para que les hiciera el cuento de todos los días, él no había llegado.
    -Cosa rara- dijo Rana.
    -Requeterrarísima -chilló Pitirre.
    En esto apareció Compay, alegre como nunca. Saludó, se disculpó por la demora y anunció:
    -Hoy no habrá cuento, habrá música porque traigo una noticia muy alegre.
    -¿Qué noticia, maestro? -preguntó Abeja.
    -Ma-es-tro. Di-ga-la-no-tiii-cia -logró decir el lento Caracol.
    -Resulta que a Zunzún se le ocurrió que en nuestro palmar debíamos tener una revista.
    -¡Una revista! -gritaron sorprendidos.
    -Sí, una revista que tenga todo lo que nos gusta leer.
    Cuando me contó la idea empezamos el trabajo. Lo primero fue reunir a las amigas y amigos que les gustara escribir o dibujar; los colores los regalaron el mismo Zunzún y su familia; con hojas de plátanos que Lechuza nos tiñó de blanco, tuvimos el papel. Después trabajamos calladitos para dar la sorpresa.
    Todos tenían la boca abierta. Pitirre fue el primero en cerrarla, engrifó su moñito y gritó:
    -¡Viiiiva!
    Los demás corearon:
    -¡Viiiva! ¡Viiiva! -mientras aplaudían contentos.
    -¿Y cómo se va a llamar la revista? preguntó Pittirre.
    -Dirás tú cómo se llama -contestó Compay Grillo.
    Y todos volvieron a gritar y a palmotear. En medio del escándalo Compay tocó el ¡atención! en su violín y preguntó:
    -¿Quieren o no quieren saber cómo se llama?
    -¡Siiiii!
    -Pues, como Zunzún fue el de la idea, la revista lleva su nombre:
    ZUNZÚN.
    -¡Viiiva!¡Viiiva! -otra vez los gritos y palmadas.
    -¡Suuuch! ¡Silencio! Acabo de oír el zumbido de Zunzún. Mariposa, busca una flor bien dulce para recibirlo, una campanilla blanca.
    Mariposa llegó casi al mismo tiempo que Zunzún con su carga de revistas. Y después que le cantaron y se chupó el néctar de la flor sin dejar de volar, comenzó a repartir los primeros ejemplares, en la fiesta más linda que ha habido en el palmar.

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