lunes, 20 de agosto de 2012

El viejo guardián

    El viejo guardián
    Texto: Héctor Quintero
    Ilustración: MAD

    El viejo guardián
    Yon era un niño japonés que vivía con su abuelo en la cima de una montaña en medio de los campos de arroz. Desde allí, el pueblecito que estaba abajo, entre la montaña y el mar, parecía de juguete. El abuelo cuidaba de los extensos arrozales del pueblo.
    Un día, en que el viejo guardián miraba al horizonte, vio que una ola grande y negra se elevaba hasta el cielo. Corrió hacia la casa, cogió una rama encendida de la chimenea y gritó: -Yon, Yon, trae otra.
    El pequeño, aunque no entendía, salió tras el anciano, quien lanzó su tea sobre un arrozal , al tiempo que decía:
    -¡De prisa, Yon, prende fuego a los campos!
    El pequeño pensó que el abuelo había perdido la razón, pero obedeció, tiró su antorcha y se encendieron los arrozales.
    Desde abajo, los habitantes del pueblecito vieron sus campos arder y salieron alarmados dando gritos, hasta las mujeres con los niños en la espalda. Nadie quedó en el poblado.
    Al llegar preguntaron:
    -¿Quién ha sido? ¿Por qué lo ha hecho?
    El viejo guardián dijo con serenidad:
    -He sido yo. Mirad al mar.
    Entonces vieron cómo, un tsunami o sea, una ola gigantesca, avanzaba hacia la costa, penetraba en la tierra, y arrasaba con cuanto encontraba a su paso. En pocos minutos el pueblecito desapareció.
    El viejo guardián miró satisfecho a todos los habitantes, bien seguros en la cima del monte. ¡Los había salvado con la ayuda del pequeño Yon!

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