sábado, 18 de agosto de 2012

MAMERTO Y EL CAMALEÓN

MAMERTO Y EL CAMALEÓN


Un día, durante un viaje con el colegio, Mamerto dejó a sus amigos y fue a dar un paseo entre los árboles. Mientras descansaba apoyado en un árbol oyó la voz de un tronco que estaba en el suelo.
“Hola, Mamerto”, dijo la voz. “¿Estás cansado?”
Mamerto no podía dar crédito a sus oídos. Cuando se fijó detenidamente en el tronco, se dio cuenta de que sobre él había una criatura de un color tan idéntico al mismo que le resultaba difícil distinguirla.
“¿Quién eres?”, le preguntó. “Me ha costado mucho trabajo encontrarte. ¡Tu color y el del tronco en el que estás sentado son exactamente iguales!”
“Soy un camaleón”, dijo la criatura, que se parecía a un lagarto. “Para protegerme del peligro, cambio de color según el entorno en que me muevo.”
“¿Cómo haces algo tan sorprendente?”, preguntó Mamerto intrigado.

“Déjame que te lo explique”, dijo su nuevo amigo. “Dispongo de una sustancia colorante llamada “cromatóforo” en mi piel. Esto me permite cambiar de color para camuflarme con el medio que me rodea. Este cambio de color ocurre gracias a la distribución y agrupamiento de varias sustancias y pigmentos de mi sistema nervioso. Así, aunque me mueva muy despacio, puedo vivir sin que se fijen en mí y estoy a salvo dondequiera que vaya. Puedo cambiar de color en quince minutos. Pero, si estoy enfadado, me salen lunares de color naranja oscuro y marcas de color rojo oscuro para avisar a otros animales.”
“¡Es realmente increíble!”, exclamó Mamerto. “Me pregunto si cuentas con alguna otra característica especial.”
Su amigo sonrió feliz: “Mis ojos se mueven independientemente el uno del otro. Puedo mirar hacia atrás y hacia abajo. Desde luego, no contaría con ninguna de estas peculiaridades si la naturaleza no hubiese querido que las tuviera. la vida o la naturaleza me dio todo lo que necesito para sobrevivir.”
 Mamerto lo observó un poco más de cerca. “Resulta difícil distinguir tus ojos.”
“Para que no atraigan la atención de mis enemigos, Mis ojos está cubiertos de escamas con el fin de que fuesen igual al resto de mi cabeza. Como puedes comprobar, estoy diseñado de manera que pudiera hacer frente a cualquier cosa que me sucediese.”
“De ahora en adelante”, dijo Mamerto, “me fijaré con más atención en las cosas que me rodean. “Adiós, Mamerto”, dijo el camaleón mientras se camuflaba de nuevo con el paisaje.

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