MAMERTO Y EL PATO.

 
MAMERTO Y EL PATO.
 Un día, el tío de Mamerto lo llevó a un sitio que había estado 
esperando visitar durante mucho tiempo. Se trataba del zoológico, donde 
podía ver en vivo a los animales sobre los que siempre había leído en 
los libros y revistas y que había visto en televisión. El viaje fue 
largo, pero divertido.  Por fin llegaron al zoo. Mamerto lo miraba todo 
asombrado. Nunca antes había visto tantos animales diferentes juntos en 
el mismo lugar. Cuando llegaron a la sección de las aves, Mamerto dejó a
 su tío y se fue a la zona de los patos. “¡Qué ave tan bonita!”, exclamó
 al ver uno de ellos. “Gracias”, le respondió una voz. Mamerto miró a su
 alrededor, pero allí no había nadie más. Entonces se dio cuenta de que 
era el pato que estaba mirando el que había hablado.
 “Hola”, dijo el
 pato. “Gracias por tu amable comentario. Además de una bella apariencia
 también cuento con otras peculiaridades interesantes, ¿lo sabías?”
 Mamerto respondió con entusiasmo: “No, pero me gustaría que me las contaras, por favor.”
 El pájaro se acomodó en una confortable rama y empezó su relato: 
“¿Sabías que podemos volar muy rápido? Cuando volamos, los patos podemos
 viajar a más de 50 Km. /h. Lo que es más, cambiamos de dirección 
continuamente para evitar que nos atrapen los predadores. Y, cuando 
necesitamos bucear bajo el agua, lo hacemos tan deprisa que somos un 
blanco difícil para los cazadores.”
 A Mamerto se le pusieron los 
ojos como platos: “Para un ave, eso es volar muy rápido. ¿Quieres decir 
que tus enemigos te obligan a volar tan deprisa?”
 “Sí, Mamaerto”, 
contestó el pato. “Déjame ponerte un ejemplo. Nuestros amigos los patos 
de la nieve son normalmente el blanco de un interesante método de caza 
que tienen las gaviotas. Éstas los atacan sin cesar desde el aire y les 
hacen que se lancen al agua a bucear. Siguen acosándolos hasta que 
tienen que salir a la superficie, sin aliento e indefensos. Entonces los
 atrapan abalanzándose sobre ellos y picoteando sus cabezas. Sin 
embargo, las gaviotas no siempre ganan la batalla. Los patos de la nieve
 cuentan con sus propios métodos de defensa. Si divisan una gaviota en 
el cielo, inmediatamente se reúnen en grandes grupos. Esto hace que una 
gaviota no pueda perseguir a un solo individuo de entre tal cantidad de 
patos que bucean y, al final, se canse y abandone la cacería.”
 “¡Qué inteligentes que son esos patos!”, se maravilló Mamerto. “¿Cómo son capaces de hacer algo así?”
 “La respuesta es obvia, Mamaerto”, respondió el pato. “Es Dios, quien 
creó a los patos y a todos los demás seres vivos, el que les enseña cómo
 protegerse.”
 “Muchas gracias, querido pato”, dijo Mamerto. “Hoy me 
has proporcionado mucha información y me has recordado los signos de 
Nuestro Señor. Hasta luego”, dijo mientras volvía para reunirse con su 
tío.
 
 
 
          
      
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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