sábado, 18 de agosto de 2012

MAMERTO Y EL PATO.

MAMERTO Y EL PATO.
Un día, el tío de Mamerto lo llevó a un sitio que había estado esperando visitar durante mucho tiempo. Se trataba del zoológico, donde podía ver en vivo a los animales sobre los que siempre había leído en los libros y revistas y que había visto en televisión. El viaje fue largo, pero divertido. Por fin llegaron al zoo. Mamerto lo miraba todo asombrado. Nunca antes había visto tantos animales diferentes juntos en el mismo lugar. Cuando llegaron a la sección de las aves, Mamerto dejó a su tío y se fue a la zona de los patos. “¡Qué ave tan bonita!”, exclamó al ver uno de ellos. “Gracias”, le respondió una voz. Mamerto miró a su alrededor, pero allí no había nadie más. Entonces se dio cuenta de que era el pato que estaba mirando el que había hablado.
“Hola”, dijo el pato. “Gracias por tu amable comentario. Además de una bella apariencia también cuento con otras peculiaridades interesantes, ¿lo sabías?”
Mamerto respondió con entusiasmo: “No, pero me gustaría que me las contaras, por favor.”
El pájaro se acomodó en una confortable rama y empezó su relato: “¿Sabías que podemos volar muy rápido? Cuando volamos, los patos podemos viajar a más de 50 Km. /h. Lo que es más, cambiamos de dirección continuamente para evitar que nos atrapen los predadores. Y, cuando necesitamos bucear bajo el agua, lo hacemos tan deprisa que somos un blanco difícil para los cazadores.”
A Mamerto se le pusieron los ojos como platos: “Para un ave, eso es volar muy rápido. ¿Quieres decir que tus enemigos te obligan a volar tan deprisa?”
“Sí, Mamaerto”, contestó el pato. “Déjame ponerte un ejemplo. Nuestros amigos los patos de la nieve son normalmente el blanco de un interesante método de caza que tienen las gaviotas. Éstas los atacan sin cesar desde el aire y les hacen que se lancen al agua a bucear. Siguen acosándolos hasta que tienen que salir a la superficie, sin aliento e indefensos. Entonces los atrapan abalanzándose sobre ellos y picoteando sus cabezas. Sin embargo, las gaviotas no siempre ganan la batalla. Los patos de la nieve cuentan con sus propios métodos de defensa. Si divisan una gaviota en el cielo, inmediatamente se reúnen en grandes grupos. Esto hace que una gaviota no pueda perseguir a un solo individuo de entre tal cantidad de patos que bucean y, al final, se canse y abandone la cacería.”
“¡Qué inteligentes que son esos patos!”, se maravilló Mamerto. “¿Cómo son capaces de hacer algo así?”
“La respuesta es obvia, Mamaerto”, respondió el pato. “Es Dios, quien creó a los patos y a todos los demás seres vivos, el que les enseña cómo protegerse.”
“Muchas gracias, querido pato”, dijo Mamerto. “Hoy me has proporcionado mucha información y me has recordado los signos de Nuestro Señor. Hasta luego”, dijo mientras volvía para reunirse con su tío.

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