miércoles, 22 de agosto de 2012

LA LECTURA DEL ANALFABETO

LA LECTURA DEL ANALFABETO

     El analfabeto tomó del revés el libro que le habían regalado, lo abrió por la primera página  y eso fue el principio de su locura continuada. Miles de veces había intentado aprender a leer pero, por altas o por bajas, por feas o por guapas,  siempre perdió las intenciones y las sustituyó por otras nuevas.

   -¡Cuántas historias me estaré perdiendo! - Decía o comentaba con los amigos. Esos buenos amigos que, de vez en cuando, dedicaban un poco de su tiempo a leerle una carta, un diario, un cuento famoso...
       En realidad, él, era consciente que la lectura  ampliaba el campo de la mente, que podía transportarlo  a otros mundos, a otras dimensiones que en la vida real  no tendrían cabida. Sería como válvula de escape para salir a un área de servicio en la autopista de la vida.

       En estos pensamientos estaba cuando todas las letras de su libro regalado y de la primera página se escurrieron lentamente y se esparcieron por el suelo como en un plato con una sopa de letras. Un puzle sin solución para él en aquellos momentos.

     Quedó paralizado viendo el desorden y la nítida blancura de la página del libro que tenía entre las manos.

       -" Yo no he hecho nada". "Esto es cosa de la estación de servicio en donde me he detenido" - se decía a sí mismo -. 
    El problema es que no tenía coche ni permiso de circulación. ¿Cómo era esto posible?

       Si no sirves para leer, para ampliar el campo de tu mente, deberás dedicarte a barrer la cultura que escriben los demás y que se vuelve a escapar a borbotones entre las manos. Una cultura de color rojo intenso que, su falta, te adelgaza o engorda con facilidad. Las venas se atiborran de varices  y pierden la alegría de la comunicación entre los vasos sanguíneos. 
      Te fuerzan a ser uno más del montón, lleno de achaques, de dimes y diretes, de “sálvames” y entierros, donde puedes despellejar a los demás, aunque estén muertos,  por lo que escuches o supongas, pero nunca lo podrás confirmar y asegurar porque tu cultura ha alcanzado ya, entre líneas,  su fecha de caducidad.

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