martes, 20 de marzo de 2012

El afán de superación, un cuento para niños

El afán de superación, un cuento para niños

Agustina puede con el 'El reino de los mil escalones'. La lucha de una niña con parálisis cerebral se presenta al público infantil burgalés el próximo 21 de marzo en el Cordón.
MARTA CASADO/Burgos
Agustina tiene la mala suerte de que un lío con el cordón umbilical le genera una movilidad y reacción a los estímulos distintas. Tiene parálisis cerebral. Pero eso no le impide luchar día a día contra la sobreprotección de sus padres. Consigue comer sola, vestirse sola, lavarse sola y le pide una y otra vez a su madre «déjame probar una vez». Y no es fácil. Tiene una misión complicada, poder ir al colegio sola en un pueblo lleno de impedimentos para su silla de ruedas y, además, es la salvadora que deberá luchar contra el gigante cuyos caprichos tienen atemorizado a El reino de los mil escalones.
Ésta es el argumento de la primera publicación nacional destinada al público infantil en el que se desdramatiza y divulga la realidad de la discapacidad y la parálisis cerebral.  «Hace un tiempo trabajé con Apace León, conocí a personas con parálisis cerebral y me di cuenta del desconocimiento que existe entre la sociedad de su realidad y lo difícil que era hacer ver esa realidad a los demás», afirma el autor del libro Manuel Ferrero. Él estará junto a un cuentacuentos en la presentación que por primera vez se hace de este libro en Burgos. Será en el Cordón el próximo 21 de marzo a las 20 horas. «Se trata de un espectáculo de 45 minutos con diferentes actuaciones y cuentos que tienen que ver con la historia que presentamos», afirma Ferrero.
El libro, con ilustraciones de Laura García Becares, narra la vida de «una heroína de las de verdad y no de los ganapanes que nos venden en la televisión y permite informar a los más pequeños de lo que es la discapacidad pero lo hace en clave de humor, de forma divertida para que el niño adapte lo que se cuenta, lo asuma y lo difunda entre su familiar», afirma Ferrero quien considera que «es la mejor forma para poder cambiar la percepción que de la discapacidad tiene la sociedad». Un libro que «ofrece al niño herramientas para hablar y tratar con naturalidad a personas con parálisis cerebral», concluye el autor.
El libro se editó en diciembre del año 2010 por la editorial leonesa Lobo Sapiens y ha contado con la estrecha colaboración en su desarrollo, edición y presentaciones por toda Castilla y León de Aspace Castilla y León. El libro ya se ha presentado en toda Castilla y León «tras Burgos sólo nos faltará Segovia, Ávila y Soria» asegura el autor para quien el balance de este año de presentaciones ha sido «positivo, la sensación que se queda es que es divertido y gusta a los niños y aportar mi grano de arena para ofrecer luz sobre estos temas me llena de satisfacción y plenitud». De presentación en presentación, Ferrero sigue utilizando la literatura infantil como herramienta para desdramatizar y educar sobre la discapacidad y ya ha editado su cuarto libro, Anastasia la valiente, una niña con Síndrome de Down.

jueves, 15 de marzo de 2012

El Toro

El Toro

La negra figura del toro se encuentra indefectiblemente unida al hombre ibérico desde tiempos primitivos. Ocres legados de firmes trazos así lo testimonian en cuevas y abrigos rocosos, donde, antes de que naciera la historia, ya se reflejó la muy particular relación mantenida con el perdido uro. Divinidad o mito, representación de fuerza y fiereza o mimada res doméstica, las diversas culturas que poblaron Iberia hicieron de esta especie su principal referencia en el mundo animal. El toro y el hombre estaban destinados a convivir y a combatir, a relacionarse, íntimamente, en un lugar que, para muchos, no es más que una extensa y curtida piel de toro.

Redacción © revistaiberica
 
La negra figura del toro ha estado desde tiempos remotos unida al hombre. Los textos bíblicos son la primera referencia escrita que existe sobre el toro. Dios hizo el mundo y lo pobló con infinitas especies, entre ellas, el toro y, por supuesto, el hombre. Uno y otro han convivido durante siglos e, incluso, antes de las referencias sagradas, las tribus primitivas significaron la atracción que les producía dicho animal sobre las calizas rocas de sus cavernas. Misterio negro encabezado de astifinas cuernas que, en la Biblia, corresponde a los mismos símbolos representados por bueyes, novillos, becerros y vacas.

Antiguamente, el apelativo de buey referenciaba toda la raza bovina. Ahora, el buey ha sido toro y el toro no ha sido buey. Este designa al animal de trabajo; aquél, al criado con mimo y regalo, cuyo destino es el sacrificio, bien por el culto a Dios, bien para manutención del hombre. El bos (buey) representa fortaleza, fiereza y acometividad violenta, riqueza y opulencia, gratitud, fecundidad, soberbia, alegría y hermosura. Las citas son abundantes: el Libro de Job contiene a Ron, especie de toro salvaje de "dos metros de alto" y Basau era el lugar donde se criaban, en ganaderías, los toros más gordos y bravos.

El simbolismo del buey tenía su mayor expresión en los sacrificios efectuados en los días festivos marcados por la antigua ley. Pascua, en primavera; Pentecostés, en verano; y Tabernáculos, en otoño, eran los momentos elegidos para la muerte, entre aclamaciones, de toros sacrificados a la divina justicia. Sin olvidar que, junto con el león, el águila y el hombre, el toro es uno de los cuatro animales simbólicos del Apocalipsis, los más poderosos de la tierra, atributos de San Marcos, San Lucas, San Juan y San Mateo.

Festejos similares a los celebrados por los griegos, quienes sentían predilección por el toro y, con él, celebraban fiestas en honor de los dioses que, a su vez, recibían sobrenombres taurinos. En Tesalia, tenían lugar las taurocatapsias (de tauro y de kataptein, que significa ligar) donde los jinetes corrían tras los toros hasta cansarlos. Luego, los cogían por las defensas y los derribaban, torciéndoles el cuello. Este fue el espectáculo - según testimonio del naturalista Plinio - que el emperador romano Julio César introdujo en el circo romano un siglo antes de la Era Cristiana. Incluso, Rodrigo Caro afirma en sus "Días geniales o lúdricos" que las diversiones de Tesalia pasaron a Iberia, por lo que "a los toreadores llamaban tesalos".
Mas, la presencia del toro como significante no ocurre sólo en la Biblia. El hombre troglodita también encontró en su efigie un destacado motivo para expresar, en sus pinturas, su forma de vida. En las cavernas del norte español, de la Aquitania francesa y en el arte cuaternario de Cantabria se conservan los trazos de bien armados toros. Un mágico intento de cazar animales a través de la pintura; un modo mágico de aumentar su producción y mutiplicación, pero, sobre todo, pruebas palpables de la existencia prehístórica del bravío animal y de que ya era cazado.

Precisamente, en la Edad Cuaternaria, los hielos de la última glaciación empujaron hacia el templado sur a muchas especies animales que alcanzaron la zona cántábra. Junto a los rebaños de renos, el elefante lanudo de grandes colmillos retorcidos, el rinoceronte de tabicada nariz, los caballos y las cabras silvestres, el gran oso, el león y la hiena de las cavernas llegaron los bisontes, los toros salvajes que constituyeron el origen del toro bravo español.

Los dibujos de bóvidos en grutas y abrigos se encuentran, por ello, distribuidos por toda Iberia, destacando los de Asturias (Peña de Candamo, Buxu, Loja, Pindal, Tito Bustillo), Santander (Altamira, Pasiega, Castillo, Covalanas y Hornos de la Peña), Vizcaya (Basondo, Santimamiñe y San Martín), Guipúzcoa (Altxerri y Cestona), Soria (Balonsadero), Cuenca (Peña del Escrito, Rambla del Enear y Marmalo), Teruel (Prado del Navazo y Callejón del Plou), Lleida (Cogul), Tarragona (Montsía y Valltorta), Castellón (Remigia), Albacete (Minateda y Venado), Murcia (Cantos de Arabí y La Pileta) y Cádiz (El Arco).

Las pinturas rupestres demuestran que el toro ya existía en España antes de la llegada de los celtas. El uro. Son pruebas de un antiquísimo culto del toro, como demuestran los testimonios de Diodoro. La figura del toro salvaje se representa de forma naturalista: marcada corpulencia y fuerza, en especial los cuernos. A veces, el hombre se encuentra junto a él como cazador. En algunos lugares, se produce una antropomorfización del toro, pero en Iberia su figura está ligada a la magia del mundo vegetal, del animal o del humano. De un ser ligado a la tierra, sobre la que se yergue su figura benéfica, presente en el mundo humano como amigo aristocrático y familiar, cuyo máximo prestigio nace de su poder generativo.
El arte rupestre se complementa, además, con el hallazgo de monumentos arqueológicos referentes a la existencia del toro y a su condición de protagonista en lo que, luego, fue un espectáculo de masas. Ejemplo de ello son la Piedra de Clunia (estela taurina donde un toro acomete a un hombre armado con un escudo y una espada), el Vaso Historiado de Liria (en el que, dos o tres siglos antes de Cristo un cornalón se enfrenta a dos cazadores con sendas mazas) o los conocidos Toros de Guisando.

Los fósiles y los restos prehistóricos también evidencian la presencia del toro en España miles de años antes de que pudieran traerlo celtas, por el norte; griegos, por el este; y africanos, por el sur. Así sucede en la santanderina cueva de Pando, los yacimientos del Pisuerga y del madrileño valle del Manzanares, lugar al que acudían las reses a beber y donde serían cazados y descuartizados por el hombre.

Los terrenos cuaternarios cuentan con fosilizados restos del uro, la forma primitiva del bóvido actual. Este toro salvaje del neolítico está considerado como el único ascendiente de todas las razas actuales y habitaba las tierras de Iberia e Inglaterra, desde el oeste de Europa hasta China. En unos y otros sitios, sería domesticado para obtener carne, leche, pieles y fuerza para el trabajo, motivo suficiente para lidiarlos. Por ello, la caza se convirtió en un combate donde la bravura y la nobleza de la bestia, la ciega acometividad para la pronta embestida y la ausencia de malicia y astucia para no ser engañado sugirió al hombre la idea de sortear al animal hasta dominarlo y vencerlo.

El toro primigenio fue un animal feroz que los alemanes llaman auerochs y los germanos y celtas debieron conocer por la similar voz de auroch (de aur, salvaje; y och, toro). Esta, en latín, sonaba como el vocablo urus, que Julio César introdujo en su idioma y correspondía a un cuadrúpedo enorme y muy peligroso. Debió ser, en cualquier caso, muy distinto de aquéllos cuya cruz se alzaba a casi dos metros de altura. Mas, aún así, gozaría de dos largos cuernos y de pelo negro en los adultos, castaño oscuro a veces, con un listón blanco en el espinazo, y más claro en terneras y becerros.

El uro habitó los bosques de la Europa central y nórdica, hasta que desapareció como especie durante la Baja Edad Media. No obstante, perduraba al principio del siglo XV en los bosques lituanos, cerca de Prusia, y, aún dos siglos después, en el bosque polaco de Jaktorowka, al suroeste de Varsovia. Incluso, representaciones de este bos primigenius se han encontrado entre los ríos Tigris y Eufrates.

El arte rupestre se complementa, además, con el hallazgo de monumentos arqueológicos referentes a la existencia del toro. El toro español
Como raza propia, el llamado toro español es, básicamente, un auroch o uro más pequeño, resultado final de su mezcla con determinadas especies llegadas desde Africa. De hecho, el toro asiático, venido del norte, mostró bravura sólo en Navarra, consecuencia de una vida salvaje y apropiada alimentación. Por su parte, el africano ligó bien en sus cruces con el bravo ganado que ya pastaba en las marismas andaluzas. El resultado de la mezcla de estas reses con las primeras y con las indígenas del centro de España se impuso sobre el ganado palurdo característico de las serranías jiennenses y sobre el morucho de campos castellanos.

La traslación de éstos últimos hacia ramificaciones navarras ofreció el antiguo toro castellano, de ya olvidada existencia. Al igual que, en la actualidad, el ganado céltico, característico por sus cuernos verticales y por sus pintas rojas, amarillentas y aleonadas, constituye, para algunos tratadistas, la raza denominada bos taurus celticus, esparcida por el norte de España y Portugal.

Ante semejante mezcolanza entre unas y otras razas, no se debe obviar que las pinturas rupestres indican que el toro existía ya en España antes de la llegada de los celtas, por lo que esta especie ya sería propia. Igualmente, entre el fiero auroch y los mansos bóvidos de otras regiones, destaca que el sur penínsular ofreció siempre reses de bravío temperamento.
Y sólo la evolución del toreo, de la caza al deporte de caballeros, ha fomentado el posterior desarrollo del toro, desde que, en los inicios del siglo XVII, se constituyeron, como tales, las primeras ganaderías, encargadas de afinar la crianza selectiva. Así, cuando comenzó el toreo a pie era fácil deslindar la geografía del toro y notorias las diferencias entre el navarro, el castellano y el andaluz, aunque, en todos ellos, se buscara potenciar la fiereza.

Para ello, el despoblado campo proporcionaba enormes extensiones de terreno adehesado para los toros, cuya crianza no entrañaba ninguna dificultad. Las ganaderías de reses bravas crecieron desde el siglo XVII e, incluso, algunos datos aislados apuntan a fechas anteriores. No obstante, el desglose de las reses más bravas, con destino a las corridas, no se produjo hasta principios del siglo XVIII, época en la que aparecen abundantes nombres de ganaderos y de lugares de pastoreo.

Las castas
Por ejemplo, en 1606, consta, en Aranjuez, la ganadería del Real Patrimonio y, en Talavera, en el pago del Soto, la de Francisco Meneses Martínez. En 1618, aparece Juan Sánchez Jijón. En 1638, destaca Gaspar Valdés, en competencia con la de Fabiana, tan popular, que ni siquiera se menciona su apellido. En 1646, se inicia como ganadero Antonio Madrid Mostacero, de la toledana Consuegra, y un largo etcétera que demuestra la existencia, ya en el siglo XVII, de definidas ganaderías y distintivos marcados a fuego con hierro.

Todas ellas han cuidado al toro. Lo han mimado y lo han criado buscando potenciar determinadas características hasta crear lo que se conoce como castas. Tal término hace referencia al conjunto o sucesión de individuos de la misma especie, de origen común y caracteres similares, transmisibles por generación. Cada casta o encaste constituye una familia o gran variedad de la especie y su distinción se funda en el tipo, conformación, condiciones de lidia...
Dentro de la especie, las variedades Navarra, castellana y andaluza presentan las características más peculiares, por lo que podría decirse que constituyen las castas esenciales. El toro andaluz de piel suave, extremidades cortas, lomos rectos, poder y nobleza. El toro castellano de pelo más basto, corpulencia y extremidades largas, mucha cuerna y resistencia. El toro navarro, poco corpulento, cornicorto y bravo. Sin embargo, Navarra, Castilla y Andalucía tienen tal variedad de toros como para distinguirlos y clasificarlos como de distinta casta.

Hoy, en términos generales, están bastardeadas aquellas razas que tanta fama dieron a sus primeros criadores. Perduran la de Vistahermosa y, menos pura, la de Vázquez. Apenas queda de las de Jijón y Cabrera. Hoy, ya casi no hay diferencia de castas, ni de pintas, ni de tamaños, ni de encornaduras, ni de poder, ni de tipos y condiciones de lidia. Casi todos los toros son negros, pequeños, aunque sean finos, pastueños, dóciles. Toros monótonos de aspecto y de acción, que se prestan y contribuyen al estilo del toreo al uso.
Los toros de las fotografías pertenecen a la ganadería de Vitorino Martín en su dehesa de Moraleja (Caceres).

 

lunes, 12 de marzo de 2012

Cuéntame un cuento, Mango

Cuéntame un cuento, Mango 

Ayer cuando caminaba por el sendero del bosque, me encontré un árbol contando cuentos, me le acerqué y le dije: - ¿Cómo te llamas? Y me contestó: - Me llamo Mango, el árbol cuenta cuentos, - ¡oh!, le contesté yo.
¿Quieres que te cuente un cuento? – Claro me encantaría, le dije.

Él comenzó así:-  Te voy a contar el cuento más hermoso de todos los tiempos, - ¿Cuál es? Le pregunté yo - Es la historia de mi vida, empieza así: Había una vez en el bosque, un árbol que quería hacerse famoso contando cuentos, todos los domingos al atardecer, Mango llamaba a todos los animales del bosque para contarles un cuento, siempre les
 Contaba uno diferente sobre magos, hechiceras y duendes, pero de repente, los animales dejaron de escuchar los cuentos de Mango por que preferían jugar con las computadoras del bosque. Así que Mango dejó de contar cuentos por un largo tiempo y se puso muy triste.
Pero un día se dijo: ¡Quiero seguir contando cuentos! ¿Pero cómo? ¡Ah! ya lo sé, voy a poner un letrero en mi tronco y así los niños que quieran escuchar cuentos se acerquen a mi sombra.  Y así lo hizo, el letrero decía: “Se cuentan cuentos, ven y escúchalos”.

Una ardilla que era muy buena amiga de Mango, lo vio haciendo su gran plan y ella se encargó de decirles a los demás animales del bosque, que les avisaran a los humanos del gran show  de Mango.

Y en el primer día, llegaron muchos niños, que  quedaron encantados con los cuentos de Mango, así que los niños le contaron a sus primos, hermanos, mascotas, padres, tíos, vecinos… y pronto Mango se empezó a hacer famoso, pero un día Mango decidió hacerse una empresa de cuentos, unos animales contaban cuentos, otros los ilustraban y otros eran parte de la Junta Directiva, que se encargaba de contar los cuentos que vendían en los mercados, era toda una empresa.  Un día de tantos, la ardilla quien era la secretaria, y además les exponía a los Ministros, cómo eran sus planes para vender más cuentos, llegó con una gran noticia para la Junta Directiva.
La ardilla dijo:- Les tengo una gran noticia,  - ¿Cuál es? le preguntó Mango.
– Nos llamaron para hacer todos juntos un cuento en La Isla Cuéntame un Cuento. -¿La Isla Cuéntame un Cuento?
-Nunca había oído hablar de ella.
- Yo tampoco, pero un piloto conejo llamado Pino, nos va a llevar.
-  ¡Genial! dijo Mango
- ¿Qué historia contaremos?, porque habrá mucha gente que le interesa mucho escuchar nuestros cuentos, dijo el perro que era el ilustrador.
- No se preocupen, déjenme eso a mí, Mango se fue con cara de preocupación.
Pasó una semana, Mango estaba pensando, pero de repente apareció la ardilla y le dijo:
 -¡Mango!, ¡Mango!, ¿Qué haremos, qué haremos?
-¿Por qué? ¿qué ha pasado?
Preguntó Mango asustado.
-¡El viaje a la isla cuéntame un cuento es hoy en cinco minutos, hay que ir al aeropuerto y aún no tenemos la historia que contaremos!!!!
- ¡Ay no!, qué vamos a hacer! dijo Mango, él y su amiga, pensaron y pensaron, y de pronto Mango dijo -¡Ya sé!!!!!! – ¿Qué sabes?
-Cómo hacer la historia…….
Cuando llegaron al aeropuerto, Mango cogió una computadora y se puso a escribir…
SEAN BIENVENIDOS AL GRAN SHOW, se escuchaba, en el escenario, estaba totalmente lleno, Mango dijo a los animales que le siguiera la corriente, empezaron así: -Había una vez, en una pequeña parte del bosque, una empresa de animales mágica, que se dedicaba a escribir cuentos muy bonitos, que se vendían mucho, hubo un momento, que entró un pequeño arbolito llamado Mango, que tenía una gran imaginación, siempre escribía unos hermosos cuentos…. Y una vez, se le ocurrió escribir un libro, tardó muchos meses en terminarlo, pero todo el mundo lo leyó y le encanto, este se llamaba “LA HERMOSA VIDA DE MANGO”………
FIN
Pero… qué pasó, dije yo, ¿Ya terminaste la historia de tu vida Mango?
-       Si, me dijo él.
-       Pero que pasó después, le volví a repetir….
-       Lo que pasa, querida, es que, mi vida, fue esa…….
-       -¿Pero cómo, no comprendo?
-       -Yo viví, una hermosa vida de famoso.
-       -¿Y ya terminó?
-       -Yo ya soy muy viejo, me dijo.
-       Cuando era pequeño, una hechicera me dio un hechizo, me daría cualidades de humano, hasta que viviera una gran vida.
-       ¿Y ya la viviste? Le pregunté yo
-        Sí, me dijo él, volviéndose un árbol común y corriente.

Este cuento, fue escrito, con el corazón, es para todo el que lo quiera leer, pero yo les pido, por favor, que lo lean con amor y atención, si  logras comprender, esta breve historia…….. Es por que, de verdad, lo leíste con el corazón.

Este para mí, es el cuento más profundo, que he escrito.
¡Que lo disfrutes! Kari.