domingo, 27 de octubre de 2013

El oso engañado por la zorra

El oso engañado por la zorra


- cuento escrito por Ion Creanga en 1880.

Erase una vez una zorra muy astuta, como todas las zorras. Había caminado toda la noche a por comida, pero no encontró en ningún sitio. Al amanecer, la zorra se puso al borde del camino y se sentó bajo un arbusto, pensando en qué podría hacer para conseguir algo para comer. De repente olió a pescado. Levantó su cabeza y, mirando a la largo del camino, vio que venía un carro tirado por bueyes. 

- ¡Qué bien! pensó la zorra. Aquí está la comida que tanto esperaba.
 
Sale y se tumba en medio de la carretera como si estuviera muerta. El carro se acercó y el que lo conducía observó a la zorra. Pensando que estaba muerta, paró a sus bueyes y se acercó, la miró y viendo que no respiraba, dijo:

-Bre, bre! ¿pero cómo se murió está zorra aquí? ¡Tiii!...¡qué traje le haré a mi mujer con su piel!

Diciendo eso, cogió a la zorra y la tiró en el carro lleno con pescado. Luego gritó: "¡Vamos, Joian, vamos Bourean! Los bueyes siguieron el camino.

El campesino impulsaba a los bueyes para que fueran más rápido. Quería llegar lo antes posible a casa para tomar la piel de la zorra.  Pero al empezar el camino, la zorra comenzó a empujar los peces del carro. El campesino conducía, el carro sonaba y los peces caían.  Después de tirar varios peces en la carretera, bien... saltó del carro y, con mucha prisa, empezó a recogerlos. Tras tenerlos a todos, empezó a comer...ya que tenía mucha hambre!
Justo cuando empezó, llegó allá el oso.

- ¿Qué buena mesa! amiga. Y ¡que peceeees! ¡Dame a mi también!.. que tengo muchas ganas.
- ¡Puedes poner tus ganas en el clavo! Yo no trabaje tanto para que coma otro. Si tienes tantas ganas ¡ve y mete tu cola en la charca!, como yo, y tendrás muchos peces para comer.
-¡ Enséñame! , amiga, por favor! Yo no sé cómo atrapar peces.

Entonces la zorra sonrió con sus dientes y dijo:

- Anda, amigo! ¿ No sabes que la necesidad te lleva adonde no es tu voluntad y te enseña lo que ni siquiera estás pensando? Escucha: ¿quieres comer peces? Ve esta noche a la charca que hay al borde del bosque, mete tu cola allá y quédate quieto, sin moverte, hasta al amanecer y ya verás cuando la saques cuántos peces vas a tener, incluso más de lo que obtuve yo!

Sin decir nada más, el oso va rápido a la charca del bosque y mete toda su cola en agua!... En esa noche empezó un viento muy fuerte, que se te congelaba la lengua en la boca y hasta la ceniza que hay bajo el fuego. Se congeló también el agua de la charca y cogió la cola del oso como en una pinza. Después de un tiempo, el oso no aguantó más el dolor causado por el frío y tiro de su cola con todas sus fuerzas. El pobre oso, en vez de sacar peces, ¡se quedo sin cola!

Empezó a gritar y saltar de dolor; enojado con la zorra se fue a matarla. Pero la pérfida zorra sabía cómo cuidarse de la ira del oso. Salió de su madriguera y se metió en el hueco de un árbol. Y cuando vio que el oso venía sin cola, empezó a gritar:
-Ey, amigo! ¿Te comieron los peces la cola o fuiste demasiado ambicioso y quisiste que se quede la charca sin peces?

El oso, viendo que se burlaba de él, se enfadó más y se dirigió hacia el hueco del árbol. Pero no podía entrar allá. Entonces buscó una rama con gancho y empezó a rebuscar en el hueco para que saque fuera la zorra. Pero cuando cogía el pie de la zorra, ella gritaba: " ¡Tira, idiota! a mi me da igual, que tiras del árbol." Y cuando tocaba solo el árbol, ella gritaba: "¡Para, amigo! ¡no tires!, que me estas rompiendo la pierna".

En vano se esforzó el oso y le caía el sudor, ya que no logró sacar a la zorra de allá.

¡Y así es como se quedo el oso engañado por la zorra!

sábado, 26 de octubre de 2013

El payaso maligno

El payaso maligno

Se cuenta que antiguamente los payasos eran contratados para animar todas las fiestas, era rao encontrar a una animadora haciéndolo. Incluso hace menos de 10 año atrás, aún los payasos eran famosos por darle la nota de gracia a los cumpleaños de los niños y a culaquier evento infantil al cual se le solicitara.
En realidad un payaso es un hombre con la cara pintada de blanco y con expresiones exagerdas dibujadas con un lápiz delineador y mucho color, además de ser original con un vestuario exagerado en tonalidad.
El payaso ha sido siempre símbolo que respresenta risa. Pero que sucede cuando el payaso comienza a ser el personaje más temido por los niños?.
Se dice que los niños tienen un sexto sentido para detectar la bondad y maldad en las personas. Los adultos podríamos coanfiarnos de cualquier persona con la cara pintada y con sonrisas por doquier, pero los niños saben lo que está detrás de ello.
Aquella persona de rostro pintado puede convertirse en la pero pesadilla para los niños.
He escuchado que el payaso reconoce a sus víctimas yendo a sus fiestas de cumpleaños, los anima, los alegra durante el día para luego aparecer por las noches en la habitación del pequeño y asesinarlo con sólo verlo a los ojos y llevarse el cadáver.
Han habido muchas muertes inexplicables tras los cumpleaños y las fietsas infantiles que habían sido dirigidos por un payaso.
En todos aquellos casos se encontró un globo atado a una de los barandales de las camas. Nunca más se supo nada de los niños desaparecidos y la historia del payaso asesino aún es un miesterio sin confirmar.

la muñeca encantada

la muñeca encantada

cuenta una conocida historia propagada en su mayoría en el sector mexicano que una niña tuvo una vez una muñeca embrujada. Ésta muñeca era mala.

Era un día normal y la abuela decidió ir al cementerio llevando a su menor nieta. Ella criaba a la niña junto con su esposo.

Cerca de una de las tumbas, la niña encontró una muñeca olvidada. Le gustó mucho y la recogió al instante para mostrarsela a su abuela.

La abuela le dijo que era probable que la muñeca fuera de alguna otra niña a la cual se le debió haber caido. Así que miraron por todos lados para ver si encontraban a alguien que reclamara la muñeca. En realidad a la abuela no le hacía mucha gracias que su nieta se quedara con esa muñeca de extraña procedencia pero como no encontraron a ninguna dueña para la muñeca, la niña se apropio de ella y se la llevó a su casa.

Los primeros días con la ilusión de su muñeca nueva, la niña hablaba sola en su cuarto y jugaba. La abuela escuchaba como la niña jugaba en su habitación.

Pero poco a poco la niña fue volviéndose respondona y malcriada e incluso empezó a dejar de comer.

Cuando la abuelita le preguntaba porque no queria comer ella contestaba que la muñeca no quería que comiera y que a la muñeca no le gustaba que sea buena.
Ella decía que si no hacía lo que la muñeca le decía, la muñeca le pegaría.

La abuela obviemente le comenzó a decir al principio que dejara de jugar y que comiera orque las muñecas no hablaban pero la nieta seguia diciendo con toda seguridad que ella si hablaba con su muñeca.

Cuando las cosas llegaron a un estado crítico, la abuela preocupada escuchó unos gritos de la niña. Escuchó golpes y que la niña lloraba en su habitación.

La abuela fue acorriendo a ver lo que sucedía y cuando abrió la puerta del cuarto se dió con una sorpresa. La niña estaba sobre las piernas de la muñeca y ésta le estaba dando nalgadas e insultando.

La muñeca tenía losojos iluminados de una luz verde y con odio le pegaba a la niña.

La abuela intentó salvar a su nieta, pero la muñeca era muy fuerte y empezó a jalarla de los cabellos. La anciana llamó a su esposo para que la ayudara y entre los dos arrancaron de los brazos de la muñeca a la niña. La muñeca se escapó corriendo por la ventana dejando dentro de la habitación uno de sus zapatos.

Duarante la noche, los perros ladraban y varios vecinos vieron que una figura pequeña rondaba los jardines.

A la mañana siguiente los perros amanecieron muertos, como si alguien con un puño pequeño los hubiese dado mil golpes hasta matarlos.

Todas las noches sucedía algo extraño; así que la abuela decidió consultar con un párroco y éste fue a bendcir la casa y les pidió a la niña y a la abuela que fueran juntas a dejar el zapatito de la muñeca al cementerio donde lo habían encontrado.

Ellas hicieron lo que les dijo el padre y desde ese entonces la muñeca no ha aparecido mas.

LA MUÑECA DE TRAPO VIOLETA

LA MUÑECA DE TRAPO VIOLETA

Quiero contarte ahora algo que ocurrió hace mucho tiempo. Siéntate aquí, junto a mí, y dedícame unos pocos minutos. ¿Quieres un té? ¿No? Bueno, como prefieras. Pero es un té muy rico que hacen especialmente para Navidad. Lo compré pensando en este momento.

En una casa a tan solo unas pocas calles de aquí, vivió hace mucho tiempo una niña que nunca creció. Era una niña bajita y regordeta, con el pelo encrespado en media melena, gafas demasiado grandes para su cara y que siempre que estaba nerviosa, tamborileaba con los dedos en los muebles de la casa. Le gustaba mucho leer, dibujar y pasaba horas y horas soñando despierta. A veces, en el colegio, su maestra tenía que agacharse y hablarle justo a la altura de sus ojos, porque no escuchaba lo que le decían, perdida como estaba en sus ensoñaciones. En esos momentos, se ponía colorada y pedía disculpas muy bajito, susurrando, avergonzada por su distracción. Ella no sabía que su profesora no se enfadaba nunca, aunque simulara estarlo.

En realidad, nadie se solía enfadar de verdad con ella. Nunca. Pero creo que ella no se daba cuenta. A veces, su madre, para llamar su atención, subía el volumen de la música del salón de golpe, un instante. Y su hermano disfrutaba mucho haciéndole salir de su fantasía explotando bolsas llenas de aire. “Eres un chinche”, chillaba ella entonces, y le perseguía alrededor de la mesa, mientras fingía un enfado que a duras penas ocultaba su sonrisa.

Era una niña solitaria, tranquila y silenciosa. Sin embargo, tenía muchos amigos con los que gustaba de ir a jugar a una plazoleta cercana a su colegio. La plazoleta era uno de sus sitios preferidos. Tenía muchos árboles, y estaba dividida en dos partes, una arriba con bancos y una fuente enorme, y otra abajo, donde unas enredaderas colgaban desde el balcón superior, y por un canal en la pared el agua de la fuente descendía hasta un pequeño embalse. Las plantas de la plazoleta, que estaba justo frente al colegio, eran frondosas, y los árboles altos y viejos. Era un lugar fantástico para dejar volar la imaginación. Junto con sus amigos, allí habían asaltado fortalezas, cazado “mantibélulas”, hablado con lobos y volado sobre luciérnagas. Y allí había leído sus libros preferidos, en días soleados y noches templadas.

Y allí había encontrado la muñeca violeta. Una muñeca de trapo no muy grande, de largo pelo de lana morado, con una camiseta violeta y pantalones de peto también morado. La encontró sentada en el banco donde solía leer, y se quedó mirándola durante mucho tiempo, sin atreverse a cogerla. Al fin y al cabo, podía ser de alguna niña que estuviese jugando entonces por allí, y se podría enfadar si la viera en sus manos. Así que se sentó, tímidamente, al otro lado del banco. Abrió el libro que esa mañana había sacado de la biblioteca y comenzó a leer: “En un agujero en el suelo...”. Cada vez que alguien se acercaba al banco, ella miraba de reojo, a ver si se llevaba la muñeca. Pero los minutos pasaban y nadie trataba de cogerla. Continuó su lectura, sentada sobre un pie y apoyada en el banco, no todo lo concentrada que por lo general hubiese estado en las palabras del cuento, y levantando de vez en cuando una mirada de reojo hacia la muñeca, que seguía instalada en el otro extremo del banco, como desde el momento en que la vio.

La tarde calló, y la plazoleta se fue quedando vacía, hasta que al final solo ella y la muñeca violeta permanecían en la oscuridad. La niña, finalmente, se levantó y se puso frente a la muñeca. “Te has quedado sola. ¿O te has perdido? Porque eres demasiado bonita para que alguien te abandone...”. La contempló unos segundos más, esperando una respuesta silenciosa, y entonces, rápidamente, la agarró, la abrazó y salió corriendo, sin parar hasta llegar a su casa, a su dormitorio, donde tras cerrar la puerta para que nadie la viera la despegó de su cuerpo y la contemplo. Parecía sonreírle, con sus ojos violetas y sus labios finos y negros. La miró de arriba abajo, buscando manchas o algún posible roto, o quizá alguna señal de la identidad de su propietario. Pero no halló nada. Y así, con una sonrisa, volvió a abrazarla, dándole la bienvenida a su casa y a su corazón.

Desde esa primera noche, durmió con la muñeca. Aquella niña solitaria había encontrado una compañera tan silenciosa como ella, con el misterio de su identidad alimentando la fantasía de su nueva dueña y acompañándola en sus viajes por el mundo de los sueños. Al principio, no se atrevía a llevarla con ella fuera de casa, pues temía que en cualquier momento, su anterior propietaria apareciese y la reclamase, y entonces hubiese tenido que devolverla, aunque eso le rompiera el corazón. Pero pasadas unas semanas, la llevaba incluso al colegio, donde permanecía dentro del bolsillo de la cartera, oculta pero acompañándola siempre. Y la niña, que antes nunca le importó estar sola, descubrió que siempre quería estar con la muñeca de trapo violeta.

Ese curso y todo el verano siguiente, la niña y la muñeca fueron juntas a todas partes, durmieron siempre juntas y viajaron con la imaginación por cientos de remotos lugares. Cuando leía, lo hacía en voz alta para que la muñeca violeta disfrutase con ella. Si dibujaba, la sentaba a la mesa y le proporcionaba papel y lápices para que, si quería, también dibujase. Y así con todas las cosas que iba haciendo. Y en vacaciones, se la llevó a la casa de sus abuelos en el campo, y con ella exploró los alrededores y se hizo una cabaña junto a unos pimenteros, ocultas de este modo a las miradas indiscretas y jugando siempre juntas.

El otoño llegó y con él la vuelta al colegio. Ese año, la mayoría de sus compañeros habían crecido bastante, y algunos habían dado un auténtico estirón. Pero ella no había aumentado ni un centímetro. Sin embargo, no le importó: ya crecería cuando le correspondiese. También, en el nuevo curso, la maestra les mandaba muchos más deberes, y al llegar a casa se sentaba en la mesa del salón con la merienda a hacer la tarea para el día siguiente. Una de esas tardes, su hermano se acercó silenciosamente y cogió la muñeca. “Pues la verdad es que es bastante fea, no sé que le has visto” y empezó a pasársela de una mano a otra, lanzándola al techo y haciéndola girar en el aire. La niña se levantó, sin entender muy bien a que venía ese arrebato de hacerle rabiar de su hermano, y comenzó a perseguirle alrededor de la mesa. Cuando por fin le atrapó, su hermano mantuvo a la muñeca por encima de su cabeza, cambiándola de mano, mientras ella se debatía tratando de alcanzarla. Ya le faltaba el aliento cuando se detuvo y le dijo, muy seria “Devuélvemela”. Pero él negó con la cabeza, agitando la muñeca en el aire y riendo entusiasmado con su travesura. Entonces la niña se encogió de hombros, le agarró los pantalones del chándal por la cintura, y tiró hacia abajo con todas sus fuerzas. La sorpresa de verse de repente sin pantalones y sin calzoncillos (pues con la fuerza del tirón estos también habían descendido), le hizo soltar la muñeca para taparse, momento que la niña aprovechó para recuperar la muñeca y salir corriendo a su cuarto. Su hermano, por primera vez que pudiera recordar de verdad enfadado con ella, la alcanzó cuando ya echaba el pestillo de la habitación, y golpeando la puerta, le gritó: “Te pasas el día jugando con esa estúpida muñeca, como una niña pequeña; sólo las niñas pequeñas juegan con muñecas; eres una niña pequeña, y siempre lo serás; ¡por eso no creces! ¡Y nunca crecerás!”.

Para no escucharle, se tapó los oídos. Y así, con las manos en las orejas, fue como se vio reflejada, con la respiración agitada por la carrera. Lentamente retiró las manos de los lados de su cabeza y se miró en el espejo del armario, que estaba justo frente a ella. Era verdad que no había crecido. Ahora era la más baja de su clase, y mientras que algunas de sus compañeras ya habían empezado a parecer chicas, en vez de niñas, ella seguía pareciendo eso mismo, una niña. Una niña pequeña. Recogió del suelo la muñeca, que se le había caído cuando se había tapado los oídos y se la quedó mirando. “¿Por qué no he crecido nada este año?”, le preguntó. La muñeca permaneció en silencio. “¿Acaso no voy a crecer más?”. Para cuando recuperó el aliento, sin embargo, ya se le habían olvidado todas estas preguntas, y se sentó en la cama para peinarle las hebras de lana morada a la muñeca.

Esas Navidades los Reyes Magos le trajeron un montón de regalos, entre ellos varios libros, una caja de acuarelas y papel para pintar, y un caballete a su medida. También le trajeron unos patines, que se llevaba en una mochila al colegio, aparte de la muñeca, y con los que patinaba por la pista de balonmano, que tenía un suelo muy liso. Pero una mañana se cayó y tuvieron que llamar a su madre para que la llevara al médico, pues se había torcido un tobillo y le dolía mucho. Después, en el médico, el tobillo torcido resultó ser un tobillo roto, y tuvo que permanecer varios días en el hospital, sin poder moverse. Y lo que era aún peor, sin su muñeca de trapo violeta. Cuando su madre la llevó al hospital, olvidó la cartera en el colegio, y la portera la guardó, con lo cual no pudo recuperar su muñeca hasta que su madre tuvo tiempo de pasar a recoger sus cosas, y eso fue dos semanas más tarde.

Mientras tanto, en su casa, pasaba la mayor parte del tiempo leyendo, así que pronto se le acabaron los libros que le habían regalado los Reyes Magos, y no le quedó más remedio que buscar entre los libros de su madre algo con que entretener las largas mañanas sola en casa. Así, se leyó un libro que hablaba de gentes del pasado que vivían en un país al este de África llamado Egipto. Y cuando este se le acabó, leyó otro que trataba sobre plantas medicinales, y otro que trataba de un niño que se quedaba huérfano y lo pasaba muy mal en un horfanato. Leyó también revistas que hablaban de libros, y unas rimas y leyendas de un escritor español que no conocía antes. Y así, entre lectura y lectura, una mañana su madre la llevó al hospital a que le quitaran la escayola. El médico le hizo más radiografías, para ver si el hueso había soldado bien. Y mientras le vendaban la pierna otra vez, escuchó a su madre hablando con el doctor. “¿No ha notado usted que su hija no ha crecido últimamente? En la radiografía se puede ver que los huesos se han solidificado como si ya hubiese terminado su etapa de crecimiento. Desde luego, puede ser un error, y tal vez habría que hacer más radiografías de otras zonas del cuerpo, pero resulta extraño que...”. La puerta de la habitación en que su madre y el médico hablaban se cerró. No pudo escuchar más.

En el coche, camino de casa, su madre le dio la mochila con la muñeca. Parecía preocupada, y casi no hablaba, aunque cuando lo hacía le sonreía mucho. La niña se acordó entonces de aquella tarde en que su hermano le había dicho que siempre sería una niña. Se acordó de cómo ella misma se había dado cuenta de que no había crecido en mucho tiempo. Y ahora, el médico decía lo mismo que su hermano. Al llegar a casa, entró en su habitación ayudada por las muletas, se sentó en la cama y se quedó mirando a la muñeca. Seguía sonriéndole desde sus finos labios negros y con sus ojos violetas fijos en los de la niña. “¿Eres tu la que no me deja crecer?, le preguntó. Pero la muñeca no contestó.

Esa tarde, le pidió a su madre que la acompañara a dar un paseo. Con la excusa de que tenía que aprender a andar con las muletas, fueron hasta la plazoleta lentamente, ella, su madre y la muñeca de trapo violeta. Las muletas le cansaban mucho, pero a la vez eran divertidas. Todos los niños que la conocían se acercaban a preguntarle, y le pedían que se las dejara probar. Así, entre amigos y con su madre, transcurrió la tarde. Y cuando empezó a oscurecer, su madre la dejó sentada en un banco, el mismo banco de hacía tanto tiempo, mientras ella iba a por el coche para llevarla a casa, pues ambas estaban muy cansadas. El mismo banco de hacía tanto tiempo... Levantó la vista y vio que ya no quedaba nadie en la plazoleta. El sonido de agua cayendo por el canalón y los pájaros reuniéndose para dormir era cuanto podía escuchar. Con movimientos lentos, abrió la mochila en la que tenía, como siempre, a la muñeca. La acarició lentamente, mientras repasaba con la mirada cada parte de ella, de los pies con zapatos negros a la cabeza de lana morada. Y entonces, con lágrimas incipientes en los ojos, la colocó en el otro extremo del banco, sentada, como la encontró aquel día ya lejano. “Quiero crecer”, le dijo, tras unos instantes de silencio. “No quiero seguir siendo siempre una niña”. Entonces, la voz se le rompió, las lágrimas resbalaron por sus mejillas y, entre sollozos, se levantó sobre un pie, cogió sus muletas y se dirigió hacia la carretera, por donde su madre ya se aproximaba con el coche. No miró atrás, ni una sola vez, aunque una parte de ella quería volver y abrazar a la muñeca. Cuando su madre llegó, le ayudó a montarse en el coche, guardó las muletas en el asiento de atrás y partieron.

Días más tarde, con el tobillo ya completamente recuperado, fue a jugar a la plazoleta. Miró con cierto temor el banco, como si la muñeca fuese a estar allí, reprochándole su abandono. Pero no estaba. Quizás ahora otra niña la tendría. O quizás estaría en la basura. Ella, ya jamás lo sabría.

Años más tarde, seguía sin saber si realmente la muñeca había tenido algo que ver con que ella no hubiese crecido. Seguía midiendo lo mismo que entones, aunque fuese una mujer en todos los demás aspectos. Pero de lejos, sentada en el banco de aquella plazoleta, lo que cualquiera que hubiese mirado habría podido ver, hubiese sido una niña con gafas demasiado grandes para su cara, pelo revuelto y una mirada triste en los ojos ocultando una duda.

¿Te ha gustado el té?


domingo, 20 de octubre de 2013

La adopción: la única alternativa justa para los animales


España es uno de los países de Europa donde mayor número de animales se abandonan cada año. Las cifras ilustran claramente la magnitud de este problema: según el estudio anual de la Fundación Affinity, en 2009 se recogió un animal “de compañía” cada 3.5 minutos, entendiendo como tal solo a perros y gatos y no a otras especies “más exóticas”.
PACMA
La adopción: la única alternativa justa para los animales Más de 9.000 protectoras se encargan de recogerlos, cuidarlos y logran la difícil misión de encontrarles un adoptante. Una labor que, aunque según los datos del barómetro de marzo de 2010 del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), es valorada muy positivamente por los ciudadanos, muchos de éstos no la apoyan, pues compran animales a criadores, en lugar de adoptar; fomentan las camadas, en lugar de la esterilización; en definitiva, no se paran a reflexionar que un animal no es un capricho que cuando pase de moda, podrán regalar o tirar a un contenedor. No lo piensan, pero cuando llega el momento lo hacen y pueblan este país de animales abandonados: rescatados los más afortunados y vagando miles de ellos en condiciones lamentables por caminos, calles y carreteras de pueblos y ciudades. Sin olvidar a los que utilizan a los animales para prácticas legales e ilegales como en el caso de los perros: la caza o las peleas, actividades de las que se derivan más abandonos, un maltrato continuo y prácticas y sacrificios aberrantes. No a todos los seres humanos se les debería permitir convivir con otro animal porque no todos están preparados para cuidarlo. Carecen de la capacidad o de la inteligencia emocional necesaria para tener conciencia de que la vida que “tienen en su manos” debe ser respetada y valorada.

LOS ABANDONOS EN ESPAÑA

Más de 150.000 perros y gatos fueron abandonados en España durante 2009. Sin embargo, el peligro de las modas ha “domesticado” a otros animales que se pueden considerar “exóticos” y que están aumentando su población considerablemente, lo que conlleva a que comiencen a ser abandonados. Esta necesidad ha hecho que ya existan protectoras especializadas en estas especies, que se suman a los perros y a los gatos y de los que no se poseen estadísticas aún. Chinchillas, perritos de la pradera, mofetas, mapaches, kinkajúes, coatíes, conejos, tarántulas, caimanes, cerdos vietnamitas, loros, buitres, tucanes, guacamayos, cíclidos, pirañas, boas constrictor, pitones regius, crótalos (serpientes de cascabel), mambas verdes, cobras egipcias, iguanas, tortugas de Florida o hurones son sólo una muestra de algunos de los animales no domesticados por el ser humano que se llevan a los hogares de forma irresponsable sin tener en cuenta las necesidades y los hábitos del nuevo huésped. Los abandonos de este tipo de animales suponen la colonización de ecosistemas diferentes a su hábitat natural y, como consecuencia, la alteración del equilibrio deaquellos, poniendo en riesgo la existencia de las especies autóctonas.

Las causas de los abandonos nos ilustran sobre la realidad y la relación de muchos seres humanos con el resto de animales. Según los datos recogidos por el estudio de la Fundación Affinity 2009 —circunscrito a perros y gatos—, los principales motivos de abandono fueron: el cambio de domicilio —a uno de menor tamaño o de alquiler—, las camadas indeseadas, la pérdida de interés por el animal, el comportamiento del animal, el fin de la temporada de caza, factores económicos, embarazo —toxoplasmosis en el caso de los gatos—, falta de tiempo por el nacimiento de un hijo, alergias, ingreso en un centro hospitalario o defunción y vacaciones. Repasando las razones que se ofrecen para “deshacerse” de un animal, excepto en caso de defunción, constituyen meras excusas que ilustran la falta de responsabilidad, educación y perspectiva ante la llegada de un nuevo miembro a la familia, un animal, como nosotros—recordemos que los seres humanos somos animales también— con derecho a la vida y con capacidad para sufrir. Por supuesto, en un apartado independiente, se encuentran los cazadores, un tipo de maltratador auspiciado por una actividad legal.

Cuando se cosifica a un animal, el cambio de situación de sus “dueños”, hace que la vida de éste penda de un hilo. El traslado de domicilio, a uno menor, o el alquiler lesofrece un motivo para abandonarlos; al igual que la pérdida de interés por los mismos:un 25% de los españoles ha recibido una mascota como regalo sin su consentimiento previo, según el Estudio Scalibor sobre el abandono de mascotas 2008, realizado por los laboratorios Intervet. Llama la atención que se compran como si fueran marcas de muñecos y, como los niños cada vez más pequeños distinguen las razas, sobre todo de perros, y muestran sus preferencias.Esto favorece el negocio de los criadores que las “elaboran” a demanda individuos de estética perfecta y a los que no cumplen los parámetros, se les priva del derecho a vivir.

Si aparece una situación imprevista, los animales tienen todas las papeletas de ser los primeros expulsados del hogar: factores económicos; embarazo  el miedo a la taxoplasmosis hace que muchos gatos acaben en la calle y aquí, desgraciadamente, muchos ginecólogos optan por este camino, más fácil, en vez de informar del tema con rigor científico. En este punto es muy recomendable la lectura Embarazo, niños y gatos donde se explica a través de un caso real este tema; nacimiento de un hijo; alergias e ingreso en un centro hospitalario.

La irresponsabilidad de sus “dueños” hace también que el animal sea abandonado: las camadas indeseadas llegan por la tacañería ante el gasto que supone una esterilización, por la falta de educación animalista, la escasa implicación de muchos veterinarios y la obsesión de algunos propietarios en cruzar a sus animales para tener camadas que solo aumentan el problema de la superpoblación de animales domésticos en nuestro país. En cuanto al ingreso en un hospital, existen residencias para animales donde estos pueden pasar asimismo el periodo vacacional y cada vez más hoteles ofrecen la posibilidad de llevarlos con nosotros. La fundación Affinity publica una guía para viajar con animales de compañía.

En realidad, los motivos se pueden camuflar con muchas etiquetas, pero no existe excusa posible para abandonar a un animal, excepto la falta de conciencia, de educación y de ética. De la que carecen los cazadores que portan, en muchas ocasiones, la bandera del ecologismo para dejar un reguero de sangre a su paso, proveniente del amontonamiento de los cadáveres de animales que ellos llaman “piezas”. Pero no solo eso. Cuando acaba la temporada, miles de perros considerados inservibles son eliminados: o bien se les abandona, o bien se les da muerte. En 2005, la Federación de Asociaciones de Protección Animal (FAPA) aseguraba que más de 50.000 galgos fueron colgados de árboles, arrojados a pozos, quemados vivos, inyectados con lejía, o descoyuntados a golpes en España.


Ante las conductas anteriormente descritas, que llevan a un estado de indefensión a miles de animales cada año en España, solo existen dos caminos: el castigo o la educación. En el primer caso se topa con una legislación laxa. El abandono se considera tan solo como una falta en artículo 337 del Código Penal, lo que le supone al infractor una multa irrisoria, algo que sucede incluso en los casos de maltrato animal, sobre lo que se indica: “Los que maltrataren con ensañamiento e injustificadamente a animales domésticos causándoles la muerte o provocándoles lesiones que produzcan un grave menoscabo físico serán castigados con la pena de prisión de tres meses a un año e inhabilitación especial de uno a tres años para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales”. Lo que implica que el maltratador normalmente no ingresa en prisión por falta de antecedentes o por lo “interpretable” de los términos ensañamiento e injustificadamente para los jueces. En cuanto a la vía legal, existe un sujeto pasivo: el vecino, el amigo o el familiar que es testigo de un abandono o un maltrato y se queda paralizado, enfrentándose a una disyuntiva: “no está bien, pero tengo miedo a las represalias”. Es imprescindible denunciar, no se puede tolerar esta práctica, agachar la cabeza y olvidar lo que se ha visto. En la página del PACMA hay una guía básica para denunciar casos de maltrato animal. Para ilustrar lo anterior, tenemos los datos que ofrecía el Estudio Scalibor sobre el abandono de mascotas 2008, realizado por los laboratorios Intervet. De él se extraían datos tan “clarificadores” como los siguientes: el 92 % de los españoles publicaría un listado de quienes maltratan o abandonan animales; un 40% conoce al menos una persona que ha abandonado una mascota; el 90% de los españoles considera que las personas que abandonan animales deberían ir a la cárcel; el 98% de los españoles cree que el Gobierno debe endurecer las sanciones de la Ley de Protección Animal.

En cuanto la educación en el respeto a los animales, si comenzamos por los niños, debemos pensar en sus educadores primarios, ya que éstos son quienes se encargan de su misión educativa. Los principales son la familia y las instituciones de enseñanza. Como secundarios, se encuentran otro tipo de instituciones o personas que no tienen un fin pedagógico específico ni derechos especiales. Dado que en España el régimen democrático es reciente y, como consecuencia de no haber tenido una Ilustración, la consideración hacia los animales no es algo que se le haya inculcado a un individuo medio en nuestra sociedad, por lo que serían los colegios los que, por lógica, deberían educar en el respeto a todos los animales a los niños. No obstante, nos encontramos con un problema. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se ha mostrado aperturista en cuando a la obtención de derechos por parte de colectivos sociales que carecían de ellos, pero los animales que no son humanos han sido ignorados. En los colegios se incluyó una polémica asignatura, Educación para la ciudadanía, que, en su temario, no trata el respeto, la consideración y los derechos de los animales. En manos de los profesores queda la opción personal de introducirlo en su programa docente. Dado este vacío educativo, cada vez son más las asociaciones y protectoras de animales las que están desarrollando programas educativos orientados hacia los niños e intentan llegar a los colegios para difundir este mensaje.

LA ADOPCIÓN, LA ÚNICA ALTERNATIVA ÉTICA Y RESPONSABLE

Tras la exposición anterior, la única alternativa justa para los animales es la adopción. Como se indicaba en la introducción, en España existen más de 9000 protectoras de animales que, en su mayoría, están superpobladas, con graves deudas económicas y  con pocas o ninguna subvención pública. Las más afortunadas disponen de refugios, pero otras carecen de ellos y subsisten gracias a las “casas de acogida” donde voluntarios cuidan en su propia vivienda a los animales hasta que se encuentra un adoptante.

Cada vez es más habitual que en las protectoras se pueden encontrar no sólo perros y gatos, sino animales más exóticos que también esperan su segunda oportunidad. Algunas de ellas se han “especializado” en especies distintas y otras recogen animales enfermos o ancianos para que disfruten los últimos años de su vida en un entorno feliz. Una adopción no solo salva una vida, la del afortunado que ha encontrado un hogar, sino que da una oportunidad a un segundo animal que puede ser recogido o sacado de los Centros de Protección Animal de las Comunidades Autónomas.  

Resulta sorprendente saber que muchas personas desconocen que tras el eufemismo Centro de Protección Animal se esconde una realidad muy distinta a la bucólica imagen de cachorritos correteando entre juguetes y jaulas limpias. No es extraño que los animales se contagien y mueran a causa de las infecciones dada la masificación que existe en estos lugares y la falta de implicación de sus trabajadores —no son voluntarios, como ocurre en las mayoría de las protectoras—. Lo más grave es que, excepto en Cataluña, donde existe una política de “sacrificio cero”, los que no sean adoptados serán sacrificados en los plazos que estipule cada Comunidad Autónoma.

Después de los argumentos aquí expuestos sólo existen dos vías éticas de proceder: entender la responsabilidad que conlleva convivir con un animal y concluir que no se está preparado para ello, o bien acudir a una protectora y adoptarlo, teniendo en cuenta que se debe firmar un contrato de adopción —lo normal es que la asociación haga un seguimiento del animal—, comprometiéndose a esterilizar y con su identificación reglamentaria (microchip) y sus vacunas pertinentes. Estos requisitos hacen que el “dueño” cumpla lo estipulado en la ley, pero lo más importante es acogerlo con amor y ofrecerle una nueva oportunidad para que sea feliz y disfrute de una vida plena.

jueves, 10 de octubre de 2013

La casita del caracol


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H
abía una vez en un terreno abandonado vivían muchos animales.

Entre ellos vivía un gusanito que no tenía casa.

Un día el gusanito decidió ir a la casa de otros animales para pedirle que lo dejaran vivir con ellos.
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Cuentos infantiles, cuentos para niños, cuentos divertidos, cuentos infantiles y entretenidos para niños, cuentos divertidos y bonitos, cuentos par niños muy divertidos, cuento La casita del caracol Primero fue a un hormiguero y dijo: "Hormiguita, yo no tengo casa. ¿Me dejarías vivir contigo?" la hormiguita contestó: "Bueno, si quieres te puedes quedar, pero te prevengo que te a las hormigas nos gusta comer gusanitos".
Cuentos infantiles, cuentos para niños, cuentos divertidos, cuentos infantiles y entretenidos para niños, cuentos divertidos y bonitos, cuentos par niños muy divertidos, cuento La casita del caracol El gusanito, espantado, se fue al estanque de los peces y dijo: "Pececito, yo no tengo casa. ¿Me dejarías vivir contigo?" el pececito contesó: "Bueno, si quieres te puedes quedar pero te prevengo que a los peces nos gusta comer gusanitos".
Cuentos infantiles, cuentos para niños, cuentos divertidos, cuentos infantiles y entretenidos para niños, cuentos divertidos y bonitos, cuentos par niños muy divertidos, cuento La casita del caracol El gusanito, espantado, se subió a un árbol. y vio un agujero de ardillas. Entonces se acercó y dijo: "Ardillita, yo no tengo casa ¿Me dejarías vivir contigo?" la ardillita dijo: "Si quieres te puedes quedar, pero te prevengo que a las ardillas nos gusta comer gusanitos".
Cuentos infantiles, cuentos para niños, cuentos divertidos, cuentos infantiles y entretenidos para niños, cuentos divertidos y bonitos, cuentos par niños muy divertidos, cuento La casita del caracol Cuentos infantiles, cuentos para niños, cuentos divertidos, cuentos infantiles y entretenidos para niños, cuentos divertidos y bonitos, cuentos par niños muy divertidos, cuento La casita del caracol El gusanito, espantado, siguío subiendo al ábol, llegó a un nido de pájaros y dijo: "Pajarito, yo no tengo casa. ¿Me dejarías vivir contigo?" contestó el pajarito: "Bueno, si quieres te puedes quedar, pero te prevengo que a los pájaros nos gusta comer gusanitos".
Cuentos infantiles, cuentos para niños, cuentos divertidos, cuentos infantiles y entretenidos para niños, cuentos divertidos y bonitos, cuentos par niños muy divertidos, cuento La casita del caracol El gusanito, espantado, se cayó del árbol, se encontró con un duendecillo y dijo: "Amiguito, yo no tengo casa ¿Me dejarías vivir contigo?" el duendecillo contestó:
Cuentos infantiles, cuentos para niños, cuentos divertidos, cuentos infantiles y entretenidos para niños, cuentos divertidos y bonitos, cuentos par niños muy divertidos, cuento La casita del caracol "Ven aquí hay muchas casas vacías, pero son redondas, mete primero la cola y deja tu cabeza afuera, así puedes llevar tu casa a donde quieras".
Cuentos infantiles, cuentos para niños, cuentos divertidos, cuentos infantiles y entretenidos para niños, cuentos divertidos y bonitos, cuentos par niños muy divertidos, cuento La casita del caracol Y así, desde aquel día el gusanito se trasformó en caracol.