LOS ABANDONOS EN ESPAÑA
Más de 150.000 perros y gatos fueron abandonados en España durante 2009.
Sin embargo, el peligro de las modas ha “domesticado” a otros animales
que se pueden considerar “exóticos” y que están aumentando su población
considerablemente, lo que conlleva a que comiencen a ser abandonados.
Esta necesidad ha hecho que ya existan protectoras especializadas en
estas especies, que se suman a los perros y a los gatos y de los que no
se poseen estadísticas aún. Chinchillas, perritos de la pradera,
mofetas, mapaches, kinkajúes, coatíes, conejos, tarántulas, caimanes,
cerdos vietnamitas, loros, buitres, tucanes, guacamayos, cíclidos,
pirañas, boas constrictor, pitones regius, crótalos (serpientes de
cascabel), mambas verdes, cobras egipcias, iguanas, tortugas de Florida o
hurones son sólo una muestra de algunos de los animales no domesticados
por el ser humano que se llevan a los hogares de forma irresponsable
sin tener en cuenta las necesidades y los hábitos del nuevo huésped. Los
abandonos de este tipo de animales suponen la colonización de
ecosistemas diferentes a su hábitat natural y, como consecuencia, la
alteración del equilibrio deaquellos, poniendo en riesgo la existencia
de las especies autóctonas.
Las
causas de los abandonos nos ilustran sobre la realidad y la relación de
muchos seres humanos con el resto de animales. Según los datos
recogidos por el estudio de la Fundación Affinity 2009 —circunscrito a
perros y gatos—, los principales motivos de abandono fueron: el cambio
de domicilio —a uno de menor tamaño o de alquiler—, las camadas
indeseadas, la pérdida de interés por el animal, el comportamiento del
animal, el fin de la temporada de caza, factores económicos, embarazo
—toxoplasmosis en el caso de los gatos—, falta de tiempo por el
nacimiento de un hijo, alergias, ingreso en un centro hospitalario o
defunción y vacaciones. Repasando las razones que se ofrecen para
“deshacerse” de un animal, excepto en caso de defunción, constituyen meras
excusas que ilustran la falta de responsabilidad, educación y
perspectiva ante la llegada de un nuevo miembro a la familia, un animal,
como nosotros—recordemos que los seres humanos somos animales también—
con derecho a la vida y con capacidad para sufrir.
Por supuesto, en un apartado independiente, se encuentran los
cazadores, un tipo de maltratador auspiciado por una actividad legal.
Cuando se cosifica a un animal, el cambio de situación de sus “dueños”, hace que la vida de éste penda de un hilo.
El traslado de domicilio, a uno menor, o el alquiler lesofrece un
motivo para abandonarlos; al igual que la pérdida de interés por los
mismos:un 25% de los españoles ha recibido una mascota como regalo sin
su consentimiento previo, según el Estudio Scalibor sobre el abandono de
mascotas 2008, realizado por los laboratorios Intervet. Llama la
atención que se compran como si fueran marcas de muñecos y, como los
niños cada vez más pequeños distinguen las razas, sobre todo de perros, y
muestran sus preferencias.Esto favorece el negocio de los criadores que
las “elaboran” a demanda individuos de estética perfecta y a los que no
cumplen los parámetros, se les priva del derecho a vivir.
Si aparece una situación imprevista, los animales tienen todas las papeletas de ser los primeros expulsados del hogar:
factores económicos; embarazo el miedo a la taxoplasmosis hace que
muchos gatos acaben en la calle y aquí, desgraciadamente, muchos
ginecólogos optan por este camino, más fácil, en vez de informar del
tema con rigor científico. En este punto es muy recomendable la lectura Embarazo, niños y gatos donde se explica a través de un caso real este tema; nacimiento de un hijo; alergias e ingreso en un centro hospitalario.
La irresponsabilidad de sus “dueños” hace también que el animal sea abandonado:
las camadas indeseadas llegan por la tacañería ante el gasto que supone
una esterilización, por la falta de educación animalista, la escasa
implicación de muchos veterinarios y la obsesión de algunos propietarios
en cruzar a sus animales para tener camadas que solo aumentan el
problema de la superpoblación de animales domésticos en nuestro país. En
cuanto al ingreso en un hospital, existen residencias para animales
donde estos pueden pasar asimismo el periodo vacacional y cada vez más
hoteles ofrecen la posibilidad de llevarlos con nosotros. La fundación
Affinity publica una guía para viajar con animales de compañía.
En realidad, los motivos se pueden camuflar con muchas etiquetas, pero no
existe excusa posible para abandonar a un animal, excepto la falta de
conciencia, de educación y de ética. De la que carecen los cazadores
que portan, en muchas ocasiones, la bandera del ecologismo para dejar
un reguero de sangre a su paso, proveniente del amontonamiento de los
cadáveres de animales que ellos llaman “piezas”. Pero no solo eso.
Cuando acaba la temporada, miles de perros considerados inservibles son
eliminados: o bien se les abandona, o bien se les da muerte. En 2005, la
Federación de Asociaciones de Protección Animal (FAPA) aseguraba que
más de 50.000 galgos fueron colgados de árboles, arrojados a pozos,
quemados vivos, inyectados con lejía, o descoyuntados a golpes en
España.
Ante
las conductas anteriormente descritas, que llevan a un estado de
indefensión a miles de animales cada año en España, solo existen dos
caminos: el castigo o la educación.
En el primer caso se topa con una legislación laxa. El abandono se
considera tan solo como una falta en artículo 337 del Código Penal, lo
que le supone al infractor una multa irrisoria, algo que sucede incluso
en los casos de maltrato animal, sobre lo que se indica: “Los que
maltrataren con ensañamiento e injustificadamente a animales domésticos
causándoles la muerte o provocándoles lesiones que produzcan un grave
menoscabo físico serán castigados con la pena de prisión de tres meses a
un año e inhabilitación especial de uno a tres años para el ejercicio
de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales”. Lo
que implica que el maltratador normalmente no ingresa en prisión por
falta de antecedentes o por lo “interpretable” de los términos ensañamiento e injustificadamente
para los jueces. En cuanto a la vía legal, existe un sujeto pasivo: el
vecino, el amigo o el familiar que es testigo de un abandono o un
maltrato y se queda paralizado, enfrentándose a una disyuntiva: “no está
bien, pero tengo miedo a las represalias”. Es imprescindible denunciar, no se puede tolerar esta práctica, agachar la cabeza y olvidar lo que se ha visto.
En la página del PACMA hay una guía básica para denunciar casos de
maltrato animal. Para ilustrar lo anterior, tenemos los datos que
ofrecía el Estudio Scalibor sobre el abandono de mascotas 2008,
realizado por los laboratorios Intervet. De él se extraían datos tan
“clarificadores” como los siguientes: el 92 % de los españoles
publicaría un listado de quienes maltratan o abandonan animales; un 40%
conoce al menos una persona que ha abandonado una mascota; el 90% de los
españoles considera que las personas que abandonan animales deberían ir
a la cárcel; el 98% de los españoles cree que el Gobierno debe
endurecer las sanciones de la Ley de Protección Animal.
En
cuanto la educación en el respeto a los animales, si comenzamos por los
niños, debemos pensar en sus educadores primarios, ya que éstos son
quienes se encargan de su misión educativa. Los principales son la
familia y las instituciones de enseñanza. Como secundarios, se
encuentran otro tipo de instituciones o personas que no tienen un fin
pedagógico específico ni derechos especiales. Dado que en España el
régimen democrático es reciente y, como consecuencia de no haber tenido
una Ilustración, la consideración hacia los animales no es algo que se
le haya inculcado a un individuo medio en nuestra sociedad, por lo que
serían los colegios los que, por lógica, deberían educar en el respeto a
todos los animales a los niños. No obstante, nos encontramos con un
problema. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se ha mostrado
aperturista en cuando a la obtención de derechos por parte de colectivos
sociales que carecían de ellos, pero los animales que no son humanos
han sido ignorados. En
los colegios se incluyó una polémica asignatura, Educación para la
ciudadanía, que, en su temario, no trata el respeto, la consideración y
los derechos de los animales.
En manos de los profesores queda la opción personal de introducirlo en
su programa docente. Dado este vacío educativo, cada vez son más las
asociaciones y protectoras de animales las que están desarrollando
programas educativos orientados hacia los niños e intentan llegar a los
colegios para difundir este mensaje.
LA ADOPCIÓN, LA ÚNICA ALTERNATIVA ÉTICA Y RESPONSABLE
Tras la exposición anterior, la única alternativa justa para los animales es la adopción.
Como se indicaba en la introducción, en España existen más de 9000
protectoras de animales que, en su mayoría, están superpobladas, con
graves deudas económicas y con pocas o ninguna subvención pública. Las
más afortunadas disponen de refugios, pero otras carecen de ellos y
subsisten gracias a las “casas de acogida” donde voluntarios cuidan en
su propia vivienda a los animales hasta que se encuentra un adoptante.
Cada
vez es más habitual que en las protectoras se pueden encontrar no sólo
perros y gatos, sino animales más exóticos que también esperan su
segunda oportunidad. Algunas de ellas se han “especializado” en especies
distintas y otras recogen animales enfermos o ancianos para que
disfruten los últimos años de su vida en un entorno feliz. Una
adopción no solo salva una vida, la del afortunado que ha encontrado un
hogar, sino que da una oportunidad a un segundo animal que puede ser recogido o sacado de los Centros de Protección Animal de las Comunidades Autónomas.
Resulta sorprendente saber que muchas personas desconocen que tras
el eufemismo Centro de Protección Animal se esconde una realidad muy
distinta a la bucólica imagen de cachorritos correteando entre juguetes y
jaulas limpias.
No es extraño que los animales se contagien y mueran a causa de las
infecciones dada la masificación que existe en estos lugares y la falta
de implicación de sus trabajadores —no son voluntarios, como ocurre en
las mayoría de las protectoras—. Lo más grave es que, excepto en
Cataluña, donde existe una política de “sacrificio cero”, los que no
sean adoptados serán sacrificados en los plazos que estipule cada
Comunidad Autónoma.
Después de los argumentos aquí expuestos sólo
existen dos vías éticas de proceder: entender la responsabilidad que
conlleva convivir con un animal y concluir que no se está preparado para
ello, o bien acudir a una protectora y adoptarlo,
teniendo en cuenta que se debe firmar un contrato de adopción —lo
normal es que la asociación haga un seguimiento del animal—,
comprometiéndose a esterilizar y con su identificación reglamentaria
(microchip) y sus vacunas pertinentes. Estos requisitos hacen que el
“dueño” cumpla lo estipulado en la ley, pero lo más importante es
acogerlo con amor y ofrecerle una nueva oportunidad para que sea feliz y
disfrute de una vida plena.
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