domingo, 27 de octubre de 2013

El oso engañado por la zorra

El oso engañado por la zorra


- cuento escrito por Ion Creanga en 1880.

Erase una vez una zorra muy astuta, como todas las zorras. Había caminado toda la noche a por comida, pero no encontró en ningún sitio. Al amanecer, la zorra se puso al borde del camino y se sentó bajo un arbusto, pensando en qué podría hacer para conseguir algo para comer. De repente olió a pescado. Levantó su cabeza y, mirando a la largo del camino, vio que venía un carro tirado por bueyes. 

- ¡Qué bien! pensó la zorra. Aquí está la comida que tanto esperaba.
 
Sale y se tumba en medio de la carretera como si estuviera muerta. El carro se acercó y el que lo conducía observó a la zorra. Pensando que estaba muerta, paró a sus bueyes y se acercó, la miró y viendo que no respiraba, dijo:

-Bre, bre! ¿pero cómo se murió está zorra aquí? ¡Tiii!...¡qué traje le haré a mi mujer con su piel!

Diciendo eso, cogió a la zorra y la tiró en el carro lleno con pescado. Luego gritó: "¡Vamos, Joian, vamos Bourean! Los bueyes siguieron el camino.

El campesino impulsaba a los bueyes para que fueran más rápido. Quería llegar lo antes posible a casa para tomar la piel de la zorra.  Pero al empezar el camino, la zorra comenzó a empujar los peces del carro. El campesino conducía, el carro sonaba y los peces caían.  Después de tirar varios peces en la carretera, bien... saltó del carro y, con mucha prisa, empezó a recogerlos. Tras tenerlos a todos, empezó a comer...ya que tenía mucha hambre!
Justo cuando empezó, llegó allá el oso.

- ¿Qué buena mesa! amiga. Y ¡que peceeees! ¡Dame a mi también!.. que tengo muchas ganas.
- ¡Puedes poner tus ganas en el clavo! Yo no trabaje tanto para que coma otro. Si tienes tantas ganas ¡ve y mete tu cola en la charca!, como yo, y tendrás muchos peces para comer.
-¡ Enséñame! , amiga, por favor! Yo no sé cómo atrapar peces.

Entonces la zorra sonrió con sus dientes y dijo:

- Anda, amigo! ¿ No sabes que la necesidad te lleva adonde no es tu voluntad y te enseña lo que ni siquiera estás pensando? Escucha: ¿quieres comer peces? Ve esta noche a la charca que hay al borde del bosque, mete tu cola allá y quédate quieto, sin moverte, hasta al amanecer y ya verás cuando la saques cuántos peces vas a tener, incluso más de lo que obtuve yo!

Sin decir nada más, el oso va rápido a la charca del bosque y mete toda su cola en agua!... En esa noche empezó un viento muy fuerte, que se te congelaba la lengua en la boca y hasta la ceniza que hay bajo el fuego. Se congeló también el agua de la charca y cogió la cola del oso como en una pinza. Después de un tiempo, el oso no aguantó más el dolor causado por el frío y tiro de su cola con todas sus fuerzas. El pobre oso, en vez de sacar peces, ¡se quedo sin cola!

Empezó a gritar y saltar de dolor; enojado con la zorra se fue a matarla. Pero la pérfida zorra sabía cómo cuidarse de la ira del oso. Salió de su madriguera y se metió en el hueco de un árbol. Y cuando vio que el oso venía sin cola, empezó a gritar:
-Ey, amigo! ¿Te comieron los peces la cola o fuiste demasiado ambicioso y quisiste que se quede la charca sin peces?

El oso, viendo que se burlaba de él, se enfadó más y se dirigió hacia el hueco del árbol. Pero no podía entrar allá. Entonces buscó una rama con gancho y empezó a rebuscar en el hueco para que saque fuera la zorra. Pero cuando cogía el pie de la zorra, ella gritaba: " ¡Tira, idiota! a mi me da igual, que tiras del árbol." Y cuando tocaba solo el árbol, ella gritaba: "¡Para, amigo! ¡no tires!, que me estas rompiendo la pierna".

En vano se esforzó el oso y le caía el sudor, ya que no logró sacar a la zorra de allá.

¡Y así es como se quedo el oso engañado por la zorra!

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