La Remolacha de la Esquina
Zona
porteña, el Dios Ra en el Zénit de su esplendor, calor, mucho calor, ni
les cuento de la humedad, incluso más agobiante que los abrazadores
rayos solares, hotelería a reventar, ciudad congestionada. Esos eran los
prolegomenos de una noche histórica para los portocruzanos, los
anzoatiguenses y para toda la venezolanidad, tanto la interna como
aquella allende los mares.
Desde comienzos de la mañana de ese
apoteósico 11 de octubre de 2011, ya el aire marino del Puerto emanaba
un cierto olor a ambiente futbolístico, también se sentía otro calor
distinto al del clima de costumbre en la zona. Hasta en las playas los
ojos se impregnaban de un auténtico color predominantemente Vinotinto.
Poco existía, casi ni se veía otro color que no fuese ese que proviene
del mosto de la vid.
Era lógico, se venía el segundo capítulo
de una nueva posibilidad que se le ha negado a Venezuela durante todo su
acontecer futbolístico. A pesar de haberse perdido el primer capítulo
de esta nueva historia, por una infame decisión técnica, todavía quedaba
esa sensación, después de la Copa América, de que se ha conformado un
“grupo” que puede trascender y hacer historia. De hecho, en parte ya lo
ha hecho con ese inesperado cuarto lugar en el torneo internacional de
fútbol más antiguo en el mundo, algo que va increscendo luego de la
gesta que habrían de realizar horas después.
Pero
del resultado de esa noche mágica no les quiero escribir, porque aunque
estuve en el encuentro, de seguro muchos de ustedes pudieron percibirlo
de mejor manera que yo en los cómodos sillones de sus respectivas
casas. Quiero más bien en esta oportunidad hablar de un tema todavía
subyacente en el fútbol venezolano del que pocos tienen una real
dimensión, pero que cada vez con más frecuencia va socavando las
estructuras de un balompié al cual le ha costado sangre, sudor y
lágrimas el andamiaje que hasta ahora ha ido apenas consolidando.
Me refiero al tema de las “mal llamadas
barras”, o en todo caso a una buena parte de estas, las que bien sea por
desinterés o negligencia de parte de las autoridades balompédicas, o
con la permisividad y hasta complicidad de los mismos equipos del fútbol
rentado nacional (ojalá esto último no sea así), no solo han llevado la
violencia a campos y estadios de nuestro balompié, sino que la han
extrapolado a las afueras de estos haciéndola permear a otras áreas,
incluso económico-administrativas, que enmarcan y engloban a una
poderosa industria como es EL FÚTBOL PROFESIONAL.
Y es que hechos como el de los destrozos
causados por fanáticos del Zamora Fútbol Club en el Estadio
Metropolitano de Lara poco tiempo atrás, o las ya rutinarias trifulcas
generadas en Caracas y en otras plazas por algunas barras del Caracas
Fútbol Club, son solo la punta del Iceberg de algo que se está
convirtiendo en inmanejable. Ya estás agrupaciones han alcanzado un
nivel de organización verdaderamente alarmante, se han apropiado de
grandes espacios en las plateas y gradas populares de los estadios, las
cuales reservan a palo limpio solo para sus miembros y acólitos, tienen
acceso a entradas preferenciales las cuales revenden descaradamente a
precios exorbitantes e incluso, AL PARECER, ya comienzan a exigir y
cobrar una especie de vacuna a los equipos a los cuales ya “no alientan y
apoyan de forma gratuita” sino gracias a un porcentaje pequeño del
ingreso de ciertos jugadores, de las ganancias por concepto de
estacionamientos y hasta por boletería vendida.
Estos
señores y su violencia ya comienzan a extender sus tentáculos hacia
otros sectores como el del transporte que moviliza fanáticos a los
diversos estadios, así como a otros ramos más complejos que involucra
áreas tales como la hotelería, hospedajes, agencias de viajes y otras
encargadas de ofrecer servicios de paquetería que incluyen boletos
aéreos, entradas a los juegos, planes turísticos y otras facilidades
tanto a nivel nacional como internacional, claro está, siempre bajo la
sombra del pago de jugosas comisiones por parte de los coordinadores de
estas barras.
Esto hay que evitarlo con tiempo para que
en Venezuela no lleguemos a las graves consecuencias que tuvieron que
soportar por muchos años algunos países europeos y latinoamericanos que
tuvieron que acudir a duras medidas judiciales y represivas para reducir
a estos entes violentos en extremo.
Por nuestra parte, siempre en el sentido
de contribuir con los fanáticos y los amantes de este deporte en
general, ideamos, en compañía de algunos amigos que estuvieron en Puerto
La Cruz para ver el juego Venezuela – Argentina, un proyecto según el
cual acaba de nacer una agrupación sin fines de lucro que quiere romper
con ese errado concepto según el cual apoyar, torcer, hinchar o bancar
por un equipo, tiene que ir de la mano de actos violentos y llenos de
agresiones no sólo a quienes apoyan al equipo rival, sino a todo el que
se les pase por el camino.
Esta
agrupación, que quiere darle una mejor cara al ser fanático organizado,
ha decidido llamarse “La Remolacha de la Esquina” y busca acercar aún
más a toda la familia venezolana a las canchas donde se practica el
deporte rey. Es una barra multidisciplinaria e incluyente que busca
apoyar con pasión y alegría a nuestra selección vinotinto (pero sin
componentes de violencia y la actuación mafiosa de otras agrupaciones),
en la búsqueda de incentivar un fanatismo sano, en el buen sentido de la
palabra, en fin lograr disfrutar a través de un apoyo de altura.
La Remolacha de la Esquina busca
demostrar que se puede aupar y seguir de manera organizada a un equipo
cualquiera, sin necesidad de invadir el espacio de otros fanáticos, sin
pedir cuotas o ingresos de ningún tipo para tal fin, e incluso que
gracias a esa buena organización y una adecuada planificación según los
calendarios, se puedan conseguir los mejores medios así como las mejores
ofertas y precios no sólo para sus miembros sino para todos los
fanáticos en general, esto siempre en la búsqueda de incrementar la
asistencia y el crecimiento del espectáculo futbolístico en Venezuela.
Esta nota fue escrita por Gustavo
Adolfo Agüero Cruz para “El Blog de Gstavo” en colaboración con el
portal “La Remolacha de la Esquina”, gracias a la herramienta WordPress
para Blackberry Playbook.
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