viernes, 31 de agosto de 2012

La Remolacha de la Esquina


La Remolacha de la Esquina


Zona porteña, el Dios Ra en el Zénit de su esplendor, calor, mucho calor, ni les cuento de la humedad, incluso más agobiante que los abrazadores rayos solares, hotelería a reventar, ciudad congestionada. Esos eran los prolegomenos de una noche histórica para los portocruzanos, los anzoatiguenses y para toda la venezolanidad, tanto la interna como aquella allende los mares.
Desde comienzos de la mañana de ese apoteósico 11 de octubre de 2011, ya el aire marino del Puerto emanaba un cierto olor a ambiente futbolístico, también se sentía otro calor distinto al del clima de costumbre en la zona. Hasta en las playas los ojos se impregnaban de un auténtico color predominantemente Vinotinto. Poco existía, casi ni se veía otro color que no fuese ese que proviene del mosto de la vid.
Era lógico, se venía el segundo capítulo de una nueva posibilidad que se le ha negado a Venezuela durante todo su acontecer futbolístico. A pesar de haberse perdido el primer capítulo de esta nueva historia, por una infame decisión técnica, todavía quedaba esa sensación, después de la Copa América, de que se ha conformado un “grupo” que puede trascender y hacer historia. De hecho, en parte ya lo ha hecho con ese inesperado cuarto lugar en el torneo internacional de fútbol más antiguo en el mundo, algo que va increscendo luego de la gesta que habrían de realizar horas después.
Pero del resultado de esa noche mágica no les quiero escribir, porque aunque estuve en el encuentro, de seguro muchos de ustedes pudieron percibirlo de mejor manera que yo en los cómodos sillones de sus respectivas casas. Quiero más bien en esta oportunidad hablar de un tema todavía subyacente en el fútbol venezolano del que pocos tienen una real dimensión, pero que cada vez con más frecuencia va socavando las estructuras de un balompié al cual le ha costado sangre, sudor y lágrimas el andamiaje que hasta ahora ha ido apenas consolidando.
Me refiero al tema de las “mal llamadas barras”, o en todo caso a una buena parte de estas, las que bien sea por desinterés o negligencia de parte de las autoridades balompédicas, o con la permisividad y hasta complicidad de los mismos equipos del fútbol rentado nacional (ojalá esto último no sea así), no solo han llevado la violencia a campos y estadios de nuestro balompié, sino que la han extrapolado a las afueras de estos haciéndola permear a otras áreas, incluso económico-administrativas, que enmarcan y engloban a una poderosa industria como es EL FÚTBOL PROFESIONAL.
Y es que hechos como el de los destrozos causados por fanáticos del Zamora Fútbol Club en el Estadio Metropolitano de Lara poco tiempo atrás, o las ya rutinarias trifulcas generadas en Caracas y en otras plazas por algunas barras del Caracas Fútbol Club, son solo la punta del Iceberg de algo que se está convirtiendo en inmanejable. Ya estás agrupaciones han alcanzado un nivel de organización verdaderamente alarmante, se han apropiado de grandes espacios en las plateas y gradas populares de los estadios, las cuales reservan a palo limpio solo para sus miembros y acólitos, tienen acceso a entradas preferenciales las cuales revenden descaradamente a precios exorbitantes e incluso, AL PARECER, ya comienzan a exigir y cobrar una especie de vacuna a los equipos a los cuales ya “no alientan y apoyan de forma gratuita” sino gracias a un porcentaje pequeño del ingreso de ciertos jugadores, de las ganancias por concepto de estacionamientos y hasta por boletería vendida.
Estos señores y su violencia ya comienzan a extender sus tentáculos hacia otros sectores como el del transporte que moviliza fanáticos a los diversos estadios, así como a otros ramos más complejos que involucra áreas tales como la hotelería, hospedajes, agencias de viajes y otras encargadas de ofrecer servicios de paquetería que incluyen boletos aéreos, entradas a los juegos, planes turísticos y otras facilidades tanto a nivel nacional como internacional, claro está, siempre bajo la sombra del pago de jugosas comisiones por parte de los coordinadores de estas barras.
Esto hay que evitarlo con tiempo para que en Venezuela no lleguemos a las graves consecuencias que tuvieron que soportar por muchos años algunos países europeos y latinoamericanos que tuvieron que acudir a duras medidas judiciales y represivas para reducir a estos entes violentos en extremo.
Por nuestra parte, siempre en el sentido de contribuir con los fanáticos y los amantes de este deporte en general, ideamos, en compañía de algunos amigos que estuvieron en Puerto La Cruz para ver el juego Venezuela – Argentina, un proyecto según el cual acaba de nacer una agrupación sin fines de lucro que quiere romper con ese errado concepto según el cual apoyar, torcer, hinchar o bancar por un equipo, tiene que ir de la mano de actos violentos y llenos de agresiones no sólo a quienes apoyan al equipo rival, sino a todo el que se les pase por el camino.
Esta agrupación, que quiere darle una mejor cara al ser fanático organizado, ha decidido llamarse “La Remolacha de la Esquina” y busca acercar aún más a toda la familia venezolana a las canchas donde se practica el deporte rey. Es una barra multidisciplinaria e incluyente que busca apoyar con pasión y alegría a nuestra selección vinotinto (pero sin componentes de violencia y la actuación mafiosa de otras agrupaciones), en la búsqueda de incentivar un fanatismo sano, en el buen sentido de la palabra, en fin lograr disfrutar a través de un apoyo de altura.
La Remolacha de la Esquina busca demostrar que se puede aupar y seguir de manera organizada a un equipo cualquiera, sin necesidad de invadir el espacio de otros fanáticos, sin pedir cuotas o ingresos de ningún tipo para tal fin, e incluso que gracias a esa buena organización y una adecuada planificación según los calendarios, se puedan conseguir los mejores medios así como las mejores ofertas y precios no sólo para sus miembros sino para todos los fanáticos en general, esto siempre en la búsqueda de incrementar la asistencia y el crecimiento del espectáculo futbolístico en Venezuela.
Esta nota fue escrita por Gustavo Adolfo Agüero Cruz para “El Blog de Gstavo” en colaboración con el portal “La Remolacha de la Esquina”, gracias a la herramienta WordPress para Blackberry Playbook.

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