jueves, 14 de febrero de 2013

LA BODA




LA BODA


Como en todas partes, en el Jardín de Milagritos cuando llegaba el mes de Mayo comenzaban los preparativos de las vacaciones y hasta en el Colegio los escolares y profesores estaban deseando que terminaran las clases.

Aquel año había doble fiesta porque la boda de la señorita Priscilla con el Zorrillo Inglés mister Smith, estaba preparada para finales de Junio, una vez se cerrara el colegio.

Todos estaban muy entusiasmados con la novedad y tanto Milagritos como Trapisondas preparaban el acontecimiento para que fuera conocido en todos los jardines de las Urbanizaciones. Esto quiere decir que, la Lagartija Trapisondas le encargó al Topillo Pitymy los mejores rollos de película para no perderse ni un detalle de la celebración, y Milagritos en lo que pensaba era en lo guapa que iba a ponerse para ser la que más destacara después de la novia, claro.

A lo primero que se dedicaron fue a buscar el traje de novia para la Conejita Priscilla que seguiría dando clases en el Colegio después de su boda y el que iba a ser su marido el Zorrillo mister Smith, se dedicaría a enseñar el mejor inglés a todos los habitantes del Jardín que desearan aprenderlo. Bueno, el caso es que cuando se juntaron la Babosa Milagritos, la Lagartija Trapisondas, la Abubilla Felicitas que por cierto preparaba su boda con el Pájaro Carpintero Don Torcuato, para cuando empezara la Navidad, la Alondra Doña Copete, la Ardilla Petigrís, la Mariquita Doña Antoñita y hasta la Urraca Pica-Pica, todas, todas, se reunieron en casa de Milagritos para aconsejar a la señorita Priscilla el traje de novia que mejor le iba a quedar mientras se tomaban una buena taza de té. Después, muy alborotadas, hablando todas al mismo tiempo, decidieron ir a ver a la Oruga Doña Pelitos para que les indicara donde se encontraba la mejor tienda de seda natural, y así, la señorita Priscilla podría lucir el más bonito traje de novia que nunca se había visto en aquel Jardín, cosa que, por cierto, enfadó mucho al Topillo Pitymy puesto que, al enterarse de la noticia del desposorio, se trajo unos vestidos de China para los novios de lo más espectacular y, con la idea de las señoras, se quedaba con todo ello para las rebajas.
Pero las cosas se complicaron y dejó a todos con un palmo de narices porque, un jueves por la tarde, cuando ya se habían preparado todas las señoras, con sus sombreros, sus zapatos de tacón, bien engalanadas y maquilladas para acompañar a la señorita Priscilla a la tienda de los Gusanos de Seda “Hermanos Hiloblanco” a comprar el vestido de novia, resulta que, en el momento de salir de casa, cuando ya iban a coger varios taxis, a Priscilla no se le ocurrió otra cosa que decir:

-Yo querer vestir la peina en la cabeza y el traje de Sevilla y ¡olé!

Se quedaron todas con la boca tan abierta que aquello parecía la Oficina de Correos con los buzones esperando las cartas. Se miraron unas a otras sin saber qué decir mientras la señorita Priscilla sonreía embobada pensando en lo guapa que iba a estar vestida de flamenca y allá que se fueron todas, más alborotadas que antes, a la tienda “Todo es un chollo” en busca de un vestido de faralaes y una buena peineta de concha de karey para que se casara así de guapa la Conejita Priscilla.

El pobre Topillo Pitymy tuvo que tomarse un par de aspirinas después de que todas las señoras se marcharon...¡la que le organizaron en la tienda...! Todo revuelto, vestidos por aquí y por allá, cada una se probaba una ropa distinta que no tenía nada que ver con la boda y por fin, compraron un vestido rojo y blanco de lunares con pañuelo de flecos, una enorme peineta con una filigrana muy bonita y unas cuantas flores de papel que no sabían donde las iban a poner pero, por si acaso, se las llevaron.

Para celebrarlo se fueron todas a la chocolatería “La Libre Enana “ a tomarse un chocolate con churros porque ya no había ningún enfado entre Priscilla y la dueña de la chocolatería y cuando estaban todas las señoras llenándose la pancita de churros y chocolate, ahí que sale otra vez la Conejita Priscilla con una sorpresa que las dejó a todas atontadas.

-Sí, yo estar muy requeguapa vestida de faralá y mi Zorrillo vestir traje de toreador...

Por ahí ya no pasó Milagritos... se levantó muy dignamente, dijo que se encontraba mareada y muy cansada y sin decir nada a nadie, se fue corriendo a decirle al Caracol Tadeo que de eso ¡nada!. Que el Zorrillo inglés se iba a vestir de chaqué como mandaban los cánones y que de torero ¡ni hablar! Que ya era suficiente con que Priscilla fuera de españolona después de que a ella le hubiera estropeado la fiesta pues en vez de sombrero había pensado ponerse una buena peineta que ya tenía en mente y se lo había fastidiado todo pero, ¡de torero no! Así que a ver como se las arreglaba el Caracol Tadeo para decirle al Zorrillo mister Smith que se fuera buscando un chaqué corriente y moliente.

La verdad fue que el caracol Tadeo al ver tan enfadada a Milagritos no se atrevió a decir ni mu, y como estaba muy cansado de tanto alboroto como armaban todas las señoras con la dichosa boda, doblando su periódico, comenzó a pensar en cómo convencería al Sr. Smith para que se vistiera como los novios normales y lo único que se le ocurrió fue regalarle el chaqué completo, por lo que la boda de los inglesitos, al Caracol Tadeo le costó la torta un pan , como se acostumbra a decir. Total que la cosa volvió a arreglarse... hasta cierto punto... porque cuando llegó el día de la boda y todos vestidos de lo más elegante asistieron al festejo, al llegar los familiares ingleses de los novios, ¡todos iban vestidos de lo más españolón! ¡ellas de flamencas y ellos, todos con su traje de luces! ¡Madre la que se armó! ¡Aquello parecía la Feria de Abril en Sevilla! Pero ahí no acabó todo, no...

Resulta que los vecinos de los otros Jardines al ver toda aquella barahúnda de trajes, creyeron que había una corrida de toros y allá que se fueron a la boda con sus abanicos, sus botas de vino y sus bocatas de tortilla y alguno pensó en aprovechar la ocasión para hacer su agosto, vendiendo palomitas y agua fresca.

A Milagritos casi le da un soponcio, al ver toda aquella cuchipanda. Ella que se había puesto a la última con un vestido de gasa color verde manzana y una pamela haciendo juego con un ala que la separaba de Tadeo casi dos metros. Le quitó la vara de Alcalde a su marido y se lió a dar bastonazos a los que no habían sido invitados, mientras decía a voz en grito:

-¡Qué esto es una boda y no una corrida de toros...!

Total que la boda se celebró y, al final todo acabó en unos cuantos bailes por sevillanas que cada uno bailó a su antojo y todos fueron muy felices. Y como ya el verano estaba muy próximo y la piscina la abrirían de un día para otro, Milagritos empezó a pensar en comprarse un biquini color rosa chicle chillón ¡e s p e c t a c u l a r! Que había visto en la tienda “Todo es un Chollo” del topillo Pitymy.

¡Ah! Se me olvidaba decir que los novios se fueron de viaje de luna de miel a Almería que es un sitio donde hace un calor que te mueres pero que a los ingleses les encanta...

1 comentario:

Magda R. Martín dijo...

Este cuento también es de mi autoría y está registrado. Es denunicable ponerlo en vuestro blog sin permiso y sin el nombre de la autora.