jueves, 14 de febrero de 2013

DIA DE PISCINA


AVENTURAS Y DESVENTURAS DE LA BABOSA MILAGRITOS



DÍA DE PISCINA


El Presidente de la Comunidad del jardín de Milagritos, Don Manuel el Arrendajo, dio permiso para que se abriera la piscina el día primero de Julio y todos los habitantes estaban la mar de contentos esperando el Domingo para estrenar sus trajes de baño, sus toallas, sus gafas de sol y sus sombreros de paja. Y todas las señoras llenaron la tienda "Todo es un Chollo" del Topillo Pitymy para hacer allí las compras y atiborrar sus bolsos de cremas "aftersun" que nadie sabía porque se llamaban así pero que era con lo que se tenían que embadurnar antes de exponerse al sol del verano.

Milagritos que ya le había echado el ojo a un bikini rosa chicle chillón, exportado de París, fue la primera que entró en la tienda aquella mañana de sábado. Se había levantado a las cinco de la mañana porque quería ser la primera de la cola a la espera de que el Topillo abriera la puerta y cuando entró, se fue como una flecha a por su bikini, a la estantería donde estaban los trajes de baño. La verdad es que casi se queda sin él porque una de las cochinillas del grupo de limpiadoras del jardín que ya comenzaba a hacerse un poco vieja, quería aprovechar sus últimos momentos hermosos para lucirse en la piscina y ambas al mismo tiempo se hicieron con el bikini.

-¡Qué es mío!- gritaba Milagritos.

-¡Yo lo he cogido primero!-chillaba la cochinilla vieja.

Y tira de aquí y tira de allá, cada una por un lado, casi se quedan las dos sin bikini porque poco faltó para que lo hicieran pedazos. Pero Pitymy que estaba muy al tanto de lo que pasaba en la tienda porque sabía que cuando se juntaban tantas señoras a comprar aquello era el desbarajuste, se acercó muy amable y dijo:

-¿Por qué no compra una de ustedes ese bikini recién llegado de Dinamarca? Es de lo más sexy y es la última moda.

Milagritos que vio que también era de color rosa, se fue a por él como una fiera y, por esa suerte que a veces se tiene en la vida, lo consiguió antes que la cochinilla. Lo miró, lo remiró y se quedó con él. Eso de que era el último grito en bikinis, le daba mucho tono a la compra.

El problema llegó cuando se lo probó en casa. Como con las prisas no se fijó mucho en la talla y se había puesto ya un poco más gorda de lo normal, tuvo que apretar mucho los michelines para colocarse el bikini y cuando salió de la habitación para que la viera Tadeo, éste casi se desmaya.

-¡¿Pero qué haces medio en cueros, Milagritos?!- le dijo muy asustado.

-Pero Tadeo, ¡no seas antiguo! Es un bikini recién llegado de Dinamarca, la última moda.

-¡Será la última moda!- le respondió Tadeo muy enfadado - pero para que se lo ponga la abubilla Felicitas que parece un palillo de tocar el tambor pero.. ¡tú Milagritos! ¿Te has mirado al espejo? - Y para no ofenderla demasiado porque vio que los ojos se le llenaban de lágrimas, se calmó un poquito y poniéndose otra vez las gafas para seguir leyendo el periódico, murmuró por lo bajini -¡... es que estás un poco gorda...!

Milagritos que se veía chulísima con aquel exiguo bikini, al final se tragó las lágrimas y no le hizo caso a Tadeo y entonces pensó que le faltaban unas chanclas que hicieran juego con el bikini y allá se fue corriendo a la tienda "Todo es un Chollo" a por sus chanclas que al final las tuvo que comprar de color verde porque rosas ya no quedaba ni una. Pero bueno, no le importó demasiado porque sabía que, en cuanto entrara en la piscina se las iba a quitar.

Total, que llegó el domingo. A las nueve de a mañana ya había cola para entrar a darse el primer chapuzón. Tadeo y Milagritos con sus niños, Fidelio y Maritere, eran los terceros, cosa que a Milagritos no le hizo mucha gracia y le dijo a Tadeo que hiciera valer su título de Alcalde para que le dejaran entrar el primero. Menos mal que el Caracol Tadeo que era muy sensato, no le hizo caso y se quedó esperado en la cola como cada quisque hasta que le tocara el turno para entrar. El problema estuvo cuando Milagritos se quitó los pantalones y el blusón de verano y se quedó en bikini. ¡Madre! El pobre Tadeo no sabía donde mirar, se quedó con su bañador de flores exóticas sentadito en la tumbona, se puso rápidamente las gafas de sol, desplegó el periódico y se puso a leer esperando no oír demasiadas risas o comentarios jocosos sobre la señora alcaldesa. ¡Ay, qué apuros pasó el pobre caracol Tadeo!
Sin embargo, Milagritos, tan campante, con chichas por aquí y por allá, comenzó a pasearse alrededor de la piscina luciendo su bikini de última moda, hasta que al pasar por delante de los hijos de la Oruga Doña Pelitos que ya sabemos eran un poco gamberretes, oyó las risas disimuladas y algún comentario que decía:

-¡Vaya morcillas más hermosas las de la señora Alcaldesa!

¡Ay como se puso de avergonzada! Se tiró de cabeza al agua y comenzó a bucear sin querer salir, hasta tal punto, que Don Martín Pescador que era el vigilante de la piscina y no la perdía de vista porque tardaba en subir a la superficie, echó los salvavidas a la piscina, tocó el pito de alarma y se zambulló en busca de Doña Milagritos a la que sacó boqueando como un pececito.

El Caracol Tadeo, descompuesto, se acercó con la toalla más grande para envolver en ella a Milagritos porque, además de que el bikini le quedaba pequeño, encima, se había encogido con el agua ya que era de mala calidad y eso de que era la última moda llegada de Dinamarca, era una bola como una casa que se había inventado el Topillo Pitymy para vender el diminuto bikini.

Así que, Tadeo abrazó a su Milagritos que tiritaba como una hoja, y dejando a sus dos hijos al cuidado de la Ardilla Petigris y la Liebre Enana que al ver la situación delicada se ofrecieron para cuidarlos, se llevó a Milagritos a su casa para prepararle una tisana bien caliente y meterla en la cama un ratito con el pijama de felpa que era con lo que estaba más guapa.

Pero aquel suceso enfadó mucho al Caracol Tadeo porque él amaba mucho a su Milagritos, eso ya lo sabéis y que se llevara aquel disgusto que casi le cuesta la vida por unas risitas de los gusanitos de Doña Pelitos, no le hizo ninguna gracia. Así que les puso una multa por gamberros y maleducados y los castigó a limpiar la piscina durante todo el verano.

Milagritos dejó de ir a la piscina durante el mes de julio porque le daba mucha vergüenza pero en Agosto como hacía un calor de infierno, se puso un traje de baño completo de color negro y con un poco de faldita y, se fue tan pancha a la piscina. No era la que iba más moderna pero el Caracol Tadeo, la quería más que nunca porque sabía cuánto llanto le había costado aquella decisión. Y cuando aquel domingo volvieron a casa, Milagritos se encontró con una sorpresa. Tadeo se había encargado de llenar la casa de flores y en una guirnalda que adornaba la entrada se podía leer:

"¡Nadie te quiere tanto como yo, Milagritos!" - Tu Tadeo de siempre.

Milagritos se puso a llorar pero esta vez de alegría y llamó a todos los del jardín para que vieran el regalo de su maridito Tadeo.

Como podéis imaginaros, la Lagartija Trapisondas hizo aquella semana una Revista de "Dimes y Diretes" que se la quitaron de las manos.

Otro día, más aventuras...

1 comentario:

Magda R. Martín dijo...

Otro cuento más de mi autoría. Denunciable.