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Había una vez una ratoncita muy tímida llamada Xóchilt,
todo le daba pena, si alguien llegaba de visita a su casa, le daba pena saludar y
corría a esconderse.
En la escuela, Xóchilt escogiía para sentarse
el último lugar de la última fila. Ella pensaba
"Así nadie me verá y no ten dré que hablar con nadie".
Sus papás estaban preocupados porque siempre estaba sola.
"¿Por qué no te haces amiga de tus compañeros?"
preguntó una vez su mamá contestó Xóchilt:
"Me da miedo y es muy dificil" "Haz el intento, en realidad es más sencillo de lo que piensas"
dijo de nuevo su mamá, Xóchilt se quedó callada.
Un día, cuando el maestro de su escuela preguntó a quién
le gustaría escribir su nombre en el pizarrón, nadie levantó la mano,
Xóchilt quería hacerlo, pero le dio tanto miedo que decidió
no moverse "Mejor mañana" pensó.
Al día siguiente, el maestro pidió
que alguien pasara al pizarrón. Xóchilt levanó la mano,
pero muy poco que el maestro no la vio y escogió a otro alumno.
Cuando todos salían al recreo, se formaban pequeños grupos de amigos
para platicar o jugar. Pero Xóchilt se apartaba de todos mientras pensaba:
"Así es mejor. Nadie me necesita.".
Cierta vez, Xóchilt sintió muchas
ganas de platicar con alguien y se acercó a la cabrita Lupe. "¡hola!"
le dijo en voz baja que la cabrita no pudo escucharla.
"¡hola!" dijo de nuevo con su voz muy baja por lo tanto la cabrirta se siguió su camino.
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Xóchilt se sintió triste por no haber hablado más fuerte.
A la mañana siguiente, decidió saludar con más fuerza.
"¡¡¡¡HOLA!!!!" le gritó al sapito Sergio.
El pobre sapo brincó asustado por el grito y dejó caer sus libros.
Xóchilt le pidió una disculpa y pensó que ya nunca intentería ser amiga de nadie.
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Un día, el maestro preguntó: "¿Quié sabía escribir Chihuahua?"
Varios alumnos pasaron pero niguno pudo escribirla bien la palabra.
De pronto Xóchilt se levantó y dijo: "¡Yo sé escribirla!"
lo hizo bien y todos en clase la felicitaron.
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A la salida,
el búho Quique le preguntó: "¿Tú podrís enseñarme a escribir?"
"¡Seguro!" respondió Xóchilt "¿Quíeres venir a mi casa?".
El búho contestó que sí y se fueron platicando.
Cuando llegaron a la casa, Xóchilt presentó a Quique con su mamá:
"Seguramente tú eres amigo de Xóchilt" dijo su mamá y luego les ofreció una rebanada
de pastel, así muy contentos, Xóchilt y Quique se sentaron a estudiar.
Xóchilt y tenía un amigo. Fin
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