viernes, 2 de noviembre de 2012

Fábula de los dos amigos y el oso de Félix María Samaniego


Dos muchachos que eran muy amigos caminaban a través un bosque denso, cuando de pronto y de la nada, percibieron los pasos de un animal que se acercaba rápidamente.


Fábula de los dos amigos y el oso de Félix María Samaniego ¡Un oso! Exclamaron demasiado aterrados.


Entonces uno de los jóvenes que era muy ligero. Trepó vertiginosamente a un árbol y se ocultó entre el ramaje. El otro era menos ágil, quiso subir también, pero simplemente no pudo.


Ayúdame, pidió a su amigo.

Pero el amigo ágil, preocupado en esconderse, ni por lo menos le contestó.


Entonces, como el oso ya estaba muy cerca, el joven menos ágil se tiró en el suelo y se fingió el muerto, porque sabía que los osos no comen animales muertos. Y allí permaneció inmóvil, quieto, aunque estaba muy espantado.


Apareció el oso y empezó a olerlo por todo su cuerpo, en las piernas, la espalda, el cuello, las orejas. El muchacho sentía la respiración del oso salvaje y le rozaban sus pelos, pero contenía su aliento para engañar al animal. Finalmente, el oso se apartó y se fue.


Bajó el amigo del árbol y le dijo:

Pensaba como si el oso parecía te hablara. ¿Qué era lo que te susurraba al oído?


El oso me dio un consejo bueno.


Lleno de curiosidad el amigo ágil le interrogó: Pero, ¿qué buen consejo te dio el animal?

Me expuso que no anduviera con amigos que me dejan cuando hay circunstancias de riesgo.


“Los que dicen ser nuestros verdaderos amigos se conocen en los momentos de peligro y de angustia”.

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