Había una vez un niño que se llamaba Lopo, un día Lopo salió muy temprano de su casa hacia su escuela
como siempre.
Iba por la calle, cuando vio a un hombre viejo se había caído en un charco. Lopo corrió para
ayudarlo a levantarse y con mucho cuidado le quitó el lodo de la ropa.
El viejo, agradecido, le dijo a Lopo: "¡Qué
buen niño eres! En recompensa por tu ayuda te concederé lo que me pidas. Yo soy un mago." Lopo pensó mucho y al fin
dijo: "Yo quisiera poderme estirarme como si fuera de hule". "Así será" dijo el viejo.
Desde aquel día,
Lopo se estiraba cuanto deseaba. Cuando estaba en el patio y tenía sed, le bastaba alargar el brazo para alcanzar un vaso
de agua de la cocina. No importaba que Lopo estuviese dentro o fuera de du casa, podía esirarse y alcanzar cualquier cosa.
Un día un gato se quedó atrapado en un árbol de casi 30 metros imposible alcanzarlo y sus dueños no lo
pudieron ayudarle bajar. Llamaron a Lopo, sólo estiró el brazo y fácilmente salvó al gato.
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Un día, cuando Lopo y sus amigos andaban de paseo, vieron que al otro lado de la barranca había un nopal lleno
de tunas maduras. Todos creyeron que er imposible alcanzarlas. Pero Lopo estiró una pierna y luego el brazo hasta que
las alcanzó.
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Lopo era muy feliz pero un día sucedió un desastre natural. Cayó una gran tormenta.
Llovió mucho y el río creció tanto que rompi&ocute; el puente. Su pueblo comenzó a inundarse y no
había hacia dónde escapar.
Sólo si la gente cruzaba el río podían salvarse. Lopo vio la otra
orilla y dijo: "Me estiraré lo más que pueda y veremos si logro llegar al otro lado" Todos esperaban ansiosos.
Lopo respiró profundamente y comenzó a estirarse.
Se se estiró y se estiró hasta que alcanzó
la otra orilla, de repente se oscureció y cayó un gran rayo y Lopo quedó convertido en un puente. Todo el
pueblo pudo cruzar el río y llegar al otro lado de para salvarse. Desde ese día ese puente se llama: "El
niño de hule". Fin
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