viernes, 19 de octubre de 2012

PEGASO: El caballo de los dioses



Pintura paleolítica policroma llamada “Primer caballo chino”. Cuevas de Lascaux, Dordogne, Francia
Pintura paleolítica policroma llamada “Primer caballo chino”
Cuevas de Lascaux, Dordogne, Francia


La Historia de la Humanidad es también la historia del caballo, el animal más bello de la creación y el que, sin duda, prestó más y mejores servicios al hombre, como lo demuestra cualquier pasaje o cualquier página de cualquier año y cualquier siglo.

Ya decía Rubén Darío que "No se concibe a Alejandro Magno sin "Bucéfalo"; al Cid, sin "Babieca"; ni puede haber Santiago en pié, Quijote sin "Rocinante", ni poeta sin "Pegaso".
Pero la verdad es que Rubén Darío se quedó corto, pues aparte de los caballos por él nombrados hay todavía muchos nombres célebres que dejaron su huella en la Historia del Hombre y que os iré describiendo en esta nueva sección de homenaje a mi animal preferido.





PEGASO

Pegaso


Pegaso fue el primer caballo que consiguió estar entre los dioses de la Mitología Griega y tratar de tú a los habitantes del Olimpo. Pegaso era el caballo de Zeus, el dios soberano y amo del Cielo y la Tierra.


Pegaso


Según los esquemas de la mitología griega el "caballo volador" nació del chorro de sangre que brotó cuando Perseo cortó la cabeza a Medusa. Ésta era una de las tres hermanas Gorgonas (Medusa, Esteno y Euríale). Eran hijas de Forcis y Ceto, o a veces de Tifón y Equidna, en ambos casos monstruos ctónicos (espíritus del inframundo). Aunque los pintores de vasijas y talladores de relieves griegos antiguos imaginaban a Medusa y sus hermanas como seres nacidos con forma monstruosa, los escultores y pintores del siglo V empezaron a imaginarla como hermosa a la par que terrorífica. En una oda escrita en el 490 a.C. por Píndaro ya se habla de la «Medusa de bellas mejillas». En una versión posterior del mito, narrada por el poeta romano Ovidio, Medusa era originalmente una hermosa doncella, «la celosa aspiración de muchos pretendientes» y sacerdotisa del templo de Atenea, pero cuando fue violada en él por el «Señor del Mar» Poseidón, la enfurecida diosa transformó su hermoso cabello en serpientes e hizo su cara tan terrible que su mera visión convertía a los hombres en piedra.
Perseo fue enviado por el rey Polidectes de Sérifos a buscar la cabeza de Medusa. Con la ayuda de Atenea y Hermes, que le dio las sandalias aladas, la capa de invisibilidad de Hades, una espada y un escudo espejado, Perseo cumplió su misión. Medusa, que estaba embarazada de Poseidón, fue decapitada mientras dormía.

Perseo con la cabeza de la Medusa
Perseo con la cabeza de la Medusa

El héroe mató a Medusa haciéndole mirar su reflejo en el espejo en lugar de enfrentarse directamente a ella para evitar quedar petrificado. Cuando cortó su cabeza, del cuello brotó su descendencia: Pegaso, el caballo alado, y Crisaor, el héroe de la espada de oro.


Poco después de su nacimiento, el mágico corcel golpeó con una coz el suelo del monte Helicón y en el acto comenzó a fluir un manantial, después consagrado a las Musas y que, según se cree, es la fuente de la inspiración poética.




Pegaso, creció y vivió sus años de potro en las laderas y los verdes prados del monte Olimpo, morada de los dioses, que estaba situado entre Tesalia y Macedonia (hoy monte Olimpos) y era un bello ejemplar del tipo "sículo", cruce del ario y del persa, de color blanco y gran poderío. Estaba dotado de alas y volaba por los aires, cuando no corría "como el viento" por la tierra.




Todos intentaron en vano capturar y amansar al caballo y ésta se convirtió en la obsesión de Belerofonte, príncipe de Corinto, que, siguiendo el consejo de un adivino, pasó una noche en el templo de la diosa Atenea. Mientras dormía, se le apareció la diosa con una brida de oro junto a él, y con ella pudo capturar y amansar fácilmente al caballo alado.
A partir de ese momento, Pegaso se convirtió en una gran ayuda para el héroe y lo acompañó en sus aventuras contra las amazonas y la Quimera, multiplicando sus hazañas.




Belerofonte, sin embargo, fue víctima de su propio orgullo. Cuando logró volar hasta la cima del monte Olimpo para reunirse con los dioses, el prudente caballo lo derribó y dejó que Belerofonte vagara sin rumbo, desconsolado y rechazado por los inmortales.

Pegaso encontró refugio en los establos olímpicos y Zeus le encargó que le llevara el trueno y el rayo, los símbolos de su poder. Posteriormente los dioses transformaron a Pegaso en una constelación.


Constelación de Pegaso
Constelación de Pegaso





Pegaso fue el caballo más rápido que ha existido y el símbolo de la velocidad como los demuestran los cantos inmortales que en su honor entonaron los poetas de todos los tiempos. Pero, además, fue también el primer medio de comunicación y transporte que se elevó por los aires. De ahí las numerosas fábulas que le atribuyeron los griegos y el lugar destacado que ocupa en la mitología y en la historia del caballo. Aunque no fuese un caballo de carne y hueso. 

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