¿Pues que hacer durante tantas horas libres? A los tres les gustaban los juegos de azar, de modo que por las tardes se las pasaban jugando a las cartas o a los dados. Quién ganase podía dormir en el mejor lugar del establo. Como se imagínan los tres jugaban con mucho entusiasmo.
Al día siguiente se reunierón como siempre a jugar a la escoba de 15 y el burro volvió a ganar, ambos le pidieron:
–¡Queremos ver tus cartas!, –dijeron la cabra y la vaca ambos a la vez, pero muy enfadados.
–¿Piensan que estoy haciendo trampas?– preguntó el burro, muy molesto
Pero de nada le sirvió hacerse el ofendido. Tuvo que enseñar las cartas que había puesto sobre la mesa. Ninguna de ellas estaba marcada con una cruz; es decir, no pertenecían a las barajas con las que estabas jugando, el pícaro burro se las sacaba de la manga. Sus amigos muy, pero muy ofendidos, pudieron comprobar sus sospechas. El burro los había estado engañado
Desde, aquella tarde, no volvieron a jugar con él, ya no le tenían confianza, y aunque siguieron siendo amigos, nunca más confiaron en él.
Amiguitos: Una linda amistad no hay que perderla por hacer trampa. La confianza entre los amigos es muy importante, y recuerda que se puede perder en un instante.
Extraída: El libro de las fábulas
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