miércoles, 1 de mayo de 2013

Martin el Zapatero


Martin el Zapatero (Dramas de Navidad)

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Drama de Martín el Zapatero
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Personajes:

Martín el Zapatero
Ex presidiario
Anciano
Mujer
Niña
Amigo de Martín
Amiga de Martín
Coro de niños
Voz

Narrador: Nuestro drama ocurre en un pueblecito de Francia. Hallamos a
Martín, un zapatero, en su taller.

Martín: (Sentado a la mesa, lee en voz alta, en Sn. Mateo 2: 9-11)
¡Ay!... ¡Que cosas!... ¡Ver al niño Jesús!. Si mañana fuera la
primera Navidad, yo iría al pesebre también como los pastores
y los magos, y mi regalo al Niño serían estos zapatos blancos
de cuero fino. (Pone los zapatos sobre la mesa)... ¡Ay!... ¡Que
sueño tengo! ... (Se apoya en la mesa y se duerme)

Voz: Martín, Martín, tú quisiste verme, verás tu deseo cumplido;
hoy, vendré a visitarte.

Martín: (Despierta mirando a todos lados) ¿Qué,... ¿Qué?... Oí la voz
del Señor Jesús, pero nadie está aquí... Pero Él dijo que viene
hoy... Tengo que prepararme... (Cierra la Biblia y comienza a
barrer)

Amigo: (Golpea la puerta, Martín le abre y entra)
Hola Martín, ¿Cómo estás?

Amiga: ¡Feliz Navidad Martín! ¿Qué tal?, ¿Hay mucho trabajo en
estos días haciendo preparativos para la Noche Buena?

Martín: Buenos días, bienvenidos amigos.

Amigo: Hemos venido para invitarte a una fiesta esta tarde en mi
casa; habrá pollo asado y todo lo necesario para una
celebración alegre.

Martín: Lo siento amigos, pero no puedo. ¿Saben qué pasó?. Oí la
voz del Señor diciendo, que Él va a venir a visitarme hoy.
Tengo que quedarme aquí, porque no quiero perder esta
ocasión tan maravillosa.

Amiga: ¿Dices que el Señor Jesús viene aquí?... Pero Martín, eso no
puede ser; estabas soñando...

Martín: ¡No... no... Él vendrá, bien lo sé!

Amigo: Vamos Martín, basta de bromas, y ven a la fiesta.

Martín: No, muchas gracias por la invitación, pero no puedo ir.

Amiga: (Mira al otro, señalando la cabeza con el dedo, y suspira)
Pues como tú quieras, hasta luego. (Salen sacudiendo sus
cabezas tristemente)

Martín: (Hablando solo, poniendo las cosas en la mesa y el café en
una olla)
Ahora, aquí hay pan y café y leche, no es mucho, pero con un
poquito de queso, podemos almorzar... ¡Que gozo ver a mi
Señor!... ¡Sus manos heridas por mí en la dura cruz!... Su cara
tan compasiva... Bueno, estoy listo, puedo trabajar mientras
espero. (Usa el martillo en un zapato; Un anciano toca y
Martín va a abrir)

Martín: Pasa Samuel, ¿Cómo andas?...

Anciano: No muy bien Martín. Este viento frío y la nieva penetra hasta
mis huesos. No he visto una Noche Buena tan fría, y además
no hay trabajo para un anciano como yo. La vida es muy dura.

Martín: Siéntate amigo, y toma este café calientito...

Anciano: (Bebe) ¡Ay que bueno!... Eres muy bondadoso, si todo el
mundo fuera como tú, que feliz sería la vida. La Biblia dice que
Dios ama al dador alegre y como queréis que los hombres os
hagan, así haced también vosotros.

Martín: Hago lo que puedo, aunque no es mucho...

Anciano: Tengo que irme, pero muchas gracias por tu bondad; me
siento mucho mejor. Feliz Navidad Martín... (Sale)

Martín: Feliz Navidad Samuel... (Sigue trabajando, mientras afuera se
oye un grupo cantando himnos de navidad)
Es verdad que hace frío hoy... (Se oye a una niña llorando)
¿Cómo? ¿Una niña llorando? (Abre la puerta)
Ven acá hijita, ¿Cómo te llamas?

Niña: Fui al campo para buscar leña para mi casa y la nieve a
cubierto todo y no puedo hallar nada; tengo frío y hambre... ¡Mi
papá me va a pegar cuando regrese sin leña!... ¡Somos
pobres, y no podemos comprar carbón!

Martín: Pobrecita, calla, calla, te ayudaré. Toma este pan y queso, y
aquí puedes tomar la mitad de la leña. (Envuelve el pan y el
queso en un papel)

Niña: Gracias, gracias señor, me voy... (Sale corriendo y sonriendo.
Se oye cantar afuera)

Martín: Ya es tarde y no ha venido todavía el Señor Jesús, ahora no
tengo ni pan, ni café, ni queso para ofrecerle... (Barre otro
poco y se asoma a la calle)
Aquel hombre sin chaqueta en la nieve, esta temblando de
frío... señor, señor venga...

Ex presidiario: (Parado en la puerta, habla con miedo)
¿Qué quiere? No he hecho nada.

Martín: Calma, amigo, solamente quiero que pase, entre para
calentarse.

Ex presidiario: ¡OH gracias! Verdad que tengo frío. Es que me soltaron de la
cárcel esta mañana, y no tengo ropa de invierno. Quiero vivir
una nueva vida y ser un hombre honrado, pero nadie tiene
confianza en un ex presidiario. No quieren darme empleo.

Martín: Entiendo, quizás pueda ayudarle. Váyase al carpintero de la
calle 14, y dígale que Martín le envió. A él le hace falta un
obrero.

Ex presidiario: Muchas gracias señor. Me acuerdo que mi madre cristiana,
solía decirme, “Bienaventurados los misericordiosos, porque
ellos alcanzarán misericordia.”

Martín: Aquí tiene una chaqueta que lo protegerá un poco. Obedezca
al Dios de su madre, y Él le bendecirá.

Ex presidiario: Yo lo creo. Gracias señor, adiós... (Se despiden, sale y Martín
sigue su trabajo. Luego tocan a la puerta)

Mujer: (Con un niño en brazos)
Señor, perdona la molestia, pero puede decirme usted,
¿Dónde está la calle del hospital?... (Casi se desmaya)

Martín: ¡Señora! Siéntese aquí. ¿Está enferma?

Mujer: Sí, estoy enferma y voy al hospital con mi niño. Mi esposo es
marinero y está en alta mar. No tengo familia acá para
ayudarme.

Martín: Descanse un rato. ¡Que lindo niño! Pero no tiene zapatos y
hace frío...

Mujer: No tengo zapatos, ni un centavo para comprarlos. El barco ha
demorado tanto, que el dinero se acabó.

Martín: Sírvase esta leche caliente. Pobrecito... Aquí tiene estos
zapatos para él. Son de cuero suave, fino; protegerá sus
piecesitos del frío.

Mujer: ¡Que Dios le bendiga! Estoy muy agradecida. (Se levanta)
Dios nos promete: “dad y se os dará, medida buena, apretada,
remecida y rebozando dará en vuestro seno.

Martín: Siga esta calle y a tres cuadras doble a la derecha, ahí está el
hospital.

Mujer: Muchas gracias, y feliz Navidad... (Sale)

Martín: (Se siente tristemente)
Ya la noche viene y el Señor no ha llegado. Quizás fue
solamente un sueño como mis amigos dijeron... ¡Ay... no
vino!... (Abre su Biblia para leer... afuera el coro canta el
himno “Tu dejaste tu trono...”)

Todos: (Los cuatro visitantes pasan uno a uno, diciendo al pasar)
“¿No vine yo a visitarte Martín?”

Voz: “Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste
de beber, fui forastero y me recogiste, estuve desnudo y me
cubriste, en la cárcel y viniste a mí, de cierto te digo que en
cuanto lo hiciste a uno de estos hermanos más pequeños, a
mí lo hiciste.”
(El coro sigue cantando)

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