miércoles, 1 de mayo de 2013

Hansel y Gretel

Hansel y Gretel


Érase una vez un leñador que vivía en el bosque con su segunda mujer y sus dos hijos. Eran tiempos difíciles y la pareja apenas tenía recursos para alimentar a los pequeños, un niño llamado Hansel y una pequeña de nombre Gretel. La desesperación se apoderó pronto de ellos y la mujer, al ver sufrir tanto a su marido, urdió un malévolo plan: propuso llevar a los niños a lo más profundo del bosque y abandonarlos allí a su suerte. El leñador no quería que sus hijos sufrieran el ataque de alguna fiera y se negaba a aceptar que fuera su única solución. Pero la mujer insistía mucho ya que no tenían nada con que alimentarse, hasta que finalmente la voluntad del hombre cedió, roto de dolor.
Pero los dos hermanos, que habían escuchado agazapados en el descansillo la trama urdida por su madrastra, no estaban dispuestos a aceptar su fatal destino tan fácilmente.

Esa misma noche, mientras todos dormía, Hansel se escabulló hasta el jardín para intentar pensar en alguna solución. Allí, vio un buen montón de piedrecitas blancas que brillaban de forma resplandeciente a la luz de la luna. El niño comenzó a reunirlas todas y las guardo en sus bolsillos.
Al día siguiente, la mujer reunió a los pequeños y les anunció que debían marcharse hacia el bosque para recoger leña. Les dio un mendrugo de pan a cada uno y salieron de la casa. Durante el camino, Hansel se quedó un poco rezagado y se dedicó a esparcir los guijarros blancos, dejando marcado así el camino de regreso.

La mujer les ordenó esperar en un claro del bosque hasta que volviera a por ellos. Pero llegó la noche y nadie regresó a por los pequeños. Gretel, asustada, comenzó a llorar, y Hansel la consoló contándola el plan que había tramado para regresar a casa. Y así, los dos tomaron el camino de regreso guiándose por las piedras blancas.

Al alba llegaron de vuelta a su hogar. Su madrastra no se alegró al verlos de nuevo, pero su padre se emocionó tremendamente al saber que se encontraban bien. Al poco tiempo, la malvada mujer volvió a insistir en abandonar a los niños de nuevo, puesto que no tenían nada que llevarse a la boca. El leñador no pudo negarse por segunda vez y así, decidieron llevar a los niños al bosque al día siguiente. Los pequeños, aún despiertos, escucharon sus intenciones, pero esa noche, cuando Hansel fue a recoger de nuevo las piedrecitas blancas, encontró la puerta cerrada.

-          No te preocupes, hermanita, ya se nos ocurrirá algo – decía a Gretel intentando consolarla.
Cuando amaneció, su madrastra les dio otro trozo de pan, esta vez más pequeño, y los condujo de vuelta al bosque. Al igual que la vez anterior, Hansel se retrasó por el camino, y como lo único que tenía era pan, decidió esparcir las migas, tal y como hiciera con las piedras blancas, para marcar el camino.

Esta vez, su madrastra les llevó aún más lejos y les dejó para irse a recoger leña. Los niños volvieron a dormirse y cuando despertaron ya había oscurecido. Entonces, Hansel le contó a su hermana cómo había dejado un rastro de migas de pan para regresar a salvo. Pero por más que buscaban, no lograban encontrarlas: los pájaros del bosque se las habían comido.

Pasaron toda la noche caminando por el bosque perdidos, hasta que finalmente encontraron una casa bastante peculiar. Era una cabaña hecha de bizcocho y chocolate. Los pobres niños, hambrientos como estaban, comenzaron a probar diferentes partes de aquel dulce lugar.

-          Yo me comeré el tejado, y tú la ventana.- decía Hansel a su hermana.

Fue entonces cuando escucharon una voz que provenía del interior de la cabaña:

-          ¿Quién anda ahí?- Y entonces, apareció una vieja por la puerta.
Los hermanos, asustados, dejaron de comer por un momento. Pero la anciana se mostró amable y les invitó a pasar. Una vez dentro de la casa, los sentó en una mesa y les llevó todo tipo de dulces. Cuando terminaron de comer en abundancia, la vieja les llevó hasta una habitación donde preparó un par de camas y les dejó dormir tranquilamente.

Los pequeños no podían terminar de creer lo afortunados que eran. Pero lo que no sabían era que bajo esa apariencia tan bondadosa, la vieja era en realidad una terrible bruja…¡que comía niños!
Usaba su casita de chocolate, para atraer a los niños, y cuando ya estaban en su poder, se los comía.
A la mañana siguiente, despertó con malos modales a los dos hermanos y los separó. A Hansel lo encerró en una jaula, y a la pobre Gretel, la ordenó que cocinara para su hermano, para que éste engordara y poder comérselo.

A partir de entonces, Hansel comía sin parar mientras la pobre Gretel cocinaba. Todas las mañanas, la bruja bajaba hasta la jaula para controlar el estado del niño.

-          Hansel, muéstrame tu dedo para que pueda ver si has engordado- decía la vieja.

Pero el niño era muy astuto y siempre le ensañaba un hueso para engañarla y hacerla creer que estaba muy flaco, aprovechando que la bruja no veía muy bien.

Con el transcurso de los días la paciencia de la malvada bruja comenzó a agotarse, y un día pidió a Gretel que calentara agua porque pensaba comerse de una vez por todas a su hermano. La niña intentó ganar tiempo y le dijo que no sabía cómo hacerlo. Entonces, la vieja se acercó al caldero para hacer una demostración y Gretel, al verla tan cerca, la empujó hacia el interior. La niña salió corriendo en busca de su hermano y le contó cómo se había desecho de la arpía. Acto seguido liberó a Hansel y los dos, sin nada que temer, comieron cuanto quisieron y se apoderaron de un tesoro que la bruja guardaba en el interior de la casa.

Los niños, tomaron entonces el mismo camino del bosque hasta que por fin reconocieron parte del paisaje, y consiguieron encontrar su casa. Allí, su padre les recibió emocionado, llorando y suplicando perdón ya que no había dejado de arrepentirse de haberlos abandonado ni un sólo día. Les contó que su madrastra había muerto y que nadie les impediría vivir juntos y felices para siempre. Entonces, los niños sacaron de sus bolsillos parte del tesoro que habían encontrado. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Autor (versión de) : Hermanos Grimm

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