jueves, 29 de noviembre de 2007

Un panadero al futuro




Un panadero al futuro


Había una vez una familia llamada PanPan. Eran panaderos. Alberto, el padre, siempre estaba malhumorado y triste. No había logrado realizar su verdadero sueño en la vida: ser un jugador de ajedrez. Se pasaba el día soportando con resignación las peleas de sus dos hijas y aguantando a los clientes, que nunca estaban conformes con los productos que él fabricaba.Un día de fiesta, estaban cenando y faltó el pan. El padre, muy generoso, exclamó: "¡Voy yo! No tardaré nada".Una de sus hijas le recordó: "Papi, no olvides que a las doce empiezan los fuegos artificiales".Corrió hacia su panadería. Abrió la puerta de la tienda y entró. Se quedó boquiabierto al contemplar, con sorpresa, que dos ancianos jugaban en su mesa de trabajo al ajedrez. No se atrevió a preguntarles, para no distraerlos.Las horas pasaban y Alberto, el panadero, estaba entusiasmado con cada movimiento que veía sobre el tablero.Al momento comenzó a observar que a los dos ancianos les crecía muy deprisa la barba. Miró su reloj: estaba parado.Pensó: "Tengo que interrumpirlos. ¿Cuánto tiempo habrá pasado ya?" Luego se acercó a los ancianos y les preguntó con miedo: "¿Por qué vuestra barba ha crecido tan deprisa?"Uno respondió: "Hemos envejecido. El tiempo pasa muy deprisa".Volvió a mirar su reloj y exclamó: "¡Mi familia! ¡La fiesta!"El panadero corrió hacia su casa. Por el camino pudo contemplar que su pueblo se había convertido en una inmensa ciudad. Al llegar a la calle donde se situaba su casa descubrió que no existía. Preguntó a los vecinos; pero nadie conocía a su familia.Decidió regresar a su panadería que ahora era una vieja chabola. Al llegar agarró por los hombros a uno de los ancianos y le preguntó: "¿Dónde están? ¿Qué ha pasado con mi familia?"El anciano agredido, desasiéndose del panadero, respondió: "Tus sueños se han hecho realidad. Has pasado los últimos años de tu vida jugando al ajedrez. ¿No estás contento?"El otro anciano exclamó: "¡Eres un desagradecido!"El panadero, comprendiendo que había viajado a su futuro, perdiendo a su familia para lograr realizar sus deseos, explicó llorando: "Es verdad que vivía malhumorado y me quejaba de mi suerte; pero quiero a mi familia. ¿Qué puedo hacer para volver con ellos?"Uno de los ancianos respondió: "Si nos ganas al ajedrez, te ayudaremos".Alberto lo intentó. Pero ¡era imposible! El panadero, viendo que el tiempo pasaba y perdía la partida, comenzó a llorar desesperadamente. Los nobles ancianos, compadeciéndole, le informaron: "la anciana de la luna te devolverá al pasado".Los ancianos, que eran unos magos, le envolvieron en una nube que le llevó hasta la luna. Nada más llegar, la anciana le pidió: "Busca con este telescopio una estrella naranja. Si la ves volverás a tu tiempo".El panadero, desconsolado, exclamó: "¡Eso es imposible!"La anciana le animó diciendo: "Mira con los ojos del corazón".Hizo un gran esfuerzo, era una misión difícil; pero el deseo de regresar con su familia inundaba su corazón y encontró la estrella.Al momento se sintió trasladado y apareció en el comedor de su casa. Había regresado al pasado. Sus hijas saltaron a sus brazos y le besaron.El panadero contó lo sucedido con lágrimas en los ojos. Su mujer le animó diciendo: "Mañana, en la fiesta del barrio, comienza un concurso de ajedrez. ¿Por qué no te apuntas?Su hija pequeña preguntó: "¿Me enseñarás a jugar?"El panadero, loco de alegría, dijo: "Tengo mucha suerte de que seáis mi familia. Espero envejecer junto a vosotras. Y, ¿por qué no?, jugando al ajedrez.

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