jueves, 29 de noviembre de 2007

LA BRUJA DE LA BRISA


Érase una vez un bosque que nunca se había quemado. En él había una casa donde vivía una niña llamada Alyssa.

Alyssa tenía casi seis años, aunque, por lo responsable que era, aparentaba siete. Su madre era la ?Bruja del Bosque? pero, por supuesto, era una bruja buena, encargada de velar por sus habitantes.

A Alyssa y a su madre las encantaba estar juntas y comer helados de chocolate. Alyssa hablaba sin parar y la ?Bruja del Bosque? se reía y la llamaba loro. La niña quería convertirse en ?Bruja del Viento? y, con la ayuda de su mamá, practicaba y practicaba, pero solo conseguía levantar una suave brisa.

Aly, como la llamaba su madre, también sabía escuchar.Por eso y por lo dulce y cariñosa que era, estaba al cargo de la ?Escuela del Bosque?, el lugar donde iban los animalitos que no podían estar con sus papás. Aly era la maestra y los animalitos aprendían muy deprisa porque era una profesora excelente, siempre pensando en el bienestar de los demás e intentando que se sintieran bien.

Un día apareció en la escuela un magullado cachorro de gato. Era extraño porque los gatos no son habituales en los bosques. Aly tuvo que interrumpir la clase porque el nuevo alumno estaba nervioso y asustado, desde un rincón bufaba a todos sus compañeros, arañaba y mordía. La niña utilizó el ?Hechizo del Sueño? para tranquilizarlo y se llevó el gato a casa.

Con el paso de los días, Aly fue ganándose la confianza del minino que, aunque más tranquilo, cuando oía ruidos volvía a asustarse. Una mañana le encontró una enorme herida en el pecho. La niña fue corriendo a buscar a su madre.

- Cariño, todas las brujas intentamos curarlo. ? explicó su mamá - Hubo una explosión y desde entonces no encontramos a su familia. Pensamos que contigo podría recuperarse pero... ? suspiró - está perdiendo el corazón y sin corazón no podrá vivir.

- ¿No podemos sanarlo?

- Solo si encontráramos el ?

Tesoro Tras la Puerta Tras la Cueva Tras el Árbol?, pero hasta el momento, ninguna bruja ha conseguido siquiera ver la cueva.

- Mamá, ¡déjame intentarlo!

- Pero niña...

La ?Bruja del Bosque? suspiró, sospechaba que Alyssa encontraría, con su dulzura y su amabilidad, caminos que ninguna bruja habría sido capaz de recorrer.

- Está bien, ve de inmediato porque el tiempo apremia.

Indicó a su hija el camino y la dio un ?Beso Mágico?, de esos que solo saben dar las madres y que protegen de todos los peligros. Alyssa, un poco asustada pero decidida a salvar una vida, se marchó con el gato en brazos.

Llevaba un buen rato caminando cuando se encontró con unos zorritos. Estaban muy asustados porque había cazadores y no veían a su mamá. La niña les regaló su ?Beso Mágico? y continuó su camino. Estaba en la linde del bosque cuando la madre zorra salió a su encuentro.

No podía devolverle el beso pero le regaló la ?Flauta de los Sabios Consejos?. Alyssa dio las gracias y siguió andando.

Pronto encontró una montaña escondida tras un árbol gigantesco. Allí estaba la Cueva Tras el Árbol. Alyssa miró tras las ramas, las dobló, empujó al árbol? pero no vio la cueva. Entonces, la flauta comenzó a sonar:

- Alyssa, lo tuyo es la brisa, prueba con una sonrisa.

Pensó que un viento fuerte agitaría las ramas dejando al descubierto la boca de la cueva. Puso todo su esmero al realizar el conjuro pero solo consiguió su brisa de costumbre. Las ramas se movieron un poco para aquí, y un poco para allí, haciendo cosquillas a la falda de la montaña que ¡se rió! Entonces Alyssa pudo ver la boca de la cueva.

Estaba tan contenta que comenzó a correr sin fijarse en la decoración del túnel. A lo largo del pasillo se enfrentaban figuras de animales dormidos. Burros frente a asnos, camellos frente a dromedarios, tigres frente a leones... Su carrera era amplificada por el eco. El gatito se agitó por el estruendo. Alyssa se aproximaba a la primera pareja de animales sin percatarse de que estos abrían los ojos mirándose con saña. Apenas oyó a la flauta que decía:

- Alyssa, niña de la brisa, ¿donde vas con tanta prisa?

Alyssa recordó las veces que su mamá la había regañado por ser un terremoto y comenzó a avanzar en silencio. El gatito se calmó y las figuras, también.

Agotada de caminar, Alyssa llegó a la puerta más alta que habían visto sus ojos. Intentó alcanzar el picaporte pero estaba demasiado alto. Miró al gatito, no tenía pulso. Aporreó la puerta, pego patadas, arañó? pero sin resultado. Lloró de impotencia.

- Alyssa, niña acaramelada ¡se siempre bien educada! ? entonó la flauta.

- Abreté, por favor ? gimió Alyssa.

Se abrió una rendija por la que se entrevió una luz deslumbrante. El gatito se fue de sus manos sin poder sujetarlo. Vio más gatos, jugando felices, y niños, y gente riendo. Oyó música. Fue feliz. Sus ojos se cerraban. La flauta susurro:

- Alyssa, ?Bruja de la Brisa?, descansa que ya no hay prisa.

Y Alyssa durmió.

Cuando despertó, feliz y repuesta, estaba en casa con su madre. Alyssa relató sus aventuras. Cuando terminó, preguntó a su mamá:

- ¿Qué era aquello tan dulce que había tras la puerta?

Su madre, acariciando su pelo, contestó:

- Aquello, cariño, era la PAZ.

Milagros Mejías Muñoz

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