sábado, 7 de septiembre de 2013

El señor burro y el zorrito

Fábula
El señor burro y el zorrito

El señor burro era uno de los maestro de la escuela donde asistían los animalitos del bosque y de la granja. Pero el alumno que le daba más problemas era el zorrito. ¿Cómo podía engañar un zorrito tan pequeño a un maestro con tanta experiencia? El zorrito era travieso y siempre se salía con la suya. Pero esta vez se ha pasado, pero un montón.
El señor burro ya era viejo y estaba cansado de dar clases a los animalitos. Pronto llegaría su jubilación, pero aún tenía que esforzarse para ganarse el pan.
Un día en clase, el señor burro explicaba una lección y estaba escribiendo en la pizarra. El pollito Pico interrumpió al señor burro levantado la alita.
—¿Qué quieres, pollito Pico?
—¿Puedo ir al servicio? Tengo ganas de hacer pipí.
—Está bien —respondió el señor burro con mala cara—, pero no tardes.
El pollito Pico salió del aula moviendo sus patitas lo más rápido que podía. El zorrito, que estaba en la última fila, al rato, de un brinco, saltó por la ventana. Ningún otro animalito de la clase se dio cuenta de la escapada del zorrito. Corrió por los pasillos de la escuela hasta los servicios y se comió al pollito Pico. Rápidamente volvió a la clase y se sentó en su pupitre como si no hubiera pasado nada.
—Ya me parece que está tardando mucho el pollito Pico —dijo el señor burro.
Pasó otro buen rato.
—Pues ya me tiene preocupado —volvió a comentar el señor burro ante la tardanza del pollito Pico—. Voy a ver qué pasa. Como se haya ido a jugar al patio, le voy a castigar.
El señor burro fue al servicio, preguntó por el pollito, pero nadie contestaba. Al abrir la puerta del servicio se horrorizó. Estaba lleno de sangre y plumitas. Asustado fue en busca del señor director de la escuela.
Pronto llegaron lo perros policía para investigar. La mamá de pollito Pico fue avisada y llegó a la escuela con un ataque de nervios.
—Es evidente que aquí ha habido un homicidio –comentó el perro comisario.
Mientras tanto, el zorrito estaba tan tranquilo.
«¡Qué bien me ha sentado el pollito Pico!», pensaba. «Tenía la carne tierna y sabrosa. ¡Qué manjar!»
Los perros policías, tras varios días de investigación, detuvieron al zorrito. Habían encontrado huellas de sus patas, saliva por todas partes y mediante una radiografía descubrieron que en su estómago todavía existían restos del pollito Pico.
Pero los padres del zorrito culparon al señor burro por no haber vigilado bien la clase y haber dejado escapar a su hijo.
Transcurridas varias semanas se celebró el juicio. Doña cabra era la jueza encargada del caso.
Tras la presentación de las pruebas, la jueza sentenció que había quedado clara la culpabilidad del zorrito y fue condenado a un correccional de menores.
También se celebró el juicio del señor burro. La jueza doña cabra, le interrogó:
—¿Por qué dejó salir al pollito Pico?
—Porque me pidió salir al servicio.
—¿Por dónde se escapó el zorrito?
—Por la ventana.
—¿Por qué estaba la ventana abierta?
—Porque hacía calor.
—¿Qué hacía usted en esos momentos cuando el zorrito se escapó?
—Estaba escribiendo en la pizarra.
—¿Notó usted la falta del zorrito?
—No. Estaba en su pupitre.
—Bien —dijo la jueza—. Ya tengo todos los datos. Me retiro a deliberar.
La sentencia de la jueza doña cabra fue la siguiente:
—El señor burro estaba durante el crimen en su clase enseñando a los alumnos. Dejó al pollito Pico ir al servicio porque tenía necesidades físicas urgentes. El zorrito aprovechó que el señor burro estaba enseñando para salir por la ventana. Si hubiera salido por la puerta, el señor burro se hubiera dado cuenta. Como el zorrito volvió, no notó su falta. Al tardar tanto el pollito Pico, el señor burro fue a buscarlo.
—Por tanto —continuó la jueza—. Considero al señor burro no culpable y que cumplió con sus obligaciones.
—Sin embargo —siguió con la sentencia la jueza—, considero culpable a los responsables de la escuela, por no haber previsto que los alumnos podían escaparse por la ventana, donde tenía que haber una reja o algo similar. Si hubiera estado la reja, el zorrito no se habría escapado y ahora el pollito Pico estaría vivo.

Moraleja:
Cerrando a cal y canto, se comenten menos pecados. 
 

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