Alcaraván Común
Había una vez un alcaraván que se puso chorreandito de la que estaba cayendo.
Esperando a que saliera el sol, se refugió debajo de unas zarzas y en éstas pasó la comadre zorra y se lo quiso comer. El alcaraván le dijo:
-Mira, ¿por qué no me enciendes una candelita para secarme y cuando esté sequito, entonces me comes? Es que, si no, se te van a empapar las tripas.
La comadre zorra le encendió una candela y el alcaraván se secó una alita, la otra alita y, cuando ya estaba casi seco, le dice:
-Mira, ya estoy casi seco.
-Pues, entonces, ya te voy a comer.
-Espera. Para que todo el mundo se entere que eres más lista que yo, súbete a aquel cerro donde están arando aquellos gañanes y les gritas: "¡Alcaraván comí, alcaraván comí!, y así todos te escuchan y luego vienes y me comes ya sequito.
Mientras la zorra subía el cerro, el alcaraván se encontró que ya podía volar, así que se fue por encima de ella y pensó:
-Ahora verás.
Llegó la zorra al cerro y se puso a gritar:
-¡Alcaraván comí, alcaraván comí!
Y el alcaraván, desde el aire, le contesta:
-¡A otro que no a mí, a otro que no a mí!
Y cuando va a mirar la zorra para arriba, ¡plom!, le cayó una cagaita del alcaraván en un ojo. Y así se fue el otro repitiendo:
-¡A otro que no a mí, a otro que no a mí!
INFORMANTE: Ramón Tapia (Algeciras, Cádiz)
RECOGIDO POR. Juan Ignacio Pérez
No hay comentarios:
Publicar un comentario