Adaptación del original de La tatara-tatara-abuela
Érase una vez un niño tan pequeño que cabía en la palma de la mano. Por ese motivo todos le llamaban Garbancito. Era tan pequeño, que cuando salía a la calle le gustaba cantar:¡Pachín, pachín, pachín! |
Sus padres le querían mucho, pues sabían que poco importa el tamaño cuando uno es listo y sabe hacer las cosas bien hechas.
Su mamá le enviaba a realizar la compra y le encargaba siempre una cosa.
Por la calle para que todo el mundo lo viera siempre cantaba su canción favorita:¡Pachín, pachín, pachín! ¡Mucho cuidado con lo que hacéis! ¡Pachín, pachín, pachín! ¡A Garbancito no piséis!
Al llegar a la tienda, siempre que Garbancito pedía el encargo todos los presentes miraban para saber de donde procedía aquella voz; cuando veían la moneda que llevaba en la mano sabían que se trataba de Garbancito, enseguida lo despachaban y se iba para casa sin entretenerse con nadie; iba cantando su canción: ¡Pachín, pachín, pachín! ¡Mucho cuidado con lo que hacéis! ¡Pachín, pachín, pachín! ¡A Garbancito no piséis!
"Garbancito, con aquella carita tan pequeñita" , cierto día que su padre iba al campo a trabajar, le pidió:
- ¿Papá, papá, déjame que te acompañe! y ¡déjame guiar al caballo!.
- ¡Verás cómo puedo hacerlo!
- Garbancito le dijo que le situara sobre la oreja del animal, desde donde le iba dando órdenes al caballo, que éste obedecía a pesar de no saber de dónde venia aquella voz
- ¿Ves, Papá? ¿Qué más dá ser pequeño si puedes pensar y hacer las cosas bien?
Caminando, caminando, llegaron al prado de coles, y Garbancito saltó al suelo para estirar las piernas y jugar un poco. |
Mientras su padre recogía las verduras para luego venderlas en el mercado, el diminuto muchacho jugaba entre las hileras de plantas. Jugando y saltando, Garbancito no cayó en la cuenta de que se alejaba cada vez más de su padre.
Tras uno de sus saltos, Garbancito fue a caer dentro de una col.
El movimiento de Garbancito captó la atención de un enorme buey que pastaba a pocos pasos de allí. El gran animal de color pardo se dió la vuelta, se encaminó hacia donde estaba el minúsculo muchachito y se comió la col de un bocado con el niño dentro.
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Cuando llegó la hora de volver a casa el padre buscó a Garbancito por todas partes, pero fue incapaz de encontrarlo. Tras mucho tiempo, avisó a su mujer y juntos recorrieron caminos y campos buscando a su hijo.
-¡Garbancito! ¿Dónde estás?
- Gritaban al unísono. Pero cayó la noche, vino el día y Garbancito no aparecía.
Los padres apenas durmieron y después del desayuno siguieron buscando. Cayó la lluvía y después nevó, y los padres seguían buscando:
- ¡Garbancito! ¿Dónde estás?
- Llamaban a voz en grito.
- ¡Aquí estoy! ¡En la tripita del buey, donde ni nieva ni llueve!
- Los papás escucharon su voz a lo lejos .
Los padres estaban muy contentos de haberle encontrado, pero... ¿cómo sacaban a Garbancito de la tripita del buey?
¡Muy sencillo!; empezaron a darle muuuucha comida al buey, para que pudiera echar pronto a Garbancito
Tanto comió el animal que tuvo una gran necesidad, y expulsó a Garbancito en medio de una gran pastelada. Garbancito salió de la tripa bastante sucio; pero tanta fue su alegría que abrazó a sus papás. ¡Menuda ducha se tenía que dar, cuando llegara a casa!.
Mientras volvían a casa para celebrarlo, los tres cantaban alegres su canción:
- ¡Pachín, pachín, pachín! ¡Mucho cuidado con lo que hacéis! ¡Pachín, pachín, pachín! ¡A Garbancito no piséis!
¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!
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