domingo, 14 de julio de 2013

Morfeo, el rey del país de los sueños


Fernando era un niño desobediente, que siempre estaba dando trabajo a sus papás, principalmente a la hora de acostarse. Nunca estaba cansado cuando lo mandaban a la cama, pero claro, al día siguiente no quería levantarse. Por eso llegaba siempre tarde a la escuela.

Los padres de Fernando habían probado de todo, quitarle sus juguetes, no permitirle ir a jugar con sus amigos, pero él se negaba a obedecer. Cada noche se iniciaba una larga lucha de voluntades, hasta que los padres cansados, se daban por vencidos y se iban a dormir.
Tanto era el escándalo, que Morfeo, el rey del país de los sueños, se enteró del asunto. Estaba muy contrariado por lo que sucedía, era inaudito que un niño tan pequeño se negara a dormir. Mandó llamar a sus ayudantes, Iquelo y Fataso para que investigaran lo que ocurría con Fernando.
Tras mucho investigar en los archivos, Fataso e Iquelo encontraron los registros de los sueños de Fernando y quedaron muy sorprendidos ante lo que vieron. Pronto corrió el rumor por todo el país de los sueños y los mil Oniros se preguntaban quién habría sido responsable de aquel desafortunado error.
El rey Morfeo se puso furioso cuando supo el resultado de la investigación, pero por mucho que buscaron, no pudieron hallar al culpable. De todas formas, el rey se dispuso a solucionar el infortunado error.
Lo que había ocurrido, fue que Fernando recibió por equivocación las pesadillas que le enviaron desde el país de los sueños a un gobernante cruel y despiadado que había provocado innumerables sufrimientos a su pueblo.
Era natural que Fernando no quisiera dormir y que se comportara renuente a obedecer a sus padres, el pobre niño sufría terribles sueños cada vez que caía vencido por el cansancio. De modo que cada día, se proponía no volver a dormir en su vida, pero tarde o temprano, el cansancio le ganaba y se quedaba dormido y a merced de aquellos horrendos sueños.
El rey Morfeo desplegó sus mejores artes y obligó a Fernando a dormirse temprano, cuando el niño llegó al país de los sueños, el rey lo esperaba sonriente y lo condujo personalmente hasta donde estaban los mejores sueños. Le autorizó a que eligiera los que más le gustaran y que jugase y se divirtiera tanto como le viniese en gana. Al despertar aquella mañana, Fernando se sentía feliz y descansado, había disfrutado de sus sueños como nunca. Pasó el día entero de buen humor.
Los padres de Fernando estaban extrañados con el cambio de conducta en su hijo, pero estaban demasiado contentos para hacerse preguntas. Para asombro de todos, cuando llegó la hora de acostarse, el pequeño se fue solito a su cama, sin que nadie lo mandara. Esa noche, sus sueños fueron mejores que la anterior y así sucesivamente. De modo que Fernando nunca más tuvo temor de dormirse y tuvo una infancia feliz y divertida, pues le acompañaba el recuerdo de las mil aventuras que vivía cada noche en el país de los sueños, con su amigo, el rey Morfeo.

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