martes, 4 de junio de 2013

El submalibro

El submalibro

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     Me habían contado que en un lugar muy lejano existía una isla llamada Isla literaria, la cual formaba parte del archipiélago de las letras y que , el mar que bañaba sus costas,  era denominado Mar de lectura. Se decía que era  un mar excepcional y único en el planeta, por el cual los libros navegaban ,cual barquitos de papel, sobre encrespadas olas gigantes vestidas con espuma de palabras, versos, metáforas, cuentos, colmos, coplas, prosas, rimas, ensayos, adivinanzas...
    Mientras oía esta tan maravillosa idea , sentí deseos de viajar hacia ese mágico lugar y tener la oportunidad de conocer y disfrutar de los textos que encerraban esos libros flotantes. Así fue que con mucha ilusión y ansiedad, al día siguiente de conocer esta increíble novedad, llamé por teléfono para realizar la reserva del pasaje en algún transatlántico, cuyo itinerario incluyera el paseo por dicha zona. El encargado de la oficina comercial de ventas , me recomendó el Crucero Byblos el cual, como parte de las  actividades recreativas y culturales, ofrecía una promoción de recorrido subacuático para ver el submalibro, exótica nave submarina , dotada, entre otras cosas, de una gran biblioteca virtual, de amplio contenido artístico y literario, que navegaba sumergida entre cardúmenes de letras fluorescentes, plateadas, doradas, cual peces coloridos y movedizos, nadando hacia las profundidades del océano, quizás en busca de nuevas historias para contar.
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     Esta maravillosa propuesta ,colmó mi alma de grandes expectativas e ilusiones.
Al cabo de una semana, ya estaba preparando las valijas, sin olvidar mi par de gafas para sol y el de lectura. En el puerto de la ciudad, al llegar, pude divisar el gigantesco buque, mientras oía por el altavoz, las diferentes dársenas para realizar el pre-embarque. A mí me correspondía ingresar por el Pasaje Jorge Luis Borges, pero había otros pasajes con nombres de escritores, a saber:  Julio Cortázar, Manuel Mujica Láinez, Adolfo Bioy Casares, Alfonsina Storni, Victoria Ocampo, Pablo Neruda, Gustavo Adolfo Bécquer, Gabriela Mistral, Allan Poe, Ernesto Sábato,Gabriel García Márquez...
A escasos segundos de subir a bordo, me sentí inundada de una emoción indescriptible que me recorría todo el cuerpo, cual marea de sensaciones incontrolables y placenteras. Teniendo en cuenta las palabras de la escritora Ana María Shua en una entrevista a la que tuve el placer de asistir- "Para ser un buen escritor, primero se debe ser un gran lector", estaba segura de que esta experiencia abarcaría ,en tan sólo cinco días, innumerables aventuras de lectura y goce estético, reunidas en racimos de palabras ,envueltas en celofanes etéreos , cual bruma en el mar que se impregna a través de nuestras retinas antes de que el viento la lleve más allá del horizonte. 
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   Seguramente, regresaría enriquecida con las perlas de aquel tesoro literario y la especial compañía de las musas inspiradoras de las que se habla a menudo en el ambiente cultural de los poetas.
Sobre cubierta, se hallaba el café literario, en cuyas mesas descansaban con avidez de ser leídos, algunos  libros de la literatura clásica, entre ellos: Madame Bovary, Cuentos, de Chejov, Hamlet, El gran Gatsby, Ulises, La odisea, etc, etc.
Como a mí me gustan las novelas de amor, elegí Cumbres Borrascosas, de Emily Brontë, la cual ya había disfrutado en los años de mi juventud , con tanto placer y emotividad que bien valía la pena releerla, sobretodo en ese marco, rodeada por el océano y un cielo totalmente estrellado, fúlgido, alucinante. A medida que avanzaba en los capítulos de la historia arrebatadora y romántica , de odio, locura, venganza , amor, muerte, de Heathcliff y Catherine, iba recordando el sorpresivo final y, una vez concluida la lectura ,me retiré a mi camarote a descansar hasta que,  las primeras luces del alba, anunciaron la salida del sol a través del ojo de buey de mi recámara.     
   El desayuno fue algo increíble. Cada bandeja con el servicio incluía servilletas con los versos de Pablo Neruda y Gustavo Adolfo Bécquer, saquitos  de azúcar con frases célebres de escritores y filósofos y, además, sobres de diferentes colores que en su interior, guardaban textos de prólogos de las mejores obras de la literatura universal. Aún guardo el sobre de azúcar con las palabras de Jean Paul Sartre : " No se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan".
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   Todo era para el deleite de quienes compartíamos ese maravilloso mundo de las letras, sólo que ,hasta el momento, no había podido vislumbrar textos del género infantil,  lo cual me sorprendió , especialmente teniendo en cuenta que escribo para niños. Al preguntarle al camarero, al respecto, me informó que todo el mundo literario infantil se hallaba en el submalibro, ya que El pez de platino fino, fino ,de María Elena Walsh era el capitán del buque sumergible y había ordenado que todo lo relacionado a dicho género, se dispusiera en el sector subacuático, junto al pez Nemo, la ballena de Pinocho, la Sirenita, el "delfín que toca el violín " , y todos los personajes de los cuentos,canciones, poesías y colmos que los grandes escritores idearon para los más pequeños. 
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   Eso sí, para arribar al submalibro, se debía descender del crucero con el bote y viajar a través de un sendero de caracoles que era dirigido por un buzo con traje de pirata realizado en neoprene, que llevaba una súper linterna con rayos láser que adormecía a los tiburones , por si acaso , y  nos transportaba con equipo de oxígeno por arrecifes de coral, hasta abordar el ascensor mágico que, no era nada más ,ni nada menos, que un pulpo, quien con sus tentáculos podía hacer ascender y descender a más de una persona a la vez. Todo aquello formaba parte de la fantasía de un gran cuento infantil y se podía disfrutar al máximo sintiendo la adrenalina a flor de piel.
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    El buque sumergido parecía una gran ballena colorida que se desplazaba deslizándose siempre en dirección al norte, espantando a los peces que al verla ,nadaban temerosos y a gran velocidad, en sentido contrario, como era de imaginar.
El periscopio, ojo de la nave submarina , era una ostra con lente especial , capaz de detectar el panorama de navegación en toda la zona marina, pero al ser un submarino infantil, lo denominaron infantoscopio. Su misión era controlar la circulación de todos los libros, en especial de aquellos que solían ser más lentos en cuanto al ritmo de navegación, debido a su gran peso, como ser las novelas, tomos de enciclopedias, grandes colecciones de la historia universal...
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 Al ingresar a la biblioteca virtual, una "flaca sirena, buena, buena", me entregó un plano de orientación,en el que se podían ver todos los sectores bien determinados , enumerados y diferenciados por nombres que pertenecían a alguna u otra especie de peces marinos, moluscos, mariscos.
Yo deseaba leer historias virtuales de terror marino, con el fin de interiorizarme en la técnica de animación en cuanto a monstruos, en 3 D, en el fondo del mar. No suelo escribir este tipo de cuentos y sería mi próximo desafío, con intención de publicarlo cuanto antes,así que busqué en el plano y descubrí un amplio sector de historias de ese estilo, lo cual me dio cierta inquietud y nerviosismo. 
1353502720408-image.jpgEn las profundidades del océano viven muchas especies desconocidas y enormes. El mar es profundo y oscuro y en él habitan millones de peces, pequeños y gigantes, luminosos, coloridos,diferentes, pero también existen especies raras, exóticas, que asustarían a más de uno. Sería un gran acierto descubrir ese maravilloso mundo submarino y poder escribir historias de misterio relacionadas con los monstruos y leyendas de seres maléficos y endiablados que habitan en el fondo del mar.De todos modos, me reservo lo que vi, para sorprenderlos en mi próxima historia de aventuras oceánicas.
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  Siguiendo con el recorrido, plano en mano, fui en busca de los sectores de autores argentinos , los cuales figuraban representados con fotografías de calamar, cangrejo, langostino, camarones.
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   En el sector denominado Cangrejo, se hallaban los libros de cuentos infantiles de Ricardo Mariño, en Calamar, los cuentos de Silvia Shujer, entre ellos , El elefante y el mar.
  Además, en otro sector hallé:  Un cuento del mar, de Alejandro& Sebastián García  Shnetzer, A la orilla de la mar, de Rafael Peralta Romero, y muchos otros más, aunque debo confesar que, tratándose de aguas saladas, nada más simpático y divertido que la rima que descubrí en el stand Camarones, de la inolvidable autora argentina María Elena Walsh, que dice así:
En el fondo del mar una tonina,
con vestido de cola y capelina.
¿Qué creen que le pasa ? Nada. Se queda en casa,
solita y aburrida ,en la cocina.
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   De pronto, cuando estaba por comenzar a leer otra de las Rimas con sonrisas,comenzó a sonar una alarma estruendosa, y todos nos asustamos por no saber lo que podía estar sucediendo, hasta que el capitán Pez de platino dijo: 
 -¡ Una tortuga a estribor, una tortuga a estribor!
La gente comenzó a formar fila para ver por el infantoscopio a la tortuga y , como yo estaba muy cerca de aquel  instrumento de observación, me ubiqué en quinto lugar, detrás de una señora que llevaba capelina en su cabeza, impidiendo la vista desde atrás, pero cuando me tocó el turno, con inmensa emoción descubrí , a través del visor, que la tortuga era, nada más , ni nada menos que Manuelita regresando de París, con sus arrugas bien planchadas y estiradas, feliz, muy feliz. Al verla, confieso que sentí tal emoción , que me temblaron  las piernas y no pude dejar de lagrimear. Era el personaje más querido de  toda la obra de María Elena Walsh, el que me había acompañado desde niña y ahora estaba frente a mis ojos, claro que pasó tan rápido delante de la lente que, a los pocos segundos, no pude divisarla más. 
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     De todos modos, me sentía muy recompensada por tal sorpresiva aparición. Nunca hubiera imaginado ver a la protagonista de la canción más hermosa y famosa del mundo literario infantil  y, mucho menos, ser testigo de una de las escenas de su increíble historia.
Recuperada de la emotiva situación, me acerqué al sector Mejillones, para ver cuentos de brujas y fantasmas, con imágenes realizadas con técnica holográfica, tridimensionales, para las cuales se utilizan rayos láser y, al verlas, confieso que parecían salirse de sus límites, como si entraran y salieran de sí mismas. Era algo espectacular y asombroso. Me detuve por varios minutos ante aquella maravillosa expresión artística del universo holográfico. Las brujas pasaban tan cerca mío que sentía que, de un momento a otro, me atropellarían con sus vehículos voladores y , hasta podía oír el zumbido de sus escobas, en sus paseos vertiginosos, rasantes y audaces. No fue así con los fantasmas, ya que estaban dormidos, pues la iluminación rojiza de la cabina del submalibro les dificultaba la visión, acostumbrados a viajar en la oscuridad más intensa y tenebrosa. Así fue que continué recorriendo los sectores , descubriendo infinidad  de poemas, poesías, cuentos virtuales...hasta que el ayudante del Pez de platino, fino, fino, el Feo cangrejo, viejo, viejo , que se mira el perfil al espejo, anunció que debíamos abordar el ascensor de ocho brazos para dirigirnos a la superficie, si deseábamos ver la competencia de libros flotantes que estaba a punto de comenzar. 
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   La flaca sirena buena, buena se despidió de todos los visitantes y nos obsequió de recuerdo de nuestro paso por allí, una fotografía digital con la imagen de Manuelita navegando frente al submalibro, saludando con su patita y sonriendo feliz a la cámara.
Al ratito nomás, cuando ya estaba nuevamente sobre cubierta, catalejo en mano, presencié la más innovadora, colorida y majestuosa competencia náutica de libros que comenzaba a desarrollarse en el Mar de lectura. Nada será igual, ni podrá superar la excelente idea de organizar una carrera marítima de tal envergadura. 
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     Los participantes se esforzaban por navegar, contra viento y marea y , en su  afán desmesurado de ganar, arremetían contra las olas que golpeaban sobre proa pues, cada obra impresa, era un barco de papel encuadernado flotando en el mar, cual buque de la flota más completa de la historia de la navegación de ultramar. Lo más espectacular de todo aquello, era que en el vaivén que producía el oleaje sobre las hojas, se desprendían los versos y textos de las páginas, dispersándose sobre la espuma de mar y ,desde lejos , se podían leer, hasta verlos mezclarse con la bruma y viajar rumbo al horizonte, cual vuelo mágico de gaviotas que pintan versos en el cielo del atardecer.
     Ese ha sido, sin dudas, el mejor premio, el mayor logro al que pueda aspirar un autor, transformar su obra en la metáfora volátil más significativa de la historia, capaz de navegar por un mar de lectura donde las palabras flotan hasta transformar el aire en un abrazo de versos creando puentes de poesía entre el cielo y el mar.
Nada será igual , después de vivir tal experiencia de lectura y, pase lo que pase, jamás olvidaré mi paseo en el crucero Byblos, donde además de disfrutar y deslumbrarme con las perlas de todo aquel tesoro literario, me di el gusto de ver a la tortuga Manuelita regresando de París, aunque ..."Tantos años tardó en cruzar el mar, que allí se volvió a arrugar..."
 
                     
                                                          FIN
                                           Claudia Betriz Felippo

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