martes, 5 de noviembre de 2013

LAS CIGÜEÑAS Y EL MOLINERO

  LAS CIGÜEÑAS Y EL MOLINERO

PRESENTACIÓN
- Abuela, ¿por qué se dice: “En San Blas la cigüeña verás y si no la vieres año de nieves”

- Porque es un refrán popular que quiere decir que las cigüeñas cuando vuelven a hacer sus nidos es que llega el buen tiempo y ya no va a nevar.

- Pero, ¿lo de San Blas?

- Porque, pasado el día de San Blas, las cigüeñas comienzan a llegar.
- Y, ¿cuándo es el día de San Blas?

- El día 3 de Febrero es la fiesta San Blas.

- Entonces ahora, abuela, ¿todavía podría nevar?

- Claro que podría nevar. Porque no ha llegado Febrero, ni la fiesta de San Blas. Ni han llegado las cigüeñas a la torre a anidar.

- Y, ¿por qué se ha elegido a San Blas?

- Porque dice una leyenda que San Blas vivía en una cueva y solamente salía de ella, más o menos en Febrero, cuando, a lo lejos, en la copa de unos árboles grandes, veía que las cigüeñas comenzaban a hacer su nido.
Un día le preguntaron al santo, por qué hacía eso y él contestó: “las cigüeñas traen el buen tiempo cuando comienzan a anidar”.

- Y tú, ¿por qué sabes tanto de San Blas?

- Porque lo he leído en un libro. Y sé muchas cosas más.

Pero ahora escucha primero el cuento que te quiero contar.

- ¿Es de San Blas o de las cigüeñas lo que me quieres contar?

- ¡Caliente!, !caliente!, pero escucha y verás.


“Había una vez, comenzó el cuento la abuela, una pareja de cigüeñas que, un día, comenzaron hacer su nido encima del muro del molino.
Viaje tras viaje fueron trayendo unos palos, unas hojas y el barro de la charca, hasta que formaron un nido grande y fuerte.
El molinero estaba muy satisfecho.
De todos los alrededores habían elegido su molino.
Cada día, pasaba junto al muro y se quedaba mirando fijamente.
Admiraba el esfuerzo de aquella pareja de cigüeñas fabricando su nido y la habilidad con la que iban colocando los materiales.
Una de las tardes que se acercó para ver aquella gran obra, se dio cuenta que algo se movía dentro del nido.
Eran sus crías, envueltas en un plumón blanco. Miró a su alrededor y vio que una de las parejas se acercaba volando.
A distancia pudo observar, el picoteo de la madre y el bullicio que las crías hacían con la comida.
Poco a poco las crías fueron creciendo y comenzaron a revolotear sobre el nido.
Pronto darían su primer vuelo y, con él, dejarían el nido para formar, como sus padres, una nueva pareja.
El molinero sabía, muy bien que emigrarían a tierras más cálidas. Pero ahora era muy feliz con su compañía y disfrutaba mucho con su presencia. Desde su ventana, se entretenía observando el rojo de sus patas, el revoloteo de sus alas y el traqueteo de su pico.
Por las mañanas, cuando salía a trabajar, procuraba saludarlas, agitando su gorra, como si ellas pudieran entenderle.

Un día, cuando se levantó, el nido estaba vacío
Han emigrado a tierras más cálidas, pensó, pero un día volverán y arreglarán de nuevo su nido, incubarán sus huevos, tendrán crías y para comer, volarán hasta posarse junto al río.
Y yo podré saludarlas.
Cada mañana desde la ventana de su casa miraba el muro vacío.
Pero pensaba en sus amigas que, lejos, eran felices y que pronto volverían al molino donde habían dejado su nido grande y fuerte.
Los días iban pasando.
El molinero había mirado el calendario y, el día de San Blas estaba muy cerca.
“San Blas, la cigüeña verás...”, recitaba el molinero mientras pensaba que pronto volverían sus amigas.
Como todos los años, procuraba que el nido estuviera casi preparado.
Quitaba los palos viejos, reparaba lo que la lluvia y la nieve habían destrozado y metía puñados de paja dentro del nido.
Los huevos, pensaba el molinero, necesitan mullida y las crías, ¡tienen la piel tan fina!...
La alegría del molinero era muy grande cuando los primeros días de Febrero volvía a ver a sus amigas.
Las dos cigüeñas repetían y repetían cada año.
Preparaban su nido.
Cazaban los peces y las ranas que les servía de comida para sus crías y, cuando llegaba la época, se unían al grupo de compañeras y emigraban a tierras más cálidas.
Uno de los años en los que esperaba, como siempre, la vuelta de sus amigas, una gran tormenta arrasó la cerca de su molino y el agua derrumbó el muro.
Vio cómo el agua arrastraba el nido.
Quiso cogerlo, pero no pudo.
La corriente era muy grande.
A distancia fue viendo como se deshacía entre las aguas.

Esa noche, no podía dormir.
Pensaba en sus amigas.
El trabajo y el esfuerzo de tantos años había desaparecido.
Era la época de su llegada y no iban a encontrar nada.
Pero, ¿dónde podré yo construir su nuevo nido?, se preguntaba.
Pensó en una encina que había junto a su casa.
También podría hacerlo en el trozo de muro que se había salvado de la corriente. Pero, no, será mejor hacerlo encima del chaparral.
Y, pensando en el chaparral se quedó dormido.

A la mañana siguiente, se levantó deprisa.
Había que comenzar a fabricar otro nido, antes que volvieran las cigüeñas.
Pero al salir de su casa se llevó una gran sorpresa
Sus amigas de todos los años ya habían llegado y habían sido más madrugadoras que él.
Cuando las vio, se restregó los ojos pensando que era un sueño. Pero no, eran sus dos amigas que habían comenzado hacer su nuevo nido en el tejado de la casa.
Lleno de alegría, el molinero, comenzó a agitar su gorra, mientras las cigüeñas revoloteaban sobre el tejado.
Querían devolverle el saludo, darle las gracias y decirle, que construirían otro nido y seguirían siendo sus amigas.
Y colorín colorado este cuento ha terminado.


- Abuela, cuando me contabas el cuento he tenido un poco de pena.

- Pena ¿de qué?

- Me ha dado pena, cuando la tormenta arrastró el nido y el pobre molinero no sabía que hacer.
- No te debe dar pena porque, peor hubiera podido ser.

- ¿Peor que quedarse sin nido las cigüeñas?

- Imagínate que en vez de estar vacío hubiera tenido dos crías.

- Qué lista eres abuela y qué rápido me has quitado la pena.

- Es que recuerdo una historia que me contó un día mi abuela que es también tu bisabuela

- Cuéntamela abuela aunque no sea como cuento.

Es la historia de dos golondrinas que comenzaron hacer su nido.
Cuando ya estaba terminado, un pájaro carpintero se lo destruyó.
La pareja se sintió muy triste. ¡Habían trabajado tanto!
De nuevo comenzaron a hacer otro nido y... el pájaro carpintero de nuevo se lo destruyó.
Cansadas, decidieron volar hasta otro lugar más alejado.
Cuando ya estaban preparadas... vieron que a su alrededor volaba el pájaro carpintero.
- ¿No te parece suficiente con habernos roto el nido?, dijo una de las golondrinas.
- Me parece suficiente si con esto habéis aprendido, contestó el pájaro carpintero.
Allí donde vosotras queríais hacer el nido, había un nido de avispas que vosotras no habías visto.
¿Qué hubiera pasado si un día, vuestras crías ya nacidas hubieran sido picoteadas y muertas por las avispas?
Las dos golondrinas se quedaron quietas escuchando al “carpintero”.
Sus palabras eran sabias y su intención era buena.
- Muchas gracias “carpintero”, dijeron las dos a la vez, lo que nos parecía malo, salía de un corazón bueno.
- Volad, si queréis a otros lugares y allí podréis hacer vuestro nido, pero no olvidéis este consejo:
“antes de hacer vuestro nido, fijaos bien lo que dejáis dentro”.
Os lo dice vuestro amigo, el pájaro carpintero.

- ¿Qué te parece la historia que un día me contó mi abuela?

- Que ahora, me ha gustado la historia tanto como me gustó el cuento.

No hay comentarios: