martes, 11 de diciembre de 2012

La pelea de las lagartijas

La pelea de las lagartijas

Un cuento de Burkina Fasso uno de mis cuentos favoritos, seguramente el que más he contado a mis hijos y el que más juego nos ha dado para dibujarlo, hacer marionetas, dramatizarlo.

(foto de archivo) 1er encuentro de ALE 2003
En una pequeña población, de vida tranquila y ordenada, dos lagartijas se enredaron a pelear enfurecidas, no ha llegado a saberse la razón pues nadie mostró interés por el altercado, excepto un perro que al pasar junto a ellas y verlas mordiéndose furiosas, las contempló con horror.
El perro no podía permanecer impasible ante aquel doloroso espectáculo y se interpuso entre las lagartijas intentando separarlas
- ¡Chicas, chicas, dejad de pelear! No veis que os vas a hacer daño. Seguro que podemos solucionarlo hablando, por favor dejad de pelear.
Pero lejos de desistir, las lagartijas furiosas también golpearon y mordieron al perro.
Viendo que no podía separarlas, decidió que era mejor buscar otra estrategia, pues veía con claridad que nada bueno podía resultar de una pelea como aquella. Fue entonces cuando decidió buscar ayuda, seguro de que cualquiera vería como él la necesidad de parar aquella pelea, y creyó conveniente ir en busca de un experto en resolver conflictos. Repasó la lista de sus conocidos y rápidamente se puso en camino para conversar con el gallo, que le parecía que al vivir con una familia tan extensa, tantas gallinas y tantos polluelos, era seguro que tendría experiencia más que probada en apaciguar peleas.
- Amigo Gallo, necesito de su ayuda, hay dos lagartijas que se están peleando y no me quieren hacer caso. Por favor acompáñame y pongamos paz entre ellas.
-  Pero perro, amigo mío. Yo ya tengo bastante con mis propios problemas, no vengas a contarme peleas de lagartijas que nada tiene que ver conmigo, déjame vivir tranquilo.
El perro, que era tenaz en la consecución de sus objetivos, no se desanimó y continuó pensando.
Quizás no necesitaba un experto, muy posiblemente era mejor buscar a alguien grande y fuerte que con su sola presencia impusiera respeto, así las lagartijas al verlo aparecer se sentirían cohibidas y dejarían de pelear... pero si eso no sucedía, al menos alguien muy fuerte podría contenerlas sin que le dolieran sus mordeduras y sus arañazos. Piensa, piensa que te piensa, el perro repasó toda la lista de sus amistades, hasta llegar al burro, ¡caray! Aquel era un magnifico candidato.
Acudió junto a su casa y se sentó a esperar, el burro trabajaba en los cultivos y no llegaba hasta que el sol no empezaba su camino descendente en el horizonte.
- Amigo burro, ¿cómo estas hoy? Acudo a ti porque sé que me ayudaras. Verás hay dos lagartijas que están enzarzadas en un pelea brutal y no he podido detenerlas. Sí tu me acompañas seguro que a ti te harán caso.
- Muy bien, ¿cómo se llaman tus amigas?
- No lo sé, nunca las había visto...
-  ¿entonces? No las conoces de nada y quieres que yo vaya a meterme en sus asuntos. Mira perro, yo por ti haría lo que sea, porque somos amigos... pero por unas lagartijas que no conozco no voy a perder mi tiempo de descanso. Llevo todo el día trabajando sin parar y tengo hambre, déjame comer y deja de preocuparte por esas lagartijas.
Entre tanto, las lagartijas que continuaban en su lucha, habían trepado por la pared de una casa y se estaban peleando sobre el tejado de paja seca (no olvidar que es una cuento africano) y con tanto golpe y tanta carrera, la paja comenzó a ceder y fue cayendo dentro de la casa. En la casa vivía una anciana, muy muy anciana, que se encontraba preparando su comida de la noche, y al caer la paja seca sobre el fuego comenzó a formarse una gran nube de humo que llenó el interior de la vivienda. La anciana intentaba salir, pero la lentitud de sus movimientos y los ojos cegados por el humo la hicieron chocar con los enseres que había en la vivienda.
-¡Ayuda¡... ayuda... ayuda, gritaba cada vez de forma más débil.
La nube de humo se elevaba sobre el tejado. Los habitantes del pueblo la contemplaban horrorizados, y a la voz de incendio todos se pusieron en marcha. Alguien intentó entrar en la casa, pero el tejado se había desplomado impidiendo la entrada. Otras personas corrieron al pozo para transportar agua, el dueño del burro lo cargó con cantaros y lo tuvo haciendo viajes hasta que el incendio se dio por terminado. Cuando el incendio estuvo apagado y al fin pudieron llegar junto a la anciana, la encontraron como dormida. Debido al humo había muerto por asfixia.
Sus vecinos y familiares entristecidos por la pérdida declararon un día de luto para celebrar los funerales, que realizaron según es su tradición. No debemos olvidar que estamos en Burkina Faso, así que organizaron una gran fiesta con la que celebrar que aquella mujer había disfrutado de una larga vida, lo que da grandes oportunidades para ser feliz. Como sabéis de sobra, las fiestas básicamente tienen los mismos componentes en todas las culturas, nada se celebra sin compartir una buena comida y sin la música, por eso para celebrar aquélla fiesta decidieron asar unas cuantas gallinas y ... un gallo ¿sabéis cual?

No hay comentarios: