domingo, 15 de diciembre de 2013

Esencia de amor

Esencia de amor

Dibujo premiado con un Accésit (Categoría C), en el XXVIII Concurso de Tarjetas de Navidad convocado por Caja de Burgos.

En una ciudad llamada Pöskka, pasó algo inesperado en unas navidades no muy lejanas.
Pöskka, una ciudad como cualquier otra, llegó como todos los años la NAVIDAD.
Pero ese año era distinto; la Navidad no llegaba a las calles, ni a las casas y tampoco a las personas.
En la central de "DUENDES DEFENSORES DE LA NAVIDAD" el ambiente era un caos, todos buscaban, investigaban día y noche. ¡No paraban!
Todos opinaban cosas distintas.
No sabían qué hacer; estaban muy disgustados pues no cumplían con su deber de salvar la Navidad y era para lo que habían sido contratados.
Mientras, Pöskka seguía igual, sin llegar la Navidad. Todo eran caras largas y tristeza.
En la central "DUENDES DEFENSORES DE LA NAVIDAD" decidieron llamar a Kirim, uno de los duendes más joven y sobre todo más sabio.
Después de observar varias horas a Pöskka, la ciudad, giró la cabeza y dijo:
- Creo que lo que a esta ciudad le pasa, es que no se tienen amor, no se observan unos a otros, no se dan cuenta de las maravillas que hay tanto en la gente como en la calle.
Pepinco, el duendecillo más pequeño preguntó:
- ¿Y qué debemos hacer?
- Debéis adornar la ciudad y echar esencia de amor por todas las esquinas, -contestó Kirim.
La esencia de amor era un concentrado que se usaba en ocasiones extremas y sirve para devolver el amor, en este caso perdido, entre las personas.
Kirim repartió el trabajo y todos los duendes recorrieron la ciudad siguiendo sus consejos.
Pocos días después en Pöskka llegó un año más la Navidad. Ahora sí que estaban felices todos los duendes de la central DUENDES DEFENSORES DE LA NAVIDAD".
La ciudad se llenó de luces, nieve, alegría y amor. ¡Ya había vuelto la NAVIDAD!
¡Ah! , cuando el pasado año en vacaciones visité Pöskka encontré en una esquina un frasco brillante, pequeñito, y con una etiqueta que ponía: ESENCIA DE AMOR.
Ingredientes:
- Toneladas de buena voluntad.
- Kilos de perdón.
- Millones de comprensión.
- 1.000 g. de alegría.
- Y mucha, mucha paz.
Espero no necesitarlo nunca, pero por si acaso… Lo tengo muy bien guardado.
Ana Marta E. 6º E. P.

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