CUENTO FESTIVO
EL ÁRBOL DE LAS RISAS. Mariana Ramos. Buenos Aires
Hace muchos años existía un famoso
pueblito, alejado de la ciudad, llamado Glabilú . En el medio de la
única placita que tenía, había un árbol, con hojas grandes, chicas,
medianas, verdes, rojas, amarillas, celestes y muchos colores más. No
sólo era hermoso, sino que regalaba sonrisas a toda la gente.
Cada vez que alguien se sentía un poquito triste, se iba hasta la plaza,
se acercaba al árbol y automáticamente se empezaba a reír. Para los
chicos, Risitas, que así lo llamaban a su árbol, era un amigo más.
Esperaban ansiosos que llegara la tarde para poder ir a jugar junto a
él. Se trepaban en sus ramas, le cantaban canciones, se divertían mucho.
Una noche, el Señor Gogó, que era del pueblito vecino, fue hasta la
placita. Miró para todos lado, se fijó que no hubiese nadie, y se acercó
al árbol en puntitas de pie.
Era un hombre muy malo y serio, y no le gustaba que sus vecinos siempre
estuvieran alegres. Entonces, empezó a arrancarle las coloridas hojas a
Risitas y a patearle su tronco ¡con mucha bronca!. El pobre árbol empezó
a reír cada vez menos... hasta dejarlo de hacer por completo. Y cuando
lo hizo, el Señor Gogó se fue satisfecho a su pueblo.
A la mañana siguiente el árbol amaneció enfermo, casi muerto. La gente
se puso muy triste cuando lo vio, y la risa desapareció de sus caras.
Entre ellos se miraban y se preguntaban: ¿qué le habrá pasado? ¿quién lo
lastimó?. Se pusieron a juntar sus hojitas, a cuidarlo, a regarlo, pero
Risitas seguía igual. Hasta que un día, decidieron que la forma para
curarlo era darle lo mismo que él siempre les dio a ellos: RISAS. Se
juntaron todos, hicieron una ronda alrededor del árbol, se agarraron de
las manos y empezaron a reír.
Y rieron cada vez más fuerte, tan fuerte que hasta la tierra comenzó a
vibrar. Risitas empezó a tomar vida, le volvieron a salir sus coloridas
hojas y con ellas, su alegría. Empezó riéndose bajito, casi no se lo
oía, pero terminó riéndose tan alto que hasta contagió al Sol.
Comenzaron a crecer muchas y muchas flores a su alrededor y se formó un
arco iris, el más bello que habían visto en toda su vida.
La risa empezó a contagiar a los pueblos vecinos y llegó hasta la casa
del Señor Gogó, y sin darse cuenta, de sus labios, comenzaron a salir
risas.
Y colorín, colorado....
No hay comentarios:
Publicar un comentario