sábado, 28 de febrero de 2015

El ogro Grogro

El ogro Grogro

Capítulo 1


En el país de los ogros colorados, en un pueblo de barro, vivía un padre ogro, una madre ogro y un niño ogro, llamado Grogro. El padre de Grogro era muy grandote y colorado, con unas largas garras verdes, unos dientes largos y afilados de color verde y tres cuernos verdes también. Era increíblemente fuerte, y poseía un tremendo vozarrón. Pero, como la mayoría de ogros colorados, no era muy listo.
La madre de Grogro era colorada, con los labios brillantes y verdes y un largo cuerno rojo y verde. No era tan grande como el padre ogro, pero era más inteligente. Las madres ogros son inteligentes porque tienen tres ojos verdes, mientras que los padres ogros sólo tienen dos.
Al igual que todos los pequeños ogros, Grogro era rosa y no tenía cuernos. Sin embargo, aunque era pequeño, era mucho más listo que su padre. Sabía leer y escribir, sumar y restar.
Para volverse colorado, todos los ogros tienen que matar a un monstruo. Al padre de Grogro le gustaba matar dragones, y creía llegado el momento de que Grogro matara también a un dragón. Mas a Grogro no le gustaba matar criaturas.
Lo que es peor todavía, aunque su padre lo ignoraba, Grogro había hecho amistad con un sabio y viejo dragón amarillo llamado Zagón. A Grogro le encantaba sentarse en la cálida guarida de Zagon y escuchar relatos de monstruos, tierras lejanas y ogros dorados, que eran amables, valientes e inteligentes.
Cuando el padre de Grogro descubrió su amistad con Zagón, se puso furioso.
—i A los dragones hay que matarlos, no hacerse amigo de ellos! —gritó—. Si quieres llegar a ser un ogro grande y fuerte como yo, debes matar a ese dragón. Entonces, de sus fosas nasales empezó a salir humo, y de sus cuernos, rayos. Grogro salió corriendo calle abajo.
No paró de correr hasta llegar a la guarida de Zagón y, derramando lágrimas verdes y brillantes, le contó al dragón lo sucedido. — Debes alejarte volando, Zagón.
El dragón le miró pensativo por encima de sus gafas.
—Tú podrías convertirte en un ogro dorado, ¿sabes? Los ogros dorados nunca matan a menos que se vean obligados a hacerlo.
—¿Cómo puedo convertirme en un ogro dorado? Tendría que realizar alguna hazaña. Y no soy más que un niño.
—A lo lejos, a la sombra de una montaña solitaria, hay una tierra donde todos los habitantes tienen miedo. —¿De qué tienen miedo? —Temen a un gigantesco y viscoso monstruo que habita en la montaña. Cada noche abandona su cueva y se desliza de pueblo en pueblo devorando a ogros y dragones por igual, y dejando un asqueroso rastro de baba verde.
Al final del pasadizo había una habitación repleta de mapas e instrumentos extraños. —¿Cómo es que ningún ogro se ha atrevido a matar al monstruo? — Es demasiado terrible y fuerte. Sólo se le puede matar cuando está dormido en su cueva. Pero el monstruo suele cambiar de forma, y su cueva sólo puede alcanzarse a través de un pasillo, demasiado estrecho para un ogro.
— ¡Quizá sea lo bastante pequeño para deslizarme por él! —exclamó Grogro—. ¡Y podría matarlo con la espada de mi padre!
— Hum, sí, pero para matarlo deberías hundir la espada en su corazón. Y para llegar a él deberías deslizarte a gatas por un estrecho pasadizo y luego atravesar un resbaladizo arco de roca.
—¡Lo conseguiré! —exclamó, corriendo en busca de la espada. Al llegar a casa asomó temeroso la cabeza por la puerta. Su padre roncaba en un sillón y su madre estaba ausente. Así que se acercó de puntillas a la vitrina que había en la pared, sacó la espada sin hacer ruido, se ató el cinturón y volvió a salir sigilosamente.
Al poco rato Grogro se hallaba sentado a horcajadas a lomos de Zagón, volando más y más alto sobre las montañas hacia poniente. Había comenzado su peligrosa aventura.

Capítulo 2


Cinco días estuvieron volando el ogro Grogro y el dragón Zagón hacia el país del Monstruo del Cieno. Atravesaron elevadas montañas de color púrpura, un vasto y turbulento lago y negras planicies de lodo hasta llegar a una tierra extraña y asolada. Una tierra donde no quedaba ni un árbol con vida, donde no vivía un solo animal ni cantaban los pájaros, donde no había más que polvo, rocas, nubes de arena y una inmensa y siniestra montaña negra. La montaña estaba rodeada de un cieno verde y resbaladizo que goteaba de los orificios de las rocas. Allí, clavados en el lodo, se hallaban los huesos de todos los ogros, dragones y demonios que habían sido devorados por el Monstruo del Cieno.
Permanecieron revoloteando ¡unto a la falda de la montaña.
—¡Mira ahí arriba! — exclamó Zagón—.
Es el túnel que utiliza el monstruo para penetrar en la montaña cuando -regresa por las noches.
—¿Pero cómo puede subir tan alto?.
Zagón clavó sus poderosas garras en la roca, ¡unto al orificio. —Rápido, Grogro, no puedo sostenerme, i Está demasiado resbaladizo! iSalta, Grogro, salta! Mucho más abajo había unos peñascos negros y afilados como agujas. Grogro estaba asustado, pero no era un cobarde, y saltó y fue a aterrizar en el mismo agujero. Estaba a salvo. Pero no... ¡resbalaba hacia atrás sobre el cieno! No había ningún sitio dondel poder asirse, iba a despeñarse!.
De pronto, sintió que dos poderosas garras le cogían por detrás; era Zagón que agitando las alas volvió a introducirlo en el tunel.
El interior del túnel era de un horrible color verde. Olía que apestaba. Grogro comenzó a avanzar a gatas, sin ver absolutamente nada. Sólo oía el gotear del cieno y el chapoteo de sus manos y rodillas en el lodo.
Al cabo de mucho rato oyó un ruido sordo, lento y acompasado. Era el lento latir del corazón del monstruo. Entonces vio una débil luz verdosa. Era el resplandor del cuerpo del monstruo. Grogro había llegado al final del túnel.
Ante él se abría el vasto interior de la montaña/ cuya mitad se hallaba ocupada por el monstruo. Este yacía como un mar verde, agitándose mientras dormía. Sus numerosos tentáculos no cesaban de serpentear. Cientos de ojos cerrados se movían arriba y abajo al tiempo que respiraba. Sobre el monstruo había tendido un largo y estrecho puente de roca. Grogro debía cruzarlo para alcanzar un saliente que le conduciría junto al corazón del monstruo.
"Sé valiente y piensa", había dicho Zagón a Grogro. Así pues, conteniendo la respiración, alzó la espada de su padre y se dirigió hacia el corazón del monstruo. El puente estaba recubierto de cieno y la roca se hallaba tan resbaladiza que Grogro avanzaba muy lentamente. Por fin se encontró encima del palpitante corazón del monstruo.
De pronto, un largo y grueso tentáculo rozó su pie. Grogro dio un salto atrás horrorizado. Pero, al saltar, resbaló. Con un gesto desesperado extendió la espada para recobrar el equilibrio, más ésta chocó con la roca. Un fuerte ¡CLANG! sonó a través de la montaña hueca.
El monstruo se despertó. Sus cientos de párpados comenzaron a abrirse, al tiempo que su corazón latía más y más deprisa.
Entonces vio a Grogro, solo en el puente. Alargó sus poderosos tentáculos para atraparle. Temblando, Grogro levantó la espada...

Capítulo 3


Grogro estaba atrapado, i El Monstruo del Cieno se había despertado! Sus gruesos y viscosos tentáculos se alargaban hacia arriba. A Grogro no le dio tiempo de atravesar el puente de piedra y alcanzar el saliente que le llevaría junto al corazón del monstruo. Pensó en lo que le había dicho Zagón: "¡Sé valiente y piensa!" Debajo de él se encontraba el negro corazón del monstruo. "Piensa, piensa", se dijo Grogro. Los tentáculos se aproximaban cada vez mas. 'Piensa, Grogro, piensa."
Los tentáculos se extendían hacia él como látigos. ¡Ahora o nunca! Grogro saltó; ¿ sobre el monstruo dirigiendo la espada hacia el centro de su terrible corazón, cuyos latidos resonaban como truenos.
Grogro cerró los ojos y fue a caer violentamente en el mismo centro del corazón del monstruo. Sintió que la espada se clavaba hasta la empuñadura y sonó una tremenda explosión. Entonces brotó del monstruo un gran chorro de cieno verde. Su cuerpo comenzó a encogerse, haciéndose más y más pequeño, desinflándose como un viejo y arrugado globo.
Grogro cayó de cabeza en el denso torrente.
Al instante se halló flotando sobre una ola de cieno.
El torrente le condujo túnel abajo hacia la entrada de la montaña. Una vez allí, consiguió distinguir, en la pálida luz purpúrea, a Zagó que agitaba sus alas furiosamente el ogro cayó precipitándose hacia las negras y afiladas rocas. De pronto sonó ua zumbido tremendo. Era Zagón que se remontaba en el aire. Instantes después, asió a Grogro con sus poderosas garras. — ¡Bravo, chico, has matado al Monstruo del Geno! Sabía que lo lograrías. Eres un héroe. Pero creo que deberías quitarte ese horrible cieno.
Subido a lomos de Zagón, Grogro voló hasta el lago.
— Ahora lávate las manos, Grogro. Es posible que te lleves una sorpresa. Grogro se lavó las manos en el agua fresca y cristalina del lago. Entonces comprobó que, debajo del cieno verde oscuro, sus manos no eran duras, pálidas y rosadas, sino suaves, relucientes... ¡y doradas!
¡Aparecía completamente clorado de los pies a la cabeza! El sol relucía sobre su cuerpo dorado.
—Soy... soy... ¡un ogro dorado! —Así es, hijo mío. Eres un ogro dorado, porque te has comportado con valentía y no has matado al monstruo llevado por el odio, sino en defensa propia. Fíjate, Grogro, el desierto se está transformando en un hermoso y exuberante vergel.
Has matado al Monstruo del Cieno, y ahora esta tierra estéril recobrará la vida. Pero recuerda que seguirás siendo un ogro dorado sólo si no matas, a menos que te veas forzado a hacerlo.
—Pero mi padre se enfadará conmigo
si me niego a matar dragones —dijo Grogro.
—No... se sentirá orgulloso de ti, ¡orgulloso de tener por hijo a un ogro dorado!

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