sábado, 1 de marzo de 2014

Los dinosaurios no se extinguieron (para el respeto a los animales)

Los dinosaurios no se extinguieron (para el respeto a los animales)


En una región remota del desierto de Gobi, había un viejo volcán extinto desde la era secundaria. Aunque no tenía actividad desde hacía millones de años, no estaba para nada quieto, pues en su interior, vivían cientos de grandes dinosaurios, los que se habían organizado en una sociedad.
Como la sociedad dinosáurica, llevaba tanto tiempo viviendo en ese lugar, sus recursos comenzaban a escasear, por lo que pensaron que deberían abandonar su viejo volcán para retornar al mundo exterior a procurarse alimento.
Los dinosaurios no habían tenido contacto con el resto del mundo durante todo ese larguísimo tiempo. Imagínense, millones de años sin salir. Por eso, no tenían muy claro el rumbo que debían tomar, entonces decidieron salir a explorar los alrededores hasta encontrar alimento.
Cuando los dinosaurios llegaron a la falda del volcán, se encontraron con un enorme desierto, que abarcaba mucho más allá de lo que podían ver. Se sintieron un poco intimidados, pero no tenían otro remedio, debían continuar.
Pasaron días y meses caminado, con calor durante el día y frío durante la noche. El alimento que encontraban a su paso era muy escaso, algunas plantas, gusanos, ratones y poca cosa más.
Avanzaron sin rendirse, pues ya no tenían hogar, hasta que finalmente llegaron a un poblado durante una noche muy fría y entraron en él. Las casas eran enormes y todo estaba callado.
Continuaron investigando hasta que al doblar en una de las enormes casas, dieron con el trozo de carne más enorme que hubiesen visto en su existencia. El animal al que perteneció, debía ser de un tamaño inimaginable, mucho más grande que ellos mismos, que eran criaturas gigantes. Pero estaban tan hambrientos que no se hicieron preguntas y comenzaron a comer. Acabaron con la carne y no tardaron en dormirse, tenían los estómagos llenos y estaban contentos.
A la mañana, un barullo insoportable los despertó, el pueblo estaba en plena actividad. Pero su sorpresa fue más gigante que el trozo de carne. Todos los habitantes del pueblo eran gigantescos. Mucho más de lo que pudiesen imaginar. Quedaron paralizados, sin saber qué hacer.
Un niño que jugaba en el suelo los vio y quedó encantado.
- Mamá, ¿puedo quedarme con los muñecos?- preguntó. – ¿De qué muñecos me hablas, Uni?- preguntó a su vez la madre. – Los pequeños dinosaurios. Parecen vivos.- respondió el niño. – Vaya, vaya, pero sí están vivos. Los llevaremos a casa y se los mostraremos al doctor Gengis, él sabrá qué hacer.
La madre habló con el doctor Gengis, quien le explicó lo que eran y las probables razones para que estuvieran allí.
El sabio doctor estaba convencido de que los dinosaurios habían sobrevivido en algún lugar aislado y debido a las condiciones de vida, se habían adaptado hasta tomar el tamaño diminuto actual, lo cual había permitido que continuaran a salvo. Además de esto, le aconsejó que no revelara la presencia de los animales a nadie fuera del pueblo, pues seguramente querrían estudiarlos y los someterían a experimentos horribles.
Y eso fue lo que hicieron, el pueblo cuidó de los dinosaurios miniatura para que no sufrieran daño alguno. Y todavía lo siguen haciendo. Aunque eso, jamás nos lo revelarán.
De: Andrea Sorchantes

Tomás, “el que siempre aprende” (para saber perder y ganar)

Tomás, “el que siempre aprende” (para saber perder y ganar)


Aplausos, abrazos, sonrisas, medallas y premios era lo que cada fin de semana recibía Tomás por sus triunfos en todos los partidos de fútbol del parque de su barrio.
futbolista Sus amigos y vecinos lo conocían como Tomás “el que nunca pierde”. Siempre anotaba 10 goles por partido, sus jugadas eran las mejores: tiro de esquina y ¡gol!, tiro libre y ¡gol!, corría de portería a portería y ¡goooooooooooooooool! ¡golazo!
 Cada vez que había partido de fútbol, Tomás “el que nunca pierde” estaba presente como el jugador estrella. Todos los vecinos del barrio se reunían alrededor de la cancha a disfrutar del juego y apenas salía Tomás con su camiseta número 10, la multitud estallaba en aplausos y gritos de alegría:
 -“¡El mejor, Tomás es el mejor!”-.
 Pero había algo que ninguno de los vecinos sabía sobre Tomás, un secreto que a nadie le había contado nunca: para ganar todos los partidos, para anotar todos los goles
¡¡¡ hacía trampas !!!.
 Tomás “el que nunca pierde” le decía al capitán del otro equipo que lo dejara ganar o si no dañaría el balón de fútbol para que nadie pudiera jugar.
 -“¡Me dejas ganar y anotar todos los goles o rompo el balón, ya verás!” –decía justo antes de cada partido.
 Los niños del barrio ya no aguantaban más, se sentían tristes y enojados porque Tomás “el que nunca pierde” recibía premios y regalos sin merecerlo, así que se les ocurrió una idea que no podía fallar para terminar con la injusticia.futbol
 Decidieron darle una cucharada de su propia medicina a Tomás “el que nunca pierde”, le harían creer que de nuevo ganaría cuando en realidad jugarían de manera justa con todas las habilidades que tenían así corrieran el riesgo de que se enfadara y dañara el balón.
 Así llegó el día del partido que todos esperaban con emoción. Asistieron jueces con premios sorpresa y un grupo musical para el final del juego.
 Como siempre, Tomás “el que nunca pierde” se acerco al capitán del otro equipo y le dijo:
 –“¡Me dejas ganar y anotar todos los goles o rompo el balón, ya verás!”-.
 Todo estaba preparado, los vecinos alrededor del parque gritaban y aplaudían de alegría, los jugadores corrieron a la cancha y en tanto entró Tomás, escuchó a la multitud:
 - “ El mejor, Tomás es el mejor”
 Los jugadores estaban en su posición, el arbitro hizo sonar el pito y empezó a rodar el balón.
 Tomás “el que nunca pierde” esperaba que todos los delanteros, los defensas, el volante y el arquero le dieran paso para que pudiera anotar el gol.
 Pero ninguno de ellos hizo caso a sus amenazas y por el contrario jugaron usando las habilidades que tenían pues sabían jugar muy bien aunque nadie se hubiera dado cuenta.
jugadores Tomás no entendía por qué no lo estaban dejando ganar como las veces anteriores, por el contrario, le estaban ganando.
 El partido iba 3 goles a 1 perdiendo el equipo de Tomás cuando el arbitro hizo sonar el pito de nuevo, el partido había acabado, era la primera vez que Tomás perdía y como él era Tomás “el que nunca pierde” se sentía muy mal.
 Tenía tanto mal genio que se le coloreo de rojo la cara, sintió que el corazón le saltaba como pelota en el pecho y que el cuerpo se le calentaba de a poquito, el pobre no soportó más y dio un grito que se escuchó hasta el Sol:
 -“¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhh!”-
 -“¿Qué les pasa?, yo soy Tomás “el que nunca pierde, ¿No lo entienden?” –gritó Tomás con todas sus fuerzas.
 Cogió el balón y lo lanzó a la calle, con tan mala suerte que en ese instante iba pasando un camión que le pasó por encima dejándolo como una hoja de papel sobre el asfalto.
 Los vecinos no entendían lo que pasaba, Tomás estaba gritando y llorando mirando el balón que él mismo había lanzado, los jueces estaban en silencio sin saber que hacer y el grupo musical no decía ni una palabra.
 Solo se escuchaba el llanto de Tomás hasta que el capitán del otro equipo le dijo:
 -“Felicidades”-
 Tomás no comprendía y le preguntó:Maskottchen Fußball-WM 1974: "Tip" und Tap"
 -“¿Por qué me felicitas si perdí? ¿Te estás burlando de mí?” -
 El capitán sonrió por un momento, respiró profundo y respondió:
 -“No me burlo de ti, te felicito porque lo mereces, es la primera vez que juegas sin hacer trampa, sin que te dejáramos ganar y aún así anotaste un gol, eso es ganar, alcanzar lo que deseas por tus propias capacidades”
 Tomás dejó de llorar y dijo:
 -“¡Es verdad! , ahora entiendo que no necesito hacer trampas para ganar y que aunque me gusta mucho ser el primero en los juegos, las veces que no gane el juego siempre aprenderé, como hoy, que pude hacer el gol con mi esfuerzo y mi trabajo”-
 -“¡Así es! Las pequeñas derrotas siempre traen algo que aprender para que con cada aprendizaje podamos ganar solo en momentos importantes”–afirmó con alegría el capitán del otro equipo
 - “Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, se siente uno  mejor al anotar 1 solo gol sin trampa que 10 goles con trampa”-contestó Tomás bajando la mirada.
 -“¿Qué te pasa Tomás, no estás contento por haber aprendido?”-preguntó uno de los jueces
 -“Claro que estoy contento, estoy feliz por haber aprendido pero ahora dañe el balón y no podremos jugar, además no quiero que me llamen más Tomás “El que Nunca Pierde” -dijo en voz baja.
 Los jueces sonrieron y dijeron a los dos equipos de fútbol:
pelota FUTBOL
-“ Por dar una enseñanza tan importante para la vida, los niños de este barrio se merecen este premio sorpresa”.
 Los dos equipos abrieron el premio sorpresa y empezaron a reír al darse cuenta que era: ¡un balón de fútbol nuevo!
 Todos se abrazaron de felicidad y Tomás dijo de corazón: “Ya no quiero que me conozcan como Tomás “el que nunca pierde”, prefiero que de ahora en adelante me llamen Tomás “el que siempre aprende”.
 Los vecinos no podían estar más orgullosos y felices, los jueces aplaudían, el grupo musical tocaba una canción y los niños saltaban de alegría mientras gritaban al mismo tiempo:
 - ¡El mejor,Tomás es el mejor! ¡Nuestro equipo, nuestro equipo es el mejor”-
 De: Luisa Fernanda Castillo Abella. (Psicóloga Universidad Católica de Colombia).

El pajarillo y el otoño (para la generosidad)

El pajarillo y el otoño (para la generosidad)

Hace mucho tiempo, en un bosque muy lejano, llegó el otoño y, con él, se acercaba el frío Viento del Norte. Todos los pájaros que vivían allí se vieron obligados a emigrar en busca de sitios más cálidos.Solamente quedaba un pobre pajarito, que tenía un ala rota. Debíapajaro encontrar pronto un lugar donde refugiarse para no morirse de frío. Entonces se dio cuenta que a su alrededor había muchos árboles.
- “Seguro que me prestarán cobijo”, pensó.
El primer árbol que se encontró era un fuerte roble. El pajarito pensó que le daría permiso para refugiarse entre sus ramas hasta la llegada del buen tiempo. Sin embargo, el roble, muy enfadado, le dijo:
- “Si te dejo quedar, picotearás mis bellotas”.
Entonces, el pájaro vio otro árbol, de hojas plateadas y tronco blanco. Era un álamo. Pensó que le daría refugio. Le contó su problema, pero el álamo le echó, diciéndole que iba a manchar sus bonitas hojas y su blanquísimo tronco.
Cerca de allí, había un sauce, que con sus largas ramas, podía cobijarle de los fríos que se avecinaban. Pero igual que los demás, le rechazó diciéndo:
- “No, de ningún modo; yo no hospedo nunca a extraños. ¡Vete, vete de aquí!”
El pobre pajarito, con su ala rota, se fue desconsolado, vagando sin rumbo fijo, cuando se encontró un abeto. Le preguntó qué le pasaba y, al escuchar su triste historia, el abeto le ofreció sus ramas, contento de tener compañía para todo el invierno. El pino, que estaba cerca del abeto, se ofreció para protegerle del viento y el enebro le dio bayas para que no muriera de hambre.pajaro en pino
Entonces, empezó a soplar el Viento del Norte, fuerte y frío. Pasaba de árbol a árbol y sus hojas iban cayendo unas tras otras. Al llegar a los árboles dónde estaba el pajarito, el Viento del Norte estaba a punto de soplar con fuerza cuando el Rey de los Vientos le vio y le dijo:
- “¡Párate! Puedes desnudar a todos los árboles menos a los que han ayudado al pajarillo”.
Y se fue.
Y por esta razón, algunos árboles pierden sus hojas cuando llega el otoño y otros las mantienen todo el año.

La cabra montesina

La cabra montesina


imagesEsto era una madre que tenía tres hijas y un día que estaba cosiendo en  la puerta de su casa se le acabó el hilo y le dijo a su hija mayor que subiera al doblao a buscar más hilo.
La niña subió las escaleras y se encontró con una cabra, que decía:
- Soy la cabra montesina que vivo en el montepelao, y el que pase de mi raya me lo como de un bocao.
La muchacha no hizo caso a la cabra, cruzó la raya ¡y la cabra se la tragó enterita!.
La madre, al ver que no bajaba su hija mayor, le dijo a la hija mediana:
- Anda, sube al doblao a ver qué le pasa a tu hermana que no viene y bájame el hilo.
Al llegar a lo alto de la escalera, la hija mediana escuchó a la cabra que decía:
- Soy la cabra montesina que vivo en montepelao y al que pase de mi raya me lo como de un bocao.
La hija mediana no hizo caso a la cabra, cruzó la raya ¡y la cabra se la tragó enterita!.
La más chica de las hermanas al ver que no volvían le preguntó a su madre:
- Madre, ¿quieres que suba yo y te baje el hilo?
- No, que tú eres muy chica y no lo alcanzas. ¡Anda, subiré yo!.
Al subir la madre, escuchó a la cabra que le decía:
cabra
- Soy la cabra montesina que vivo en montepelao y al que pase de mi raya me lo como de un bocao.
La madre pasó la raya y la cabra se la comió.
La hija pequeña, al ver que no bajaban ni su madre, ni sus dos hermanas, se puso a llorar en el umbral de la puerta.
Y pasó por allí una hormiguita que le preguntó
-¿Por qué lloras, niña?
La niña le contó a la hormiga lo que le pasaba, la hormiga le dijo:
- No llores, no tengas miedo, yo subiré contigo al doblao a buscar a tu madre y a tus hermanitas.
Así que suben por la escalera y escuchan:
- Soy la cabra montesina que vivo en montepelao y al que pase de esta raya me lo como de un bocao.
Entonces, la hormiga, que era muy valiente, le dijo a la cabra:
- Pues yo soy una hormiguita y vivo en un hormiguero y de un salto se metió entre los pelos de la cabra y se puso a hacerle cosquillas por todo el cuerpo. La cabra daba muchos saltos y no paraba de reír hasta que de golpe reventó y salieron la madre y las dos hijas
La madre estaba muy contenta por la ayuda de la hormiga y le dijo:
- Hormiguita, para agradecer lo que has hecho por nosotras, te daremos un saco de trigo
Pero la hormiguita contestó:hormiga
- No cabe en mi taleguillo, no lo muele mi molinillo.
- Te daremos, entonces, medio saco de trigo – dijo la hermana mayor.
- No cabe en mi taleguillo, no lo muele mi molinillo.
- Te daremos un grano de trigo – dijo la más  pequeña.
- Sí cabe en mi taleguillo, sí lo muele mi molinillo.
Le dieron un granito de trigo y la hormiguita se fue muy contenta a su hormiguero.
(Cuento popular extremeño)

La bruja cocinera (para la generosidad)

La bruja cocinera (para la generosidad)


caldero-bruja2Había una gran cabaña de madera en el bosque donde todo el mundo decía que vivía una bruja muy mala, muy mala. Nunca nadie se había atrevido a entrar.
Un día, mientras recogía hojas para un trabajo de su escuela, un chico se acercó a la cabaña. La curiosidad le llevó a entrar al jardín, y luego se acercó a una de las ventanas de la cabaña, pero no pudo ver nada.
Como quería saber lo que había, pensó que no le pasaría nada, y entró en la casa. Parecía que estaba vacía que no había nadie. Pero al fondo divisó una viejecita que movía una cuchara en un caldero junto al fuego. Se acercó con mucho cuidado, y la tocó en el hombro:
-Buenas tardes, señora.
- Hola muchacho – respondió ella. ¿ No tienes miedo de mi ?.
La pobre anciana estaba muy arrugada y no tenía dientes. El muchacho dijo que no. La anciana se puso muy contenta e invitó al muchacho a merendar. Le contó que de jovenhalloween30yp7.gif BRUJITA había sido un hada buena, pero cuando se había hecho mayor todo el mundo creyó que era una bruja, y no podía ir a la ciudad. Ya se había acostumbrado a vivir sola en aquella cabaña, pero siempre le gustaba pensar que algún día alguien entraría a verla. Y así fue.
Como el muchacho fue tan amable con ella, le dijo que le concedería un deseo. El muchacho de buen corazón, viendo a la anciana tan contenta por su visita, le pidió que su jardín se convirtiera en un parque infantil para niños.
Y asi fue, todos los niños jugaban allí y la anciana les hacia la merienda, siendo muy feliz, muy feliz al saber que la gente ya no le tenía miedo. Desde entonces, todo el mundo la llamaba cariñosamente la bruja cocinera.

El gato miedoso (para el miedo a la oscuridad)

El gato miedoso (para el miedo a la oscuridad)


gato miedoso Había una vez un gato llamado Nino que le tenía miedo a la oscuridad. Era juguetón, amistoso y sobre todo le gustaba mucho la carne, por eso siempre soñaba con cazar y comer un manjar de ratas.
Una noche mientras su dueña la señora Rita veía la tele, el gato Nino se paseaba tranquilamente por el salón de la casa. Momentos después la señora Rita apagó la tele y acercándose a su gato le dijo:
- ¡Dulces sueños gatito Nino!
 Luego la señora Rita apagó la luz y se fue a la cama.
El gato Nino en medio de la oscuridad comenzó a mirar para todos los lados y degato asustado repente alcanzó a ver tres figuras blancas que se movían encima de una mesa y corrió hasta esconderse debajo del sofá pensando que estaba viendo a tres fantasmas.
 En ese instante los tres fantasmas empezaron a moverse con piruetas y saltos sobre la punta de sus pies. Luego saltaron de la mesa y realizando movimientos de derecha a izquierda se iban acercando cada vez más al sofá. El gato Nino ahí debajo escondido sintió tanto miedo que sacó sus uñas intentando clavarlas en el suelo de madera para sentirse más seguro, y por momentos dejaba de respirar para que los tres fantasmas no lo detectaran; pero no pudo aguantar más la respiración y se le escapó un maullido.
La señora Rita al escuchar el maullido de su gato se levantó de la cama, fue al salón y encendió la luz.
3ghosts
En ese mismo momento el gato Nino descubrió que los tres fantasmas eran tres simples ratas blancas que practicaban su ballet. Entonces comenzó a correr detrás de ellas intentando atraparlas para comérselas y hacer realidad su sueño, pero las ratas fueron muy rápidas y se escondieron en un agujero de la casa.
El gato Nino al no poder atraparlas se subió en el sofá, se acercó un cojín y metió una patita por debajo y la otra por encima, recostó su cabeza y cerró los ojos sin dejar de pensar que esa noche había tenido la oportunidad de hacer realidad su sueño y no pudo, ya que el miedo le había impedido acercarse, oler, agarrar y comerse a las ratas.
Segundos después se quedó dormido un poco frustrado.
La señora Rita al ver que su gato estaba bien se marchó nuevamente a la cama y le dejó una lucecita encendida para que durmiera tranquilo.
Por: María Abreu

El hombrecito de jengibre

El hombrecito de jengibre


 Érase una vez una viejecita y un viejecto que vivian solos en una antigua casa  junto al camino.
Un día, la viejecita decidió, como sorpresa, cocinar algo especial.
2010-12-13_1503
- Voy a hacer un hombrecito de jengibre – dijo.
   Entonces  hizo una galleta de jengibre en forma de muñeco y la puso al horno. Pero pronto oyó una voz suave que gritaba:
   – ¡Déjenme salir! ¡Déjenme salir!
La viejecita se acercó al horno para escuchar mejor, lo abrió y  ¡el hombrecito de jengibre salió de un salto! Atravesó la cocina a saltitos y corrió directo para afuera.
 El hombrecito ya estaba corriendo por el camino antes que los viejecitos alcanzaran a salir de la casa. Ellos no podían correr tan rápido como él.
   – ¡Alto! Queremos comerte. ¡Alto hombrecito de jengibre! – gritaron sofocados.
   Pero el hombrecito de jengibre no hizo más que cantar;
- ¡Corran, corran todo lo que puedan! ¡A mí no me podrán agarrar! ¡Soy
 el hombrecito de jengibre!
 Pronto se encontró con una vaca.
   -¡Alto hombrecito! – mugió la vaca. – Te ves muy sabroso.
 Pero el hombrecito de jengibre simplemente se puso a correr más rápido, cantando:
hombre de jengibre
- ¡Corran, corran todo lo que puedan! ¡A mí no me podrán agarrar! ¡Soy el hombrecito de jengibre!
Corría y corría la vaca, pero no pudo alcanzarlo.
 Más allá se encontró con un caballo:
- ¡Alto hombrecito! – relinchó el caballo.- Pareces ser muy sabroso y tengo hambre.
Se puso a correr más rápido, galopaba y galopaba el caballo, lo más rápido que podía, pero no pudo alcanzarlo.
- Me escapé de unos viejos y de una vaca. – gritaba el hombrecito de jengibre, cantando a medida que corría:
   - ¡Corran, corran todo lo que puedan! ¡A mí no me podrán agarrar! ¡Soy el hombrecito de jengibre!.
Y siguió corriendo, cada vez más lejos y cada vez más rápido. Se sentía feliz y orgulloso de su rapidez.
Por fin se encontró con un zorro viejo y astuto.
- ¡Alto! ¡Alto hombrecito! – le dijo el zorro, sonriendo burlón y lamiéndose los labios.
- Quiero hablar contigo -.
Pero el hombrecito de jengibre, ni se detuvo a escucharlo. Simplemente, cantó:
- ¡Corran, corran todo lo que puedan! ¡A mí no me podrán agarrar! ¡Soy el hombrecito de jengibre!.

El zorro viejo y astuto sabía correr muy rápido y corrió tras él. Lo siguió todo el camino a través del bosque.  No había pasado mucho tiempo, cuando llegaron a un río. El hombrecito de jengibre no sabía que hacer.
   El zorro que no estaba muy lejos, le sugirió:
   - Si saltas a mi cola te llevaré hasta el otro lado. Estarás seguro y seco.   Y yo te ayudaré, le dijo sonriendo para sí.
 Entonces el hombrecito saltó a la cola del zorro y el zorro atravesó el río nadando.
   Muy pronto el zorro le dijo:ginger-man-21
   – Pesas demasiado para llevarte en mi cola, salta a mi lomo.
 El hombrecito de jengibre saltó al lomo del zorro.
 Muy pronto el zorro le dijo:
 - Pesas demasiado para llevarte en mi lomo ¿Por qué no saltas a mi hocico? -.
Y el hombrecito saltó al hocico del zorro.
 Finalmente llegaron al otro lado del río. El zorro hizo la cabeza hacia atrás y lo lanzó hacia arriba, el hombrecito cayó y el viejo zorro hizo ¡Crac! con los dientes, y se lo comió.
Y … así terminó el hombrecito de jengibre.

Sebastián, el caracol enamorado

Sebastián, el caracol enamorado

Sebastián, era un Caracol muy simpático con todo el mundo, y allá donde iba siempre conseguía hacer reír con su gracia y desparpajo.
caracoles-enamoradosEra un día muy soleado y Sebastián, el Caracol, se estaba disponiendo para  salir a dar un paseo por el césped del jardín donde vivía. Pero no era el único que había decidido disfrutar de aquella espléndida mañana, su amiga Luci, una caracol muy guapa e inteligente también se encontraba paseando por el jardín.
Sebastían, al ver que  Luci estaba allí, sacó sus cuernos al sol todo lo que pudo y con paso firme empezó a dirigirse hacia su amiga la caracol.
- “Hola Sebastián” dijo Luci, “ya veo que no soy a la única que le apetecía tomar el sol, qué alegría que hayas salido!”snail_2
Sebastián, al escuchar estas palabras, quedo como flotando en una nube, pues no podía imaginar que a Luci le agradara tanto su compañía…y empezó  pensar que igual le gustaba a su amiga la caracol.
Desde pequeñitos siempre han jugado juntos, y a Sebastían siempre le ha gustado Luci, aunque nunca se lo ha dicho, por miedo a que le dijera que ella no sentía nada, y dejaran de ser amigos. Pero Sebastían no podía disimular, de hecho, tras haber escuchado las palabras de Luci, su cara empezó a ponerse cada vez más roja
- “Qué tal Luci? Hace un día espléndido, verdad?!“, le respondió Sebastián, sin saber qué más decir…
- “Pues sí Sebastían, hace un día fabuloso, veo que ya estás empezando a coger color… tienes la cara roja!” le contestó Luci con una sonrisa.
- “Buenooo…, es que el sol está calentado mucho!! no crees?!, Oye, estoy pensando que si quieres te invito a comer, que con el día, que hace podemos hacer un picnic aquí en el jardín, te apetece?” dijo Sebastián, el caracol.
caracol-Luci, la caracol asintió con la cabeza y fueron a preparar la comida. Una vez que habían preparado toda la comida y habían puesto un mantel de colores sobre el césped, Sebastián, que ya no podía aguntar más su secreto, dijo:
-  ”Luci, yo…nunca te lo he dicho pero… me gustas mucho
De repente, la cara de Sebastián estaba roja como un tomate y de la vergüenza que sentía se metió dentro de su caracola.
Sebastían sal de ahí, no te escondas que no pasa nada“, dijo Luci.
- “Yo también tengo un secreto que contarte…”.
Entonces empezó a asomar poco a poco la cabeza de Sebastián para escuchar atentamente lo que Luci le iba a decir.
- “Eres un caracol adorable y cuando estoy contigo no paro de reírme, tú también me gustas mucho Sebastián“, dijo Luci con las mejillas enrojecidas.polydonteslima
Y así fue como los dos caracoles empezaron a salir juntos.
Durante mucho tiempo, habían tenido miedo a expresar sus sentimientos, por pensar que la amistad tan bonita que tenían podría desaparecer… Sin embrago, se dieron cuenta que es importante expresar los sentimientos de uno mismo, pues no hay nada que perder y sí mucho que ganar.
De: http://www.cuentosinfantilescortos.net/

El bosque encantado

El bosque encantado


Había una vez, un bosque bellísimo, con muchos árboles y flores de todos colores que alegraban la vista a todos los chicos que pasaban por ahí.
El ciervo sabio...Todas las tardes, los animalitos del bosque se reunían para jugar. Los conejos, hacían una carrera entre ellos para ver quién llegaba a la meta. Las hormiguitas hacían una enorme fila para ir a su hormiguero. Los coloridos pájaros y las brillantes mariposas se posaban en los arbustos. Todo era paz y tranquilidad.
Hasta que … un día, los animalitos escucharon ruidos, pasos extraños y se asustaron muchísimo, porque la tierra empezaba a temblar.brujo
De pronto, en el bosque apareció un brujo muy feo y malo, encorvado y viejo, que vivía en una casa abandonada, era muy solitario, por eso no tenía ni familiares ni amigos, tenía la cara triste y angustiada, no quería que nadie fuera felíz, por eso … cuando escuchó la risa de los niños y el canto de los pájaros, se enfureció de tal manera que grito muy fuerte y fue corriendo en busca de ellos.
Rápidamente, tocó con su varita mágica al árbol, y este, después de varios minutos, empezó a dejar caer sus hojas y luego a perder su color verde pino.
Lo mismo hizo con las flores, el césped, los animales y los niños. Después de hacer su gran y terrible maldad, se fue riendo, y mientras lo hacía repetía:haunted-wood
 - ¡Nadie tendrá vida mientras yo viva!
Pasaron varios años desde que nadie pisaba ese oscuro y espantoso lugar, hasta que una paloma llegó volando y cantando alegremente, pero se asombró muchísimo al ver ese bosque, que alguna vez había sido hermoso, lleno de niños que iban y venían, convertido en un espeluznante bosque.
- ¿Qué pasó aqui? … todos perdieron su color y movimiento … está muy tenebroso ¡Cómo si fuera de noche!… Tengo que hacer algo para que éste bosque vuelva a hacer el de antes, con su color, brillo y vida… A ver, ¿qué puedo hacer?.
 Y después de meditar un rato dijo:
 - ¡Ya sé!
palomaLa paloma se posó en la rama seca de un árbol, que como por arte de magia, empezó a recobrar su color natural y a moverse muy lentamente. Después se apoyó en el lomo del conejo y empezaron a levantarse sus suaves orejas y, poco a poco, pudo notarse su brillante color gris claro.
Y así fue como a todos los habitantes del bosque les fue devolviendo la vida.
Los chicos volvieron a jugar y a reír otra vez, ellos junto a los animalitos, les dieron las gracias a la paloma, pues, fue por ella que volvieron a la vida. La palomita, estaba muy feliz y se fue cantando.
¡Y vino el viento y se llevó al brujo y al cuento!
libro-viajero-4