El gato miedoso (para el miedo a la oscuridad)
Había una vez un gato llamado Nino que le tenía miedo a la oscuridad. Era juguetón, amistoso y sobre todo le gustaba mucho la carne, por eso siempre soñaba con cazar y comer un manjar de ratas.
Una noche mientras su
dueña la señora Rita veía la tele, el gato Nino se paseaba
tranquilamente por el salón de la casa. Momentos después la señora Rita
apagó la tele y acercándose a su gato le dijo:
- ¡Dulces sueños gatito Nino!
Luego la señora Rita apagó la luz y se fue a la cama.
El gato Nino en medio de la oscuridad comenzó a mirar para todos los lados y de repente alcanzó a ver tres figuras blancas que se movían encima de una mesa y corrió hasta esconderse debajo del sofá pensando que estaba viendo a tres fantasmas.
En ese instante los tres fantasmas
empezaron a moverse con piruetas y saltos sobre la punta de sus pies.
Luego saltaron de la mesa y realizando movimientos de derecha a
izquierda se iban acercando cada vez más al sofá. El gato Nino ahí debajo escondido sintió tanto miedo
que sacó sus uñas intentando clavarlas en el suelo de madera para
sentirse más seguro, y por momentos dejaba de respirar para que los tres
fantasmas no lo detectaran; pero no pudo aguantar más la respiración y
se le escapó un maullido.
La señora Rita al escuchar el maullido de su gato se levantó de la cama, fue al salón y encendió la luz.
En ese mismo momento el gato Nino descubrió que los tres fantasmas eran tres simples ratas blancas
que practicaban su ballet. Entonces comenzó a correr detrás de ellas
intentando atraparlas para comérselas y hacer realidad su sueño, pero
las ratas fueron muy rápidas y se escondieron en un agujero de la casa.
El gato Nino al no poder
atraparlas se subió en el sofá, se acercó un cojín y metió una patita
por debajo y la otra por encima, recostó su cabeza y cerró los ojos sin
dejar de pensar que esa noche había tenido la oportunidad de hacer
realidad su sueño y no pudo, ya que el miedo le había impedido
acercarse, oler, agarrar y comerse a las ratas.
Segundos después se quedó dormido un poco frustrado.
La señora Rita al ver que
su gato estaba bien se marchó nuevamente a la cama y le dejó una
lucecita encendida para que durmiera tranquilo.
Por: María Abreu
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