jueves, 19 de enero de 2012

Cuando Llegaron los Primeros Osos

Cuando Llegaron los Primeros Osos
Traducción: Marie Clavel.
Erase una vez en que habían solo indios sobre la tierra y las tribus tenían "Un gran Espíritu" quien era su legislador. Él tenía una pequeña hija, "La hija del viento". 
Se pensaba que El Gran Espíritu y su hija vivían en la gran gruta de la tierra. Esta era una montaña que se levantaba alta y puntiaguda en las cercanías del mar.
Los vientos soplaban en la orilla del mar y nadie parecía tener ningún poder sobre ellos, excepto La Niña del Viento.
Ellos debían obedecerle a ella, cuando algunas veces salía de la gruta de su padre, la montaña, y les pedía a ellos que cesaran.
No solamente los vientos obedecían a "La Niña del Viento". Sus ojos tan brillantes como las estrellas, cuando el viento del oeste soplaba, alejaban las nubes del cielo en la noche.
Ella era tan fuerte como el viento Norte. Ella podía cantar tan dulcemente como el viento Sur. Y su cabello era tan largo y suave como los aromas que el viento del este trae.
La Niña del Viento tenía un solo defecto, era muy curiosa en materias acerca de las cuales no le concernían.
Un día, cuando el invierno se nos venía encima, hubo una tormenta en el mar. El oleaje se enrollaba, golpeaba y batía contra la montaña del Gran Espíritu. El viento era tan fuerte que la montaña se estremecía como si se fuera a venir abajo y quisiera aplastarla.
Entonces el Gran Espíritu habló a su hija:
Sale afuera desde el fondo de la caverna y detente en la base de la montaña- le dijo - saca tu brazo y dile al viento que cese. Pero no vallas a ir más allá de la cueva porque con el estallido de la tormenta no estaríais a salvo al ir más lejos.
De manera que la "Niña del Viento" se olvidó de obedecer a su padre porque salió el sol y ella vio muchas conchas brillantes yaciendo sobre la arena. Las olas las habían bañado durante la tormenta. Ella dejó la montaña y corrió a través de la playa recogiendo conchas. Tan pronto como la "Niña del Viento" encontraba una, se alejaba a buscar una más grande. Una a una ella fue siempre buscando la que fuera más brillante. De repente se dio cuenta de que estaba muy lejos de casa. Ya no podía divisar la gruta.
Ella misma encontró donde, la mágica huella de las conchas la habían abandonado. Estaba en un profundo y obscuro bosque. Era un lugar tenebroso y el vaivén de los árboles llevaba a la niña de un lado a otro.
El bosque estaba habitado por una extraña raza de gente peluda. Ellos eran obscuros, rudos en sus maneras y usaban trajes gruesos. Sus cuevas estaban hechas de troncos de árboles. Ellos hacían grandes fogatas en los  claros del bosque alrededor de las cuales se sentaban. Ellos parecieron contentos al ver a la "Niña del Viento". Las madres se amontonaron a su alrededor y los niños le lanzaron nueces.
Ellos le dieron una piel gruesa y una de las mejores cuevas para vivir.
Cuando la "Niña del Viento" se acordó que tenía que regresar a la casa de su padre, estas personas peludas del bosque le dieron dulces para comer. Le dieron a probar una espesa miel dulce de maple que ellos cocinaban en sus cocinas. Le dieron miel silvestre que las abejas habían dejado la estación anterior en los huecos de los árboles. Después de comer estos alimentos a la "Niña del Viento" se le olvido totalmente su casa y con quien vivía; así que aprendió las costumbres de esta gente del bosque. 
Años y años pasaron y ella permanecía aún entre estos seres, creciendo tan selvática y salvaje como ellos mismos eran.
El "Gran Espíritu" buscaba a su hija estación, tras estación por toda la tierra y todavía no podía encontrarla. Su montaña estaba desierta. Su voz podía ser oída llamándola en cada viento que soplaba.
Una gran desgracia y maldición vino sobre la tierra, porque el "Gran Espíritu" maldijo la tierra. Fue un tiempo de gran sufrimiento.
Pero un día al fin llegó y se dejo caer sobre los hombres peludos.
Ellos estaban cambiando su campamento de un lugar a otro del bosque.
Entremedio estaba la "Niña del Viento" tal como si fuera una de ellos.
Reconoció a su padre, lo penso y corrió hacia él, deseando volver a casa. Él la tomó en sus brazos pero se puso furioso contra sus captores. En la medida que el "Gran Espíritu" aumentaba su furia contra el pueblo peludo, ellos bajaban sus cabezas. Cayeron a tierra a sus pies pidiendo clemencia.
"El Gran Espíritu" abandonó el bosque. En cuanto lo hizo, esta gente salvaje del bosque se dio cuenta de que no podían levantarse de sus pies de nuevo. Ellos no fueron capaces de sacarse la piel de sus cabezas. Quedaron todos en cuatro patas cubiertos de espesos pelos. Ellos no podían hablar, solo podían gruñir.
Fueron los primeros osos y han sido osos desde entonces en venganza contra los extraños salvajes que capturaron a la "Niña del Viento".
 
El "Gran Espíritu" se la llevó a la cima de la montaña y vivieron ahí siempre.
A su regreso la lluvia cayó y el sol brilló y hubo plenitud en la tierra otra vez.
Pero la tribu de osos que poblaba la tierra fue invadida por indios cazadores, todo por la curiosidad de una niña, "La Niña de los Vientos".
 
 

No hay comentarios: