Este es un bello cuento de Keiko Kasza
Es la historia de Choco
Este es Choco
……
Que camina triste porque no encuentra una mamá que le cuide,
Lo que ha sucedido… no mejor escucha el cuento
Si lo quieres leer, acá está el texto
Choco encuentra una mamá.
Las ilustraciones son de Keiko Kasza.

Choco era un pájaro muy pequeño que vivía a solas. Tenía muchas ganas de conseguir una mamá, pero ¿quién podría serlo?
Un día decidió ir a buscar una. Primero se encontró con la señora Jirafa.
―Señora Jirafa― dijo.
―Usted es amarilla como yo. ¿Es usted mi mamá?
―Lo siento―suspiró la jirafa―pero yo no tengo alas como tú.
Choco se encontró después con la señora Pingüino.
―Señora Pingüino―dijo.
―Usted tiene alas como yo. ¿Será que usted es mi mamá?
―Lo siento―suspiró la señora Pingüino, pero mis mejillas no son grandes y redondas como las tuyas.
Choco se encontró luego con la señora Morsa.
―Señora Morsa―exclamó.
―Sus mejillas son grandes y redondas como las mías. ¿Es usted mi mamá?
―Mira―gruñó la señora Morsa―mis pies no tienen rayas como los tuyos, así que: ¡No me molestes!
Choco buscó por todas partes pero no pudo encontrar una madre que se le pareciera.
Cuando
Choco vio a la señora Oso recogiendo manzanas supo que ella no podría
ser su mamá. No había ningún parecido entre él y la señora Oso.
Choco se sintió tan triste que comenzó a llorar.
― ¡Mamá, mamá!…Necesito una mamá.
La
señora Oso se acercó corriendo para averiguar qué le estaba pasando.
Después de haber escuchado la historia de Choco, suspiró:
― ¿En qué reconocerías a tu madre?
―Ay…estoy seguro de que ella me abrazaría―dijo Choco entre sollozos.
― ¿Ah sí? ―preguntó la señora Oso. Y lo abrazó con mucha fuerza.
―Sí, estoy seguro de que ella también me besaría.
― ¿Ah sí? ―preguntó la señora Oso. Y alzándolo le dio un beso muy largo.
―Sí. Y estoy seguro de que me cantaría una canción y me alegraría el día.
― ¿Ah sí? ―preguntó la señora Oso. Entonces cantaron y bailaron.
Después de descansar un rato la señora Oso le dijo a Choco:
―Choco, tal vez yo podría ser tu mamá.
―
¿Tú? ―preguntó Choco―pero si tú no eres amarilla, además no tienes alas
ni mejillas grandes y redondas. Tus pies tampoco son como los míos.
― ¡Qué barbaridad! ―dijo la señora Oso―me imagino lo graciosa que me vería.
A Choco también le pareció que se vería muy graciosa.
―Bueno―dijo
la señora Oso―mis hijos me están esperando en casa. Te invito a comer
un pedazo de pastel de manzana. ¿Quieres venir?
La idea de comer pastel de manzana le pareció excelente a Choco.
Tan pronto como llegaron, los hijos de la señora Oso salieron a recibirlos.
―Choco, te presento a Hipo, a Coco y a Chanchi. Yo soy su madre.
El olor agradable del pastel de manzana y el dulce sonido de las risas llenaron la casa de la señora Oso.
Después
de aquella pequeña fiesta, la señora Oso abrazó a todos sus hijos con
un fuerte y caluroso abrazo y Choco se sintió muy feliz de que su madre
fuera tal y como era.
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