El primer árbol
ESTE CUENTO, VA DEDICADO A MI BUENA AMIGA...
FRANÇOISE
Hace mucho, mucho tiempo, en la tierra nació el primer árbol.
Era pequeño ,tanto, que casi ni se le veía entre las pequeñas hierbas que iban naciendo y lo rodeaban.
A su alrededor, también otros seres, unos bichitos muy diminutos, mucho más que el, comenzaban a nacer y crecer.
Pero estos
bichitos y las hierbas, crecían mucho más rápido que el árbol. Eso era
muy peligroso, pues éstos se iban transformando poco a poco
y las hierbas, con muchas más necesidades que el, dejarle casi sin
alimento.
Ante este temor, el
diminuto árbol pensó que debía hacer algo para solucionar su gran
problema, pero no sabia que hacer al respecto.
Pasaba el tiempo y el
seguía siendo diminuto mientras todos los demás, no solo crecían, si no
que también se iban transformando en diferentes animales mientras su
peligro aumentaba. El no podía moverse y escapar para esconderse.
Un día, uno de estos
animales se le acercó tanto, que instintivamente sus diminutas ramas
alzó. Tanto temor tenía de ser devorado, que con los brazos abiertos los
ojos cerró, a la espera de que llegara su fin.
Pasaba el rato y solo sentía calor alrededor de el, una ligera presión lo rodeaba pero no sentía dolor alguno. No se atrevía a abrir los ojos por temor a ver, que era lo que ocurría.
Pasaba el rato y solo sentía calor alrededor de el, una ligera presión lo rodeaba pero no sentía dolor alguno. No se atrevía a abrir los ojos por temor a ver, que era lo que ocurría.
Poco a poco la intriga,
pudo más que el miedo y muy despacio comenzó a abrir los ojos. Ese calor
que sentía, esa ligera presión que lo rodeaba, no era más que un gran
abrazo que recibía.
Estaba perplejo, sorprendido. El que tanto miedo tenía y había pasado, se encontraba unido a una ardilla en un profundo y tierno abrazo.
Estaba perplejo, sorprendido. El que tanto miedo tenía y había pasado, se encontraba unido a una ardilla en un profundo y tierno abrazo.
Al fin comprendió lo que
había ocurrido. Al alzar sus ramas para auto protejerse, había
convertido el gesto en una acción de bienvenida, que así interpretó la
ardilla.
Ahora ya no tenía temor
alguno, crecería muy despacio sí, pero lo haría siempre con sus ramas
alzadas, con sus muchos brazos de madera abiertos y en ellos acogería a
todos los seres, que con el quisieran estar.
Desde entonces los árboles, extienden sus ramas en señal de bienvenida.
Desde entonces los árboles, extienden sus ramas en señal de bienvenida.
Por eso en los
hermosos bosques, nos sentimos tan a gusto y felices. Siempre somos
esperados y bien recibidos, con los brazos de los árboles alzados y
abiertos.... de par en par.
FIN
Elvira Moreno Dolz ( chagall )
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