domingo, 28 de abril de 2013

EL VIAJE DE LOS GRILLOS

EL VIAJE DE LOS GRILLOS 
 
Una tarde de mucho sol y calor, los grillos salieron de paseo por los rastrojos que bordean el pie de monte de Cerro Grande. Ellos querían pasar la noche bien lejos, en un lugar fresco, y olvidarse de una vez por todas, del ruiiiii-ruiiiii-ruiiiii de sus violines. Así, que caminaron y caminaron sin descanso por los hilos delgados del atardecer, que, como láminas de cobre, se arremolinaban al pie de los árboles.
Al tropezar con un bosque poblado de apamates, Grillo Sabio oteó fijamente el terreno, observó cuidadosamente cada rincón; luego, dirigiéndose a los otros grillos, les dijo: "Aquí pasaremos la noche porque este es el mejor sitio para descansar. Desde esos árboles que ven ahí, observaremos cómo se columpia el rocío en los granados y cómo acuna la araña el sueño de otros insectos en su colcha de soles.... Además, veremos el lucero del alba antes de que aclare el día". Dicho esto, guardó silencio....... largo y profundo silencio....
Como si hubiera enmudecido para siempre.
Esa noche, las horas caminaron perezosamente y, cuando rompió la mañana, un viento ensordecedor se coló como una tromba por las cortinas silvestres. Entonces, Grillo Sabio -que no se equivocaba- y que todo lo escuchaba con un oído extraordinario de buen músico, dijo, curiosamente: ¿"Oyen...?, esa es la sonata de las chicharras, ¡recojan sus violines y permanezcan callados....totalmente callados! Que desde este momento en adelante, no suene una sola nota de violín trasnochado". Al escuchar la orden, los grillos obedecieron y, de repente, una música que nadie sabe de dónde venía, se ensartó en las ramas de los árboles..... Era la aurora que comenzaba a entonar:


En las posadas de día
el viento canta sus nanas
y las estrellas se asoman
para mirar la mañana
Los grillos duermen la siesta
sobre una fronda lejana
mientras corren sus cortinas
las ventanillas del alba
Cuando terminó la canción de la aurora, todos quedaron boquiabiertos....
El cielo se había llenado de aureolas fosforescentes y acelofanadas. Entonces, los grillos, que eran tan inteligentes como Grillo Sabio, comprendieron que había llegado la hora de cobijarse en su casita de hojas, para esperar un nuevo amanecer al pie de los apamates.
Desde esa mañana, los grillos pasaron muy felices sus horas, a pesar de que solamente escuchaban el ruiiii-ruiiii-ruiiii de sus violines.
Tomados del libro inédito de Inés de Cuevas: LAS POSADAS DEL DÍA , agradecemos la bondad de la autora quien nos eligió para mostrar sus preciosas obras.

EL MAGO LA GALERA Y... ¡TABARÉ!

EL MAGO LA GALERA Y... ¡TABARÉ!
Entre exclamaciones de asombro y aplausos, el Mago sacó de su galera un conejo blanco. Era un truco que repetía en todas sus funciones de circo. Sin embargo la repetición no le quitaba encanto: cuando aparecía Tabaré, los chicos se maravillaban hasta el cansancio. Y el animal, acostumbrado a las aclamaciones y los aplausos, saludaba con las orejas a su público infantil.
Pero los conejos también se cansan de trabajar y Tabaré exigió al Mago diez días de vacaciones. Entonces se cepilló las orejas, el pompón de su cola y, después de despedirse, se alejó a los saltitos por el camino.
Durante los diez días siguientes, el Mago sufrió las burlas de los chicos porque cada vez que llegaba el número de la galera, sacaba las cosas más raras. Un día sacó una milanesa con papas fritas y los chicos al verla gritaron: "¡Uuuuh!", mientras el payaso Ramón, con gran tranquilidad, se la comía.
En otra oportunidad sacó un zapato, una media y... ¡una margarita! Y otra vez los chicos gritaron, "¡Uuuuh!"
También sacó un cucharón, un pollito y una mariposa, pero los chicos siempre gritaban, "¡uuuuh!" Y cada vez lo hacían más fuerte.
El Mago ya no sabía qué hacer y llamó por teléfono a todas las madrigueras que figuraban en la guía, pero no pudo encontrar a Tabaré y, muy afligido y con mucho miedo de escuchar nuevamente el, "¡uuuuh!" de su público disconforme, salió a la pista.
Cundo llegó el truco de la galera, metió la mano temblorosa y tocó algo suave... blando... tibio... que sacó despaciiito... y..., "¡aaaah!" exclamaron los chicos con regocijo al ver aparecer unas orejotas muy largas.
¡Tabaré! gritó el Mago lleno de alegría. Pero Tabaré tenía una sorpresa para todos: otro par de orejas asomó de la galera y, con un gracioso salto, una conejita con ojos de enamorada se acomodó junto a Tabaré.
Desde entonces, los chicos esperan con impaciencia el tuco de "Tabaré"
Raquel M. Barthe

LA GRANJA DE SEBASTIÁN

LA GRANJA DE SEBASTIÁN
La granja de Sebastián era una granja como todas las granjas; es decir, muy normal.
Pero un día todo cambió porque a Sebastián se 1e ocurrió tomar un ayudante.
La idea no era mala, ya que en la granja había mucho trabajo y el pobre Sebastián se sentía un poco cansado.
El ayudante se llamaba Juanito; parecía muy bueno y trabajador; pero como siempre había vivido en la ciudad, era algo torpe a pesar de su buena voluntad.
El día que llegó, Sebastián le recomendó que se fuera a dormir temprano porque en la granja había que levantarse a la madrugada, junto con el sol, cuando cantaba el gallo.
"¡Vaya despertador más raro!", pensó Juanito mientras iba en busca del gallo para po-nerlo sobre su mesa de luz.
Y eso no fue nada; lo peor fue cuando intentó darle cuerda... ¡tuvo que correrlo por todo el dormitorio porque el gallo no se dejaba retorcer la cola!
"Este debe ser un gallo automático, de ésos que tienen pilas", pensó por fin y, cansa-do, se acostó en su cama.
El pobre gallo, que no entendía lo que sucedía, se quedó dormido junto a Juanito y, como la cama era muy cómoda, los dos durmieron y durmieron hasta que el sol estuvo muy alto.
El problema fue que como el gallo no cantó, todos en la granja se quedaron dormi-dos.
El primero en despertarse fue el ternero y, como tenía mucha hambre, despertó a su mamá, la vaca, para que le diera la leche.
Después de alimentar a su hijito, mamá vaca esperó en vano que Sebastián le llevara su comida. Entonces, muy hambrienta, se metió en la cocina de la casa y se tomó todo el café que encontró.
Los cerdos, que ya se habían despertado y también tenían hambre, vieron entrar a la vaca en la cocina y decidieron imitarla. Pero camino de la casa, pasaron por el gallinero y despertaron a las gallinas para invitarlas a desayunar con ellos en la cocina de Sebastián.
Para entonces, ya no se podía decir que la granja de Sebastián fuera como todas las granjas... porque de normal no le quedaba nada.
Tanto alboroto en la cocina, despertó por fin al granjero, que al mirar su reloj, com-probó desesperado que eran... ¡las diez de la mañana!
Se puso las botas y corrió al dormitorio de Juanito y, una vez allí, no pudo creer lo que estaba viendo: ¡Juanito y el gallo dormían plácidamente, uno junto al otro!
Cuando Sebastián se repuso del asombro, corrió escaleras abajo y, al entrar en la co-cina, se encontró con que los animales de la granja se habían comido todo lo que encontraron.
El desorden era total y era tan increíble lo que estaba viendo, que Sebastián pensó que era una pesadilla y que aún no se había despertado.
A Sebastián, ayudado por Juanito, les llevó el resto del día a poner en orden la granja hasta lograr que pareciera normal otra vez
Pero al día siguiente, cuando Sebastián ordeñó a la vaca, la vaca le llenó un tarro ente-ro con café con leche.
Cuando Juanito vio esto dijo:
-¡Qué lástima que ayer la vaca se tomara el café en lugar de comerse el chocolate...!
Pero lo que Juanito no sabía, era que el chocolate se lo habían comido las gallinas que, en ese momento, estaban poniendo, ¡"Huevos de Pascua"!

Raquel Barthe




 

LA DULCE HISTORIA DE UGUETTO Y ADALGISA

LA DULCE HISTORIA DE UGUETTO Y ADALGISA
Prof. Graciela Pacheco de Balbastro

Corría el siglo XVII y la ciudad de Milán, siempre bella y aristocrática, comenzaba a prepararse para la Natividad del Señor en ese frío diciembre.
A pesar de la intensa nevada, los parroquianos hacían ya las primeras compras y los negocios del ramo ofrecían las confituras tradicionales.
Pero en la panadería del viejo Tone, al contrario de años anteriores, ese ambiente de fiesta allí no se vivía. Las ventas habían declinado, los clientes frecuentaban ahora otras confiterías y la familia estaba realmente preocupada.
Hasta para Uguetto, el más pobre de los empleados, y que sólo tenía ojos para Adalgisa, la hija del patrón, eso no pasó inadvertido. Contagiósele la preocupación que vio en los ojos de su amada y saliendo del ensoñamiento que le producía el sólo mirarla, pensó y repensó en la manera de ayudarla.
Uguetto era de muy humilde condición. Huérfano de padre y madre, había entrado al servicio de los Tone cuando sólo tenía diez años. Era tres años mayor que Adalgisa, así que la había visto crecer y transformarse en una joven bellísima a la que asediaban buenos pretendientes. De la boca de Uguetto jamás había escapado una palabra de amor. Sólo de sus ojos, que tenían por brújula la silueta de la joven.
Así las cosas, mientras limpiaba los moldes, acarreaba harina y apilaba la leña, pensó una vez más que él tendría que ayudar a su patrón y que si de atraer clientes se trataba, él encontraría la solución.
Esa noche, cuando quedó solo en la cuadra, entró en acción.
Buscó harina, a la que agitó suavemente, como si los trigales de los que provenía se meciesen. Preparó levadura y mientras canturreaba canciones inventadas, endulzó la preparación.
Pensando en la tentadora boca de su amada incorporó fruta a la preparación. Recordó sus cabellos y agregó avellanas, . . . soñó con su boda con Adalgisa y escanció agua de azahar. Y soñando y canturreando amasó y amasó.
El frío y la oscuridad quedaron afuera. Adentro, el horno y el corazón de Uguetto chisporroteaban calentitos.
Rendido por el sueño, pero más para soñar que para dormir, dejó bollitos de masa reposando. Y mientras su cabeza adormilada se llenaba de ensueños, los bollitos crecían y crecían. Dentro de ellos jugaban las burbujas.
Cuando Uguetto despertó, una fragancia nueva invadía la cuadra.
Sin dilación horneó los pancitos livianos, dulces, frutados. El perfume de azahares, de brindis, de amor, inundó el barrio. Tan apetitoso era, que la gente comenzó a llegar.
Todos pedían ese “pane de Tone”. Día tras día, con la misma fórmula (su amor por levadura), Uguetto, ascendido a socio, preparaba ese pan de Navidad.
En poco tiempo más se casó con Adalgisa, vivieron muy felices y todos los años, cuando llega la Navidad, ponemos sobre nuestra mesa una esperanza renacida, un retorno del gran milagro del amor y un “panettone”.

Esta historia se la escuché a mi abuela piamontesa y por aquello que dijo Todorov de que “la literatura es una palabra que no necesita demostración”, me atrevo a contarla. De todas maneras “se non è vero, e ben trovato”.

MARÍA, madre, mujer valiente

MARÍA, madre, mujer valiente
por Olimpia Colón Aponte  


María de niña fue muy juguetona pero formal y seria. Esto les suena contradictorio. ¿Qué cómo se puede ser juguetona y a su vez formal y seria? Pues sí se puede, porque ella era alegre por naturaleza, le gustaba correr por los campos y hacia el río cuando iba en busca de agua.
Para María la vida era reír y correr y de paso hacer sus tareas. Desde pequeña se le había enseñado que la vida es alegre. Eso no quiere decir que María no sabía que había problemas alrededor de ella. Sí los había pero ella sabía que todos tenían solución. Ella sabía que eran eventos malos que pasarían, situaciones que podrían arreglarse. Como otros niños esperaba que las personas mayores resolvieran todos los problemas en paz, sin peleas entre si y con mucho amor sentarse a comer.
Así fue la vida de María y todos los niños de esa época. Solo que María desde joven notaba que había que ayudar más a las personas de mayor edad como los abuelos, y los enfermos, en estos casos ella era formal y seria, por que estas eran situaciones de seriedad.
Un día que ella corría hacia el río, con su cántaro a buscar agua se encontró con una anciana que apenas podía recoger el agua del río, menos iba a poder cargar el cántaro con agua. María se detuvo y le preguntó; -¿no tiene hijos o hijas que le puedan ayudar ya usted no está para estos trabajos? La señora que se llamaba Arlyn le dijo que solo vivía con su esposo enfermo y que sus hijos estaban en aldeas lejanas. Como María tenía tiempo le lleno el cántaro de agua, como era una joven fuerte llevo el cántaro de doña Arlyn con el suyo y fue a la casa de doña Arlyn. Tuvo que parar muchas veces por el camino porque doña Arlyn no podía andar tan ligero, se fatigaba. Pero en cada parada María le cantaba una canción o le narraba un suceso jocoso para que a doña Arlyn se le hiciera el camino menos penoso y más corto. Una de las canciones que más cantaba María era la siguiente:
Oye mi sol... como corre el río...,
Oye mis flores... como cantan los pajaritos...,
Oye mi viento... como suenan las hojas...,
No olviden todos que Dios nos ama.
Oye mi sol… Oye mis flores… Oye mi viento
No olviden todos que Dios nos ama, dulce amor.

Así pausaba y oía cada nota de la naturaleza, por que sabía que Dios estaba en todos los lugares tan hermosos que ella recorría.
Cuando llegaron a casa de doña Arlyn ella notó con el cariño que ésta trató a su esposo enfermo y la alegría en sus ojos cuando la vio. Parecía que para don Carlos había entrado un rayo del sol al llegar a su lado doña Arlyn. María los contempló por un rato y pensó que el amor en el matrimonio debería ser siempre así. Sacrificio, ternura y unión de seres que se necesitan pero se aman como un rayo de luz en la naturaleza, que a la vez que la calienta, le da la energía para vivir.
María se despidió de doña Arlyn y don Carlos pensando seriamente que algún día sería mujer y quería amar así y cuidar o ayudar a todos los enfermos y personas necesitadas. Que bueno era sentir la paz del amor correspondido.
A pocos días después de ese encuentro María fue escogida para ser la madre del niñito Jesús. Ya María era toda una mujer, sabía hacer las cosas del hogar, ayudaba en las compras, lavaba la ropa, ayudaba en la crianza de algunos niños en la aldea y del cuidado de los animales.
Estaba con su prima Isabel cuando el ángel Gabriel le anunció que sería madre. Fue una revelación hermosa, pero le preocupaba a su familia, ¿quién sería el padre? fue escogido José, el carpintero de Nazaret.
María sabía que su hijo sería el rey entre los hombres, y sabía que su hijo sería hijo de Dios en la tierra. Se fue con José porque temían por la vida del niñito que iba a nacer.
A los pocos días de viaje José se dio cuenta de lo valiente que era María. Pasaron por desiertos y tormentas de arena, no fue fácil protegerla. Solo andaban con una mula. Hubo momentos que se les enfrentaron animales peligrosos como una serpiente, pero María nunca perdió la calma.
María y José iban de aldea en aldea cantando por el camino, admirando los pequeños insectos en la arena, las aves grandes que de vez en cuando pasaban sobre ellos. ¡Qué mucho disfrutaban cuando encontraban un oasis, en medio del desierto !
María, ya con la carga de un niño por nacer, recordaba su infancia y corría por el oasis, cantaba dando gracias a Dios por cada estadía que habían tenido en el camino. Ella cantaba y cantaba dando vueltas con las manos en el aire:
Gracias, Dios mío por el sol, por el aire,
Gracias, Dios mío por la luna y las estrellas
que de noche nos guía y nos mece.
Gracias, Dios mío por su amor
que me cuida y me protege.
Gracias, Dios mío. Gracias…

De momento se le acercaron dos niños, Francisco y Daniela, la cogieron de la mano y siguieron cantando.
Gracias, Dios mío por el amor de mis padres,
Gracias, Dios mío por los amigos que tengo y el
lugar que ocupan en mi vida.
Gracias, Dios mío por su luz
de protección que nos guía.
Gracias, Dios mío. Gracias…

Cogieron a María de la mano y la llevaron a conocer a su madre que también esperaba un bebé. Bayana, su madre se alegró de verlos venir, había que tener cuidado con las personas que se conocían en los oasis, pero de verla Bayana noto que María era una mujer especial. Francisco era un niño de seis años y Daniela tenía cuatro años, los dos jugaban continuamente uno con el otro. Los dos niños ayudaban a sus padres y más aún a su madre. Los dos querían un hermanito pero sabían que había que cuidar a la madre que esperaba un bebé y por eso se sentían más importantes ayudando al padre a coger el agua para el viaje. Cuando vieron a María tan contenta cantando y esperando un bebé sabían que su madre le gustaría conocerla y así fue.
Bayana le preguntó su nombre y vio como José ya había conocido a Marcos el padre de Daniela. José se dio cuenta que al joven aún le faltaba experiencia en el manejo de los animales que llevaba y en la preparación de los alimentos. Fue un intercambio de conocimientos entre dos familias que se acababan de conocer pero en el cual reinaba una gran alegría por la llegada de los nuevos bebés.
María aprovechó para preguntar a Bayana sobre algunas dudas que tenía del comportamiento que debía tener en el momento del nacimiento del niño. Bayana le contestó como una madre que se encontraba con una amiga de la infancia y le dijo:
- Como madre lo más importante que debes tener en tu
momento cuando llega el aviso es orar, Dios siempre nos
acompaña en estos momentos y se que será más la ayuda
contigo.
- Ser madre es el momento más importante en la vida
de cada mujer que pueda serlo, no todas podemos
tenerlos como tú o yo, hay otras que son madres de
crianza, pero son madres.
- Madre es, alimentar, cuidar, proteger y sobre todo darles
amor en cada sonrisa en cada gesto de ternura, en cada
momento importante del niño estar aquí, como cuando
están enfermos o no pueden dormir por que también ellas
se preocupan y tienen sus problemas.
- Madre es ser comprensiva sin esperar nada a cambio.
La madre perdona y ayuda a sus hijos en ese camino tan
difícil del crecimiento, en una etapa de su vida que no
entienden por que los adultos se comportan de tal o cual
manera.
- La madre debe comprender que los niños quieren jugar
pero también quieren ser escuchados y tomados
en cuenta cuando se decide algo sobre ellos. Es siempre
bueno oír lo que opinan, hay niños que les es indiferente
las decisiones de sus padres otros no.
-¡Escucha siempre, saca tiempo!
- Especialmente en el momento de dormirlos, ora con
ellos, enseñarles a reclamar a Dios y al ángel de la
guarda.
- Tiernamente arrópalos y bendecidlos, siempre recordaran
ese momento en su vida. Es el verdadero momento de
amor entre la madre y sus hijos, luego con ese recuerdo
criaran a los suyos.
María y Bayana se abrazaron como si se hubieran conocido toda una vida. Se despidieron por que era la hora de cenar y al otro día muy temprano cada una iba por caminos diferentes.
María le contó a José sobre la experiencia tan bonita que había tenido. María se sintió más fuerte aunque José nunca dudo de la valentía de su joven esposa. No era fácil para una mujer embarazada recorrer el desierto, y a veces caminar a pie para dejar descansar a la mula, pero María era una mujer valiente que trataba de ir con José a la par por el camino y no quejarse de dolores ni otros malestares que son propios de la mujer que espera un bebé. Ella sabía que si preocupaba a José se tardarían más.
Cuando llegaron a Belén, María sintió que el bebé quería nacer. Fueron de posada en posada pidiendo albergue pero no había cabida. Hasta que llegaron a la Posada de don Ildefonso, él tampoco tenía cabida en su posada, él noto que María estaba en espera de un bebé y que estaba a punto de nacer. Don Ildefonso les ofreció un lugar en su pesebre. Así sola entre la mula y el buey a la medianoche, nació el niñito Jesús. José con el niñito en los brazos le dijo María ahora eres madre y como lo había pensado Dios te escogió por ser mujer valiente.
Terminando de decir estas palabras, en el silencio de la noche, una estrella que estaba sobre el pesebre brillo con tanta intensidad que un rayo cubrió a los tres recibiendo así la bendición de Dios esta sagrada familia.



¡GLORIA EN LAS ALTURAS HA
NACIDO EL NIÑO REY!

Gracias le doy a mi madre María Aponte
y a mis hijos Héctor y Nelson López Colón,
a Arleen y Chiro mis compadres,
a mi sobrina Barbara y Francisco Rivera por éste
hermoso regalo.

viernes, 26 de abril de 2013

Navegamos rumbo a África - El pájaro de la risa (II parte)

Navegamos rumbo a África - El pájaro de la risa (II parte)






Texto por Rebeca Amado
Ilustración por Brenda Figueroa

"La abubilla se colocó en lo más alto de la plaza y a sus pies, incrédulos, se colocaron todos los habitantes de la tribu formando un semicírculo.

- En primer lugar- comenzó la abubilla –quiero que quede claro que sólo hablaré si alguien encuentra el peine de luz que estaba pasándome por la cabeza cuando algún entrometido abrió la puerta de mi espejismo.

La incredulidad y la sorpresa crecían entre la multitud, mientras el pájaro de la risa continuaba con su historia.

- Pese a mi apariencia de pájaro debéis saber que era, y aún soy, la Doncella Sonrisa, y desde que rompieron mi espejismo no hago más que buscarme a mi misma. Sé que será difícil volver a ser la que era, sin embargo, el sol me dijo que si miraba alrededor y comenzaba a aliviar los males de aquel que me lo pidiera, mi maldición terminaría pronto -explicó.- Pero no podré ayudaros sin el peine de la luz. 


Unos segundos después las protestas ya se habían extendido alrededor de la plaza. Cuando los aldeanos vieron aparecer a los niños con el pájaro sintieron un pequeño alivio, pensaron que el final de la infelicidad estaba cerca, y ahora este pajarraco les pedía un último gran esfuerzo. Sin embargo, ninguno de los allí presentes tenía la fuerza necesaria para emprender la búsqueda del peine de la luz.

- ¡No se terminará nunca nuestra tristeza! -gritó una anciana

- Un momento -gritó el niño- sé que estamos cansados y desanimados, pero la pereza es mala consejera. Si nadie quiere ir, iré yo -dijo.

- Yo te acompañaré -añadió la niña poniéndose en pie.

 Según las indicaciones del Pájaro de la Risa, debían buscar el peine en un espejismo y cuando lo encontrasen, si lo encontraban, tendrían que traerlo de vuelta a la tribu entonando la canción que les había enseñado.


Hut, hut, hut, te toco a ti, hut, hut, hut, me tocas a mí, si sabes donde me harás reír, si sabes cómo nos vamos a divertir.

 
Algo resignados, pero con toda la fuerza que necesitaba su aldea, los niños emprendieron la marcha y al amanecer del segundo día llegaron a la cuarteada llanura de los espejismos. Pasaron varios días en aquel triste lugar saltando de un espejismo a otro sin éxito. Cada vez que creían haber llegado al corazón de una de esas brillantes ilusiones éstas se esfumaban.


De repente, cuando la fatiga estaba apunto de terminar con las fuerzas de los pequeños aventureros, la niña recordó la pista en forma de acertijo que la abubilla les dio antes de salir: “O ves el horizonte debajo de tus pies o nunca cesará de alejarse.” Pensó y pensó hasta que al fin obtuvo la respuesta.

- ¡Ya lo tengo! -gritó-. Debemos quedarnos quietos hasta que a cierta hora, en un instante determinado del día, el espejismo que contiene el peine de la luz aparezca a nuestros pies.

 Así lo hicieron. Permanecieron en el mismo sitio durante horas hasta que se quedaron dormidos, y al despertar la niña miró el suelo y vio la piedra blanca de bordes estriados en la que estaba, fosilizado, el peine de luz.

- ¿Estás segura de que está ahí?-dudó el niño.

 - Hut hut si sabes donde me harás reír… -cantó la niña, muy decidida a no espantar la belleza de ese hallazgo.

Con sumo cuidado introdujeron la piedra con el peine de luz en el interior de la cáscara de huevo de avestruz y retornaron al poblado cantando alegremente.

La abubilla dio una voltereta abriendo y cerrando su cresta nerviosa pero también feliz de que los niños hubieran encontrado lo que había perdido. Entonces, tomó la piedra con el pico, extrajo el peine, lo tomó con una de sus alas y comenzó a peinarse la cresta con auténtica furia, como si quisiese reducir con prisa el tiempo de condena y deshacer de golpe el hechizo que la encerraba en esa forma. 


En ese momento, todos los habitantes, las casas, los perros, las gallinas y hasta los cacharros de cocina comenzaron a deshacerse de su pena llenándose de vida.

Todos entraron en un espejismo en el que cada cual se convirtió en otros. La comunidad al completo fue primero un animal de la selva, luego alguien de otra raza y otra región, y finalmente los cuerpos de unos en las almas de los otros.

Hasta que la abubilla, ya reconvertida en la Doncella Sonrisa, puso fin al desbarajuste y dijo:

- Habíais perdido la risa porque cada uno de vosotros quería ser otro. Estabais donde no erais y erais donde no estabais- Por último, fue directamente hacia los reyes y les señaló los puntos precisos del cuerpo en los cuales se ocultaba la risa.

Y fue así como se recobraron, dice el cuento, las cosquillas, y con ellas el tacto, el amor y la diversión.”


Cuando su amigo terminó de contarle esta historia Teo estaba lleno de dudas.

- Pero entonces, ¿debería ir hasta el desierto a buscar a un pájaro para que mi padre se ría más? -preguntó.

- No hombre no, que cosas tienes Teo -contestó su amigo.- Cuando mi abuelo me contó esta historia me dijo que a veces las personas pierden alegría y fuerza por pensar solo en lo que no tienen, o por preocuparse por las cosas malas que podrían pasar antes de que pasen, o simplemente por perseguir cosas que no existen. Hasta que al final son incapaces de disfrutar de lo que ya tienen. Tienes que colgar en tú habitación todas las sonrisas que has capturado, pero lo mas importante es que le cuentes a tu padre lo bien que lo has pasado hoy en el parque con tu cámara mágica. Compartir la alegría es la mejor manera de contagiarla.

Teo volvió a su casa y el amigo del parque estiró sus brazos agitándolos con fuerza hasta convertirse en abubilla, desapareciendo entre las nubes.

martes, 23 de abril de 2013

Colchón en Zaragoza

Colchón en Zaragoza





Colchón acaba de llegar de una excursión fugaz por la ciudad de Zaragoza. Nos enseña los mejores momentos de su estancia por los principales lugares de interés de la ciudad. Nos gusta que los muñecos Fluff viajen y nos cuenten sus aventuras. Anímate a viajar con los muñecos Fluff y cuéntanoslo a través de fotografías. Vamos a descubrir el viaje de Colchón.

Aunque os parezca mentira, ya que le encanta dormir, Colchón es muy madrugador, y como no conocía Zaragoza, estaba ansioso por salir a pasear y conocer la ciudad. Es muy fotogénico así que le encanta hacerse fotos posando. Aquí en la estación a primerísima hora de la mañana, con su mejor sonrisa.



Ya en la ciudad y después de tomar un desayuno muy rico a base de fruta tropical. Mango, piña y plátano, su favorito, y un zumito de naranja, Colchón visitó los lugares más emblemáticos de la ciudad. Le encantó visitar el Palacio de la Aljafería, la Catedral de Nuestra Señora del Pilar y el Museo del Teatro Romano de Caesaraugusta.





Después, Colchón decidió tomar un descanso, así que aprovechando que se quería echar una foto en la Plaza de la Seo, se acurrucó en el hombro de esta estatua y descansó sus pequeñas patitas. ¡Las tiene muy cortitas y se cansa más rápido!



Por la tarde, decidió dar un paseo por la orilla del río. A Colchón le gusta mucho el agua, ya sabéis que él viene de una isla misteriosa y pasaba muchas tardes a la orilla del mar apoyado en su palmera. Así que decidió hacerse una foto para recordar este momento tan especial. A última hora, después de un día tan largo y divertido de turismo, se fue a dormir. Desde aquí os saluda y se despide hasta su próximo viaje.


¿Indomable o Gamberro?

¿Indomable o Gamberro?



fotograma de la película Brave:Indomable, Mérida y su madre enfrentadas
Imágenes tomadas de fotogramas de la película Brave de Disney/Pixar.

Hoy os traemos un tema original y divertido, que para eso es viernes, y nosotros también tenemos puesta la mente en el fin de semana.

¿Conocéis a Mérida, esa intrépida pelirroja que con la que Pixar nos ha deleitado últimamente? Mérida es una princesa Disney de lo más guerrera y razón no le falta a la chiquilla: su madre, la Reina Elinor, está todo el día encima de ella recordándole cómo tiene que hacer las cosas, cómo ser una buena princesa, cómo elegir un buen príncipe... En fin, el tipo de cosas que no van con ella. Me encanta que Mérida, siendo tan joven sea tan segura de sí misma, con las ideas tan claras y dispuesta a romper tópicos, y además... ¡tiene una melena que más quisiera yo para mí! Pero Mérida también es terca como una mula; sí, sí, testaruda como ella sola. Su madre intenta hacerla razonar a su manera, pero eso no hace más que empeorar las cosas. Madre e hija parecen incompatibles, no hay comunicación entre ellas, no se entienden... Puede que os suena esta situación, o que os hayáis sentido alguna vez así con vuestros hijos o con vuestros padres. Ahora os hago una pregunta...

fotomontaje de Mérida con muñeco Gamberro

¿Y si Mérida y Elinor hubiesen tenido la ayuda de nuestro muñeco Gamberro?

¿Creéis que la princesa más guerrera hubiese hecho buenas migas con nuestro personaje más gamberro? ¿Que creéis que habría pasado? ¿Habría sido distinta la relación entre ambas si su majestad hubiese leído nuestro ebook “Miedo al Rechazo”

Pues para empezar, si Elinor hubiese leído nuestro eBook habría sabido cómo comunicarse y afrontar el instinto impulsivo y rebelde de su hija. Esto habría contribuido directamente a que Mérida no tomase decisiones equivocadas y acabase convirtiendo a su familia en un zoológico (si habéis visto la peli ya sabéis a lo que me refiero).

fotograma de la película Brave:Indomable,la Reina Elinor intenta hacer razonara a Mérida
Reina Elinor a Mérida: "Una princesa persigue la perfección".
Todos hemos pasado por alguna situación parecida cuando eramos niños. “Eso no se hace en la mesa” “Así no se comporta un niño bueno” etc. Parece que los padres tienen muy claro lo que quieren de sus hijos y seguramente razón no les falte. Sin embargo, cuando se aferran a unas expectativas sin escuchar al niño, puede ocurrir lo contrario y es que se oponga rotundamente a lo que le piden. Esto es justo lo que le pasa a Mérida. Ser niño es fuente de continuas exigencias por parte de los adultos, pero ¡imaginaos en el caso de una princesa!
Las pautas son necesarias para que todo niño se vaya adaptando a su entorno. Sin embargo, no podemos olvidarnos de la importancia que tiene el afecto y la aceptación. Pues es así como a través de la exploración libre irá descubriendo sus potenciales y motivaciones, que le permitirán crear su propia identidad.
Por ello desde Fluff creamos a nuestro muñeco Gamberro, que junto al ebook que le acompaña ayudará a que los peques y sus papás logren un entendimiento mutuo y disfruten de su relación sin peleas ni rabietas. Así que si tenéis un/a indomable en casa, Gamberro puede echaros una mano a la hora de establecer pautas, además de métodos para comunicarlas y llevarlas a cabo.
Esperamos que nos contéis cuales han sido las rabietas más anecdóticas que habéis vivido con vuestros retoños o porqué no, con vuestros padres cuando erais vosotros los peques. ¡Buen fin de semana!

P.D.: Quiero agradecer la colaboración de la psicóloga Irene Plata en este post. Ha aportado su visión psicológica de la película y su aplicación del muñeco Fluff Gamberro ;)

Muñecos viajeros: Bilbao

Muñecos viajeros: Bilbao



Edredón en los alrededores del Museo Guggenheim de Bilbao

Los que ya conocéis a nuestros muñecos Fluff, sabréis que si algo les caracteriza, además de su tacto para tratar los miedos infantiles, es su espíritu aventurero. No es la primera vez que hacen las maletas para salir de la rutina de la oficina, ya han visitado lugares tan fantásticos como Ibiza, Barcelona... Sin embargo, esta vez partieron rumbo al norte sin un destino claro; pero durante el camino surgió la duda ¿País Vasco o Cantabria? Finalmente decidieron separarse por parejas y tomar caminos diferentes para explorar ambas comunidades. Hoy os contaremos las aventuras de Edredón y Gamberro que acabaron por Bilbao.

Edredón y Gamberro en el tren, camino de Bilbao

A pesar de que la ciudad les acogió con un tiempo lluvioso, nuestros protagonistas de hoy no dudaron en dedicar su primera visita a dar un paseo por las playas de Getxo. ¡Estaban como locos por ver el mar! Sin duda fue una mañana muy marítima, en la que pudieron disfrutar de ver como los lugareños hacían piragua, pescaban o se tomaban unos pinchos con vistas al mar.

Gamberro y Edredón cerca del mar

Según fueron pasando las horas Gamberro y Edredón cogieron más confianza con la gente del lugar. Hicieron tan buenas migas, que uno de los viandantes se ofreció a enseñarles el puente de Vizcaya que atraviesa la ría de Bilbao para unir Getxo y Portugalete. Y es que en tierras vascas, además de comer de maravilla, hay gente majísima.

Edredón pasea por la ciudad de Bilbao subido en la capucha de un viandante

Sin duda alguna, un viaje a Bilbao no puede terminar sin una visita por el centro de la ciudad para disfrutar de sus callejuelas por el casco antiguo o símbolos tan conocidos como el San Mammés.¿Y cómo no? ¡El famoso Guggenheim! Sí, aquí fue donde mejor se lo pasó Edredón que no paró de jugar a hacerse fotos con la araña gigante de Maman. Nada más llegar, al verla con esas patas larguiruchas le dio un poco de miedo, pero ya sabemos que nuestros muñecos Fluff no temen a nada. Así que al final no dudó en acercarse a ella para vencer ese repelus.

Como veis Gamberro y Edredón se lo pasaron pipa en su escapada de Semana Santa, seguro que Colchón y Culito Rana también se divirtieron mucho y se mueren de ganas por contar sus hazañas en Cantabria. Así que si no os lo queréis perder, ¡estad atentos las próximas semanas porque habrá nuevas aventuras! Apúntate a la RSS del blog para no perdértelo.

Muñecos viajeros: Cantabria

Muñecos viajeros: Cantabria

Colchón  y Culito Rana apoyados en una piedra
¡A éstos muñecos Fluff cómo les gusta viajar! Y es que cada vez que tienen oportunidad la aprovechan para conocer, ver y disfrutar de cada situación que se les presente. Son muy curiosos e inquietos, les encanta aprender y compartir momentos y siempre, siempre le sacan el mejor partido a todo. ¿¿Queréis saber que fue esta vez??



La semana pasada supimos que los cuatro se dirigieron al norte y que finalmente separaron sus caminos; Edredón y Gamberro se decidieron por ir al País Vasco y disfrutaron de su turismo; en cambio, Colchón y Culito Rana se inclinaron más por un fin de semana de tranquilidad en Cantabria. Con esta escapada, lo que pretendían era compartir tiempo juntos para ponerse al día en sus cosas y realizar un llamamiento a sus sentidos; de esta forma, por un lado, combinaron paseo y descanso mientras conversaban, y por otro, dejaban que la propia naturaleza llenara los silencios. Contemplaron el río Miera correr a su paso por Liérganes; su sonido, la caída de la presa y como el agua rompía contra las rocas para luego encontrar una zona de calma y reposo…

Colchón y Culito Rana junto a una presa

Nuestros muñecos Fluff valoraron esos cambios de velocidad y los compararon con sus propias vidas: cómo tenemos momentos, muchas veces, de estrés y rapidez, sin apenas tiempo de detenernos a reaccionar. Pero también de una forma natural encontramos pequeños ratitos donde nos ralentizamos, como en esta escapada al campo o cuando simplemente paramos a tomarnos un café y observamos por una ventana mientras nos evadimos…

Culito Rana y Colchón sentados junto al río

Colchón y Culito Rana se introdujeron a través de la vegetación, sintieron su aroma y detallaron los colores; vieron cómo el entorno conjuga con un montón de elementos y cómo sus cuerpos combinaban con ella. Se sintieron bien, se dedicaron un tiempo a sí mismos, a conocerse más y a plantearse sus elecciones. Llegaron a la conclusión de que efectivamente son felices, que se dedican a lo que realmente les gusta y disfrutan haciendo: ¡ayudar y acompañar a los niños en sus primeros años!



Culito Rana y Colchón disfrutan de la naturaleza

Y no, no es que lo estuvieran dudando, pero siempre está bien plantearnos si nos sentimos satisfechos con lo que hacemos. 

Culito Rana y Colchón descansan sentados en unas tumbonas

Al regreso volvieron a juntarse con Gamberro y Edredón, pusieron en común sus anécdotas y comenzaron a pensar en sus próximas experiencias.

domingo, 14 de abril de 2013

El abuelo y el nieto

El abuelo y el nieto – Hnos. Grimm (para el respeto)


abueloHabía una vez un pobre muy viejo que no veía apenas, tenía el oído muy torpe y le temblaban las rodillas. Cuando estaba a la mesa, apenas podía sostener su cuchara, dejaba caer la copa en el mantel, y aun algunas veces escapar la baba. La mujer de su hijo y su mismo hijo estaban muy disgustados con él, hasta que,  por último, lo dejaron en el rincón de un cuarto, donde le llevaban su escasa comida en un plato viejo de barro. El anciano lloraba con frecuencia y miraba con tristeza hacia la mesa. Un día se cayó al suelo, y se le rompió la escudilla que apenas podía sostener en sus temblorosas manos. Su nuera lo llenó de improperios a los que no se atrevió a responder, y bajó la cabeza suspirando. Le compraron por un cuarto una tarterilla de madera, en la que se le dio de comer de allí en adelante.
Algunos días después, su hijo y su nuera vieron a su niño, que tenía pocos años, muy ocupado en reunir algunos pedazos de madera que había en el suelo.
-¿Qué haces? -preguntó su padre.
-Una tartera -contestó, para dar de comer a papá y a mamá cuando sean viejos.
El marido y la mujer se miraron por un momento sin decirse una palabra. Después se echaron a llorar, volvieron a poner al abuelo a la mesa; y comió siempre con ellos, siendo tratado con la mayor amabilidad.

A continuación, con imágenes de todo lo que debemos respetar, podemos oír una pieza conocidísima, se trata de la sonata Claro de Luna de Beethoven:
 Cuenta la leyenda que una noche, Beethoven y un amigo estaban caminando por las calles de Bon, y, al pasar por uno de los barrios más pobres, se sorprendieron00039 de oír música, bien interpretada, proveniente de una de las casas. Beethoven, con su usual intrepidez, cruzó la calle, abrió la puerta de un empujón, e ingresó a  la casa sin anunciarse. La habitación era precaria, y estaba iluminada por una débil vela. Un hombre joven se encontraba trabajando sobre un banco de zapatero en un rincón. Una joven mujer, aún casi una niña, estaba sentada a un viejo piano cuadrado. Ambos se sobresaltaron por la intromisión, pero su sorpresa no fue mayor que la de Beethoven y su amigo al enterarse que la joven era ciega.
Beethoven, un tanto confundido, se apresuró para disculparse, y explicó que había quedado tan impresionado con la calidad de ejecución de la joven, que había apresurado por averiguar quien era la persona estaba tocando en ese mismo momento esa noche y en ese barrio de la ciudad. Luego, preguntó amablemente a la muchacha dónde había aprendido a tocar, a lo cual ella respondió que una vez habían vivido al lado de una mujer que estudiaba música, y quien pasaba gran parte de su tiempo practicando las obras del gran Maestro, Beethoven. Ella había aprendido a tocar muchas de las piezas del Maestro tan sólo oyendo practicar a su vecina. El hermano de la joven los interrumpió en ese momento para saber quienes eran los intrusos, y que seguramente habían notado la pobre interpretación de su hermana. ¡Escucha! Dijo Beethoven, mientras caminaba hacia el piano, luego se sentó y tocó los acordes iniciales de su Sonata Claro de Luna.

Downie, el guerrero de chocolate

Downie, el guerrero de chocolate


niño  hindú
En un pueblo muy pequeño al norte de la India vivía un niño que se llamaba Jamal. Era de familia muy humilde, compartía habitación con sus cinco hermanos y niñó hindú nunca había ido más allá del bosque que rodeaba su aldea. Se dedicaba a ayudar en las tareas de casa, cuidar el ganado y en los ratos libres jugar con sus amigos a construir grandes figuras de barro que los pequeños bautizaron con el nombre de Downies, con el deseo que esas figuras se convirtieran en los guardianes de su humilde aldea.
Pero llegó un día que esa rutina de todos los días no fue suficiente para Jamal. Sintió un cambio en su interior, era la necesidad de conocer otras realidades y visitar otros lugares.
Jamal explicó a sus padres esa nueva necesidad que sentía y los dos lo comprendieron pero su padre le contestó que, después de su viaje, regresara al pueblo cargado de riquezas, que esa sería la forma de ayudar a su familia a salir de la pobreza. Su madre en cambio desapareció unos minutos y regresó con un pequeño guerrero de barro, semejante los guerreros Downi que Jamal solía construir con sus amigos, envuelto en un pañuelo. “Ves tal lejos como te lo pida el corazón, él te protegerá”, le dijo depositando la pequeña figura en su mano.
Así fue como el pequeño Jamal dejó el lugar que lo había visto nacer y crecer y se adentró en el bosque, cruzó montañas, malvivió en grandes ciudades, aprendió a meditar en los grandes templos hinduistas, se refugió en la guarida de sabios expertos en la sanación con yerbas mágicas, lucho contra animales y aprendió a respetarlos y domesticarlos. Vivió mil y una aventuras que lo formaron y lo enriquecieron como persona.soldado hindú
Jamal regresó a su poblado años después pero no cargado de riquezas como le exigió su padre, sino cargado de experiencias y conocimientos. Jamal se había convertido en uno de los hombres más sabios del país y trajo a su pueblo la riqueza soñada por su padre pero gracias a la astucia que había adquirido durante su viaje.
Desde aquel día en el poblado de Jamal, todas las mujeres cocinan deliciosos downies de chocolate en forma de guerrero que les recuerdan a los niños de la aldea que con el conocimiento pueden llegar hasta donde quieran.
(Cuento hindú)

Doña Jeringuilla

Doña Jeringuilla

Eran las 12 de la noche. El hospital estaba en silencio. Pablo se encontraba medio dormido en su habitación del hospital. De repente oyó algo:
– ¡Ay, ay!, ¡pobre de mí!, qué triste estoy, nadie quiere ser mi amiga…cancer1
Pablo se levantó corriendo de la cama y miró a Laura, que era la niña que dormía en la cama de al lado.
–¡ Laura, Laura!, ¿has oído eso? –le dijo Pablo.
Pero Laura estaba profundamente dormida y no le contestó. Pablo, al ver que no se despertaba, se levantó y cogiendo su mano la despertó.
Una vez levantada, los dos juntos se fueron a investigar. Parecía que el ruido procedía del despacho del Dr. Jiménez.
–¿Hay alguien ahí? –preguntó Laura.
Pero nadie contestaba y cuando los dos se iban a marchar, volvieron a oír:
–¡Ay, ay! ¡No me quiere ningún niño!
Pablo y Laura miraron a la mesa del Dr. Jiménez y ante su asombro vieron que una jeringuilla estaba llorando.
–¿Cómo te llamas? ¿Por qué lloras?
–Me llamo Doña Jeringuilla y lloro porque no me quiere nadie, los niños no se dan cuenta de que cuando yo les pincho es para que se pongan buenos. Yo intento calmarles, pero ellos solo lloran y gritan tanto que no pueden oírme.
–No te preocupes, dijeron Pablo y Laura, vamos a decírselo a unos amigos para que se lo cuenten a todos los niños del hospital y así cuando te vean siempre te escucharán.
Pablo y Laura fueron a buscar a María y Rodrigo y estos a su vez avisaron a Chemita, Gonzalo, Jaime y Sonsoles, que eran los niños de las habitaciones de al niña enfermera
lado.
Todos juntos fueron a ver a Doña Jeringuilla, para demostrarle que siempre serían sus amigos y que nunca más se sentiría tan sola.
A la mañana siguiente cuando Pablo se despertó vio que Laura ya se había levantado. Estaba en la habitación de Rodrigo y María y se encontraban consolando
a un niño, llamado Enrique, que gritaba: ¡no quiero que me pinchen, me van a hacer mucho daño!
–No te preocupes –le dijo Pablo, ya verás como casi no te vas a enterar y gracias a lo que la jeringuilla te da, te vas a poner bueno; ven con nosotros, vamos a hablar con la jeringuilla y verás cómo es verdad.
Llegaron al despacho del Dr. Jiménez y allí estaba ella, esperándoles. Cuando le dijeron lo que le pasaba a Enrique empezó a susurrarle al oído. De repente, Enrique
se levantó y comenzó a sonreír.
- Gracias, no volveré a tener miedo, me has demostrado que eres una gran amiga.
A partir de entonces en ese hospital ningún niño volvió a llorar, porque todos sabían que las jeringuillas son nuestras amigas y sólo quieren que nos pongamos buenos y seamos siempre felices.
De: Dr. José María Jiménez Bustos

Diario de un perro

Diario de un perro


Cachorros1

cuidados-cachorros-perros Una semana
Hoy cumplí una semana de nacido. ¡Qué alegría haber llegado a este mundo!.
Un mes
Mi mamá me cuida muy bien. Es una mamá ejemplar.
Dos meses
Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba muy inquieta y con sus ojos me dijo adiós. Espero que mi nueva familia humana me cuide tan bien como ella me ha dicho que harán.
Cuatro meses10000016-10000016
He crecido rápido, y todo me llama la atención. Hay varios niños en la casa que para mí son como hermanitos. Somos todos muy inquietos, ellos me tiran del rabo y yo les muerdo jugando. Nos divertimos mucho.
Cinco meses
Hoy me regañaron. Mi ama se molestó porque me hice pipí dentro de casa, pero nunca me habían dicho dónde hacerlo. Además duermo en un cuartito… y ya no aguantaba más!
Ocho meses
671558_1 Soy un perro feliz. Tengo el calor de un hogar, y me siento tan seguro, tan protegido… Mi familia humana me quiere y me deja hacer muchas cosas. cuando están comiendo yo les pido algo y siempre me lo dan. Y el jardín de la casa es estupendo, y puedo escarbar como mis antepasados los lobos, escondiendo la comida. Creo que nunca hago nada mal porque nunca me dicen nada…
Doce meses
Hoy cumplí un año. ¡Soy un perro adulto! Mis amos dicen que crecí más de lo que ellos pensaban. Seguro que se sienten más orgullosos de mí…
Trece mesesperro abandonado recien llegado
Qué mal me sentí hoy :  Mi hermanito, uno de los niños, me quitó la pelota. Yo nunca le quito sus juguetes! Así que se la quité, pero mis mandíbulas se han hecho muy fuertes, y le hice daño sin querer. Él gritó y lloró y yo me sentí muy triste. Después del susto me encadenaron casi sin poder moverme, hacía mucho sol y tenía mucho calor y no había agua cerca… Y les oí decir que van a tenerme en observación o algo así, y que soy un desagradecido. ¡No entiendo nada!.
Quince meses
Ya nada es igual. Vivo en la azotea y me siento muy solo. No sé por qué pero mi familia ya no me quiere. A veces se les olvida que tengo hambre y sed, y cuando llueve no tengo ningún techo para cobijarme.
Dieciséis meses
Hoy me bajaron de la azotea. Me puse muy contento de que me perdonaran, y daba saltos de gusto, y movía el rabo como nunca. Y además, ¡me van a llevar de paseo! Monto en el coche y espero a ver a dónde me van a llevar,¡ tengo muchas ganas de correr y jugar con mi familia!. Paramos, abrieron la puerta y yo me bajé feliz, estábamos en una carretera al lado de un campo perro-abandonado1y pensé que pasaríamos un día estupendo. No entiendo por qué cerraron la puerta y se fueron.
-¡Esperadme! -les grité- ¡os olvidáis de mí!.
Corrí detrás del coche con todas mis fuerzas, muy angustiado, iba viendo que no podría alcanzarles, que no podía correr más y el coche se iba haciendo pequeñito. Me habían olvidado.
Diecisiete meses
He intentado encontrar el camino para volver a casa y no lo he conseguido. Estoy perdido. A veces me encuentro con gente buena que me mira triste y me da algo de comer. Yo les doy las gracias con la mirada, y les digo que querría que me adoptaran, que les prometo ser leal como nadie… pero sólo dicen “pobre perrito, se debe de haber perdido”. Y se van y0 me dejan solo otro vez.
Dieciocho meses
El otro día pasé por un colegio y vi a muchos niños como mis antiguos hermanitos. Me acerqué y un grupo de ellos, riéndose, me lanzó una lluvia de piedras, “a ver quién tiene mejor puntería”, decían. Una de las piedras me dio en un ojo y ya no veo con él.
Diecinueve meses
Ahora ya no se me acerca casi nadie, creo que es porque ya no soy un perro bonito. Estoy muy flaco, perdí mi ojo, tengo alguna herida de algún perro más fuerte que me mordió cuando intentaba comer y hace mucho que nadie me cepilla el pelo. La gente no me acaricia, últimamente lo que abundan son los escobazos que me dan cuando intento dormir un poco a la sombra de alguno de sus porches.
perro%20%20abandonado%20industrialVeinte meses
Casi no puedo moverme. Hoy intenté cruzar una calle por donde pasan coches y uno me atropelló. Aunque creo que yo estaba en un lugar seguro… y no olvidaré la mirada de satisfacción del conductor, que hasta se ladeó con tal de darme… ¡Si me hubiera matado! … ¡pero qué va!, ¡sólo me dislocó la cadera y el dolor es horrible!. Mis patas traseras no se movían, así que con mucha dificultad me arrastré hacia el borde del camino, donde había un poco de hierba.
 Llevo diez días bajo el sol, la lluvia y el frío, sin comer. Ya no me puedo mover nada, el dolor es insoportable. Me siento muy mal, cuando llovió se hizo un charco donde yo estaba y como no podía moverme estuve mojado muchísimo tiempo, y creo que mi pelo se está cayendo. Alguna gente pasa sin verme, otros me dicen “no te acerques”… pero si ni me puedo mover!!
Ya casi estoy inconsciente, pero una fuerza extraña me hizo abrir los ojos. Alguien hablaba dulcemente, “pobre perrito, cómo te han dejado…”, decía. Junto a ella venía un señor con una bata blanca, aunque no veo apenas y no perro-atropelladopodría asegurarlo, que empezó a tocarme y dijo “lo siento, señora, pero esto ya no tiene solución, es mejor que deje de sufrir”. A la señora le saltaron las lágrimas y asintió, y como pude, moví el rabo agradeciéndole que me ayudara a descansar. Sentí un pinchazo de la inyección y me dormí mientras me acariciaba la cabeza, pensando en por qué me separaron de mi mamá que me quería, si ellos no lo hacían.
 La solución no es echar un perro a la calle, sino educarlo. No conviertas una compañía tan agradable en un problema. Y sé consciente de que un perro es un animal, una vida, NO UN JUGUETE. No tengas uno si no vas a cumplir después tus responsabilidades con él. Él nunca entenderá por qué pasaste de quererle cuando era un cachorro a dejarle tirado en una carretera.